El Coca. Que se ha muerto.

Esto de las necrológicas se está empezando a convertir en una costumbre.

Resulta que al pobre hombre este que murió en Teruel, en la puta calle y en Teruel (mal sitio para estar en la puta calle en marzo porque hace un frío del copón), también lo conocía. De toda la puta vida, además. Fue mi vecino cuando eramos unos críos, coincidimos trabajando juntos durante mi (y su) infausta temporada de técnicos de montaje y luminotecnia con unos verbeneros que tenían más humos que ni se y por supuesto que nos encontramos muchas veces en conciertos y en bares. No era difícil encontrarse con este en un bar, no.

Una de esas personas que parece que siempre está forzando, siempre está tirando de la cuerda todo lo que puede para luego poder decir “¿Lo ves? La vida es una puta mierda” o “¿Lo ves como te ibas a enfadar conmigo?”.

El Perico era un tío peleón. Bastante amigo de brindis al sol, las cosas como son, pero a toro pasado se entiende que aunque peleón tenía bien poco de agresivo y el se cagaba en dios pero sin subirse a la chepa de nadie. En esta foto está muy bien captado cómo era. Con el puño en alto, abrumado por lo que supone que te dejen sin techo, seguramente abrumado en el mejor sentido por la gente que estaba allí apoyándole, mirando al suelo porque si llega a mirar a la cara a alguno de los maderos que estaban allí ayudando a echarle de su casa la cosa acaba mal seguro. Incluso se ve en los pantalones la marca de frotarse las manos en los muslos, un gesto que le recuerdo hacer constantemente, con esas manazas de honrao que tenía, que podía usarlas de pala.

Acordándome del Perico, del Coca como le conocía yo, la expresión One Man Army me venía a la cabeza. Este iba por libre. Era evidentísimo que no entendía el mundo, pero tampoco entendía las reglas más elementales. Cuando leí en un artículo en prensa que antes de ser deshauciado del piso en el que vivía había intentado negociar una renta por semanas no pude sino sonreír (aunque fuera amargamente) porque así era él de pies a cabeza. Un ejército de un solo hombre, un país de un solo hombre. Lo que pasa es que hay gente que no acierta. O no le echa cojones a lo que hay que echárselos cuando hay que echárselos. Porque este pobre hombre que ha muerto en la calle tuvo un taller propio y tuvo una moto que sin entender la veías y sabías que era una moto que te cagas, tuvo su coche para perderse por el campo y meterse por cualquier sitio (y vaya si lo hizo http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/sociedad/fue-un-destacado-espeleologo-que-murio-en-indigencia-en-un-banco-de-teruel_841051.html ), tuvo una novia estupenda y tuvo amigos. Y tuvo reveses. Muchos. Y la cagó mucho. Como la cagamos todos, pero este la cagó con cojones (para eso si tuvo) y con muchísimo ruido. Su padre, por cierto, sí que hacía ruido y sí que la cagaba. Y no debió ser nada fácil ser el hijo de su padre.

Lo vi por última vez en diciembre de 2011 en el edificio donde todavía vive su madre y donde todavía vive mi padre. Yo salía a ver a otros emigrados vueltos a casa por navidad y él tenía un saco de dormir extendido junto a la puerta de la casa de su madre. Unas velas encendidas en el suelo yo creo que para encenderse los cigarros, para ver un poco y para que cuando los vecinos que iban a entrar a sus casas no encendieran luces en el pasillo y mitigar un poco todo el dolor del hecho de que había ido a ver a su madre (a la que había dado disgustos como para matarla 40 veces, las cosas como son) y estaba durmiendo junto a la puerta del piso como un perro.

Un tipo muy, muy difícil. Se perdió y no encontró el camino de vuelta. Una persona que te ponía facilísimo que le dieras por imposible. Pero aun así nadie se merece morir en la puta calle en el puto invierno de Teruel. Bueno, sí que hay quien lo merece, pero no les pilla nunca a ellos, maldita sea su puta calavera.

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Autobombo: Tikismikis.org. The Greatests Hits

Uso Google Analytics de vez en cuando para ver cuánto (de poco, digo) caso atrae mi bitacorilla y así me doy cuenta también que nunca entiendo las tendencias, ni por qué entra más gente o menos, ni desde qué sitios.

Pero para pasar un ratillo entretenido ya me va valiendo de vez en cuando.

Normalmente miro los resultados del último mes, pero el otro día me dio por buscar los resultados del último año. Y los resultados fueron pasmosos.

Estamos hablando de 440 visitas en un año, así que cuando digo pasmoso estoy hablando de pasmoso para mi y mis cuatro amigos.

Lo que más visitas tiene y además con muchísima diferencia (56 visitazas) es Bajar subtítulos desde VLC mientras ves la película o capítulo. Un apunte, lo que se dice una chuleta para no tener que buscar cómo se hace eso cada vez que actualizo VLC y tengo que repetir la operación.

Así que parece que el que no ha emigrado va a emigrar o no me habla porque muchos de sus amigos han emigrado o van a emigrar y está de bajona y resulta que voy poniendo mis cosas (pocas, es verdad) de emigrao y prácticamente pasan sin pena ni gloria. Lo que atrae visitas es una chuleta técnica.

Pero lo bueno viene cuando me doy cuenta de que el segundo artículo más visitado es este: Clases de inglés: In front of/Opposite, que luce (nunca mejor dicho) la explicación que mi amigo Alex encontró a una duda de inglés que él tenía, duda que me planteó y que él mismo acabó resolviendo.

Léanlo, léanlo que con un poco de suerte se echan unas risas.

Otra consecuencia que saco de esto del Google Analytics es que me entra un montón de gente a la página a santo de cosas que llevan ahí años y años, que hace ni se que no las miro siquiera y lo mismo la gente está buscando ayuda técnica y lo que se lleva no les ayuda porque está errado y encima tiene más años que la tos. A ver cuándo me pongo y hago una limpia.

En fin. Pa’ lo que hemos quedao.

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El Javi de Valverde, el Montero, que se ha muerto

El otro día, no se si el 24 aunque tratándose de él sería el 23 de febrero nada más que para dar por el culo, se murió Javi, el Montero. El Javi de Valverde. El tío más jebi del planeta. Un tío más jebi que un bocadillo de clavos.

La primera vez que lo vi debió ser allá por 1985 o quizás antes. Era invierno y todos íbamos abrigados hasta las cejas. Todos menos él, que iba por en medio del Paseo (“de Las Cruces” o de los Hermanos Fernández Iparraguirre si uno es muy puntilloso) con su camiseta negra de manga corta para que se vieran bien las muñequeras de pinchos que llevaba cubriendo ambos antebrazos, de la muñeca al codo. Lo de no pasar frío se explica siendo de Valverde de los Arroyos (pueblo precioso a rabiar pero donde cuando hace frío hace todo el frío posible) y por supuesto porque si llevas una camiseta de tu grupo jebi favorito lo mismo te protege del frío que detiene las balas.

El Javi no estaba muy claro si tenía esa postura de natural, era para hacerse el machote o es que de verdad no podía meter las manos en los bolsillos porque no le cabían. O quizás no quería por si tenía que ayudarse con los nudillos para correr más rápido y atrapar a sus rivales con el fin de darles muerte y devorarlos en parte, pudiendo usar las extremidades de los vencidos como arma y sus cráneos para aumentar su colección de vasos-cráneo.

El Javi daba miedo de verdad.

Durante años estuve convencido de que el Montero era un puto salvaje que usaba el jebi como excusa perfecta para vivir a tope y dar miedo. Que no vamos a decir que no. El Montero gastó las siete vidas de siete gatos. No creo que se privara de nada. Miento. De follar no creo que le llegara a sobrar. Quizás por eso, por compensar, se excedía tantísimo con cualquier otra cosa. Ahora, tampoco recuerdo verle pegándole a nadie. Y tampoco que le pegaran a él. Ya le pasarían, seguro, pero cualquiera con dos dedos de frente prefería buscarse a otro para pegarse con él, vamos.

En el celebérrimo concierto de Danba y MCD del noventa y… pocos en el que incluso yo estuve haciendo cosas (seguridad en la puerta, qué despropósito) a alguien se le ocurrió nada menos que poner de seguridad de escenario al Montero. Por ahí hay quien tiene el VHS del concierto donde se ve al Montero corriendo de lado a lado del escenario más ciego que nadie mientras los músicos lo esquivaban como podían. Bailando con la novia de uno de los músicos de MCD que por supuesto era más burra que el Montero y fue el Montero quien fue expulsado del escenario (“de un tetazo”, aclararía más tarde) porque el Montero era muy burro pero ya que no le podía decir muchas veces que sí a una chica por lo menos nunca les decía que no.

El Montero hablaba pronunciando bien la elle porque nació en una parte de Castilla donde la gente es antigua, es como antes. Y en la Sierra Norte la gente habla todavía un castellano sin contaminar. O lo hablaban la última vez que lo comprobé, que ha habido mucho Gran Hermano desde entonces. La palabra tenía valor y el Montero fue durante muchos años el último hijo de su pueblo en nacer en casa y no en un hospital por llevar a su madre corriendo-corriendo por esa carretera que les llevaba y les lleva oleadas de turistas de Madrid. Una vez que el Montero tuvo un juicio en Guadalajara se plantaron en el juzgado prácticamente todos los del pueblo con el alcalde al frente. Que sería más de derechas que Fraga, seguro, pero uno del pueblo tenía un problema y allí estaban todos. Y lo mismo les daba que fuera un bala, un perdido, un melenudo de toda la puta vida y que bebiera como una trucha. Especial y excesivo siempre, vale, pero del pueblo. Mecaguendioscuidao.

El Montero un día nos contó que se había encontrado una cría de tejón en el pueblo, en medio de la nieve. Que el animalillo estaba tiritando y casi muerto, pero que lo recogió con mucho cuidado y le ayudó a que entrara en calor echándole el aliento. Que se lo llevó a casa y allí le preparó unas sopas con pan y leche calentica para que recobrara las fuerzas. Ahí se dio cuenta de que nos estaba dejando flipados a todos regresó a su personaje, contó que le había puesto algún nombre jebi (Lenny posiblemente, porque los de Metallica tienen todos unos nombres un poco chungos de manejar) y lo iba a alimentar bien para entrenarlo y enseñarle a atacar a pijos y fascistas. Pero el daño ya estaba hecho, yo ya había visto que debajo de todas esas muñequeras había un ser tierno capaz de jugársela para ayudar a un ser desvalido. Quienes hayan visto a una hembra de tejón cabreada como yo la vi una vez (pongamos que piensa que estás amenazando a sus crías) comprenderán esto que digo del riesgo.

Y así es como quiero recordarlo.

No como el borricazo al que si le gritabas “¡Metallica! ¡Metallica!” levantaba un balde de 20 litros de alcoholes diversos y bebía hasta caer medio muerto. No a la bala perdida que se apuntaba a algunos conciertos con tal intensidad que no podía ni bajarse del autobús donde iban músicos y toda la hinchada local, y le volvían a entrar las ganas de acción cuando todo el mundo regresaba ya medio muerto porque se había pasado todo el concierto y lo de después durmiendo o más bien muerto él del todo.

Prefiero recordarlo en momentos así, muy escasos, donde se le escapaba lo buena gente que era. Porque todo lo que tenía de borricazo lo tenía de buena gente. Sin malicia ninguna. No recuerdo que nadie dijera de él que le había hecho una putada, que lo había dejado tirado, que se la había jugado.

Después de hacer tantísimo el gamberro no ha sido ni una cirrosis, ni un marichalazo, ni un cáncer de hígado, ni una úlcera sangrante. Un tumor cerebral inoperable se lo llevó en pocos meses. Por lo visto antes de perder la conciencia dijo que quería que lo incineraran, no quería cruz ni lápida. Seguramente añadió ni hostias, mecaguendios poniendo ojos de loco y es posible que añadiera algo para el papa, para los curas como gremio y quizás algo para el rey. Porque el Javi era un tío que tenía más mala hostia que Evaristo el de La Polla.

Espero poder engancharme un melocotón en su recuerdo en cuanto tenga ocasión de reunirme con la gente adecuada para tal evento. Mientras tanto aquí queda un testimonio de su paso por el mundo.

Que la tierra te sea leve, Javi.

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¿No te gusta la nieve? Pues peor es el deshielo

Siempre hay algún gaznápiro o caparranas de guardia para ponerle pegas a la nieve porque qué mal y porque no puedo ir por ahí con mi carrazo pegao al suelo y hay atascos y qué mal todo. La nieve, además de que todo lo ilumina, los niños y los perros (el bien absoluto) se ponen contentos, los gatos flipan y si nieva es que hace frío pero no mucho, además te puede caer encima y no cala.

Que la nieve está muy bien, vamos. Hacedme caso que estoy viendo mucha 🙂 Pero como las opiniones son cosa de cada uno y no tiene uno por qué cambiar la propia por la primera que oiga, ilustraré mi perorata con un nuevo episodio de la serie Los sucedidos de mis amigos.

Y sí, tengo amigos. Y sí otra vez, cuando me están contando un sucedido no siempre son conscientes de que lo voy a cascar por ahí, pero a mí si no me dicen esto no lo casques por ahí para mí equivale a libre eres de cascarlo. Y eso hago.

A lo que estamos, Fernanda.

El deshielo, y lo explico para aquellos de mis abundantes lectores que viven en sitios donde no hay tal cosa, sobreviene en las ciudades no como en esos documentales tan bonitos en los que se ve el límpido arroyuelo discurrir entre níveos campos, trotando saltarín entre las pulidas piedrezuelas. No es así, no. En la ciudad el deshielo es un punto en el que hay mucha nieve todavía pero en su mayor parte está sucia de barro, de tubos de escape, contiene ramas, sal (en Suecia también se usa un producto anticongelante que parece tener el color cosas sucias que no tocaría ni con un palo) y agua medio helada.

Ese agua del deshielo gotea de árboles, marquesinas y tejados en forma de gotas tamaño XL o superior especialmente aptas para pegarte en todo lo alto de la cabeza o (ya el toque magistral) para que te entre por el cogote, cuello abajo y te desorbite los ojos para tres horas porque está más fría que la puta madre que la parió.

Por supuesto hay pasos intermedios que pueden combinarse. Lo que empezó a deshelarse ayer se heló otra vez durante la noche y por la mañana puede volver a deshelar un poco, pero bajo o entre el agua sigue habiendo hielo. ¿A quién no le gusta caminar sobre hielo sin crampones cuando no sabe si hay hielo donde va a pisar?

Bien, hecha la composición de lugar llegado es el momento del sucedido.

Este amigo, al que llamaremos mi amigo porque no desea desvelar su identidad secreta de tío más normal que mear sin acertar dentro con todo el producto, tenía que ir a hacer un recao en una zona semi-industrial de la ciudad en la que reside. Tras una larga caminata una vez dejado atrás el transporte público solo lo separaba de su destino un paso subterráneo de unos cientos de metros y para llegar a este unas escaleras llenas de nieve y hielo medio fundido. Unas escaleras tan mal iluminadas que la nieve medio fundida ya descrita que había en gran parte de los escalones parecía mousse de chocolate.

Al tercer peldaño mi amigo vio que se iba, que se iba, que se iba y allá que se fue. Mientras caía a cámara lenta (mi amigo se cae como un saco de patatas, pero a cámara lenta) pudo evitar dar con un codo en el suelo, hacerse daño en la muñeca y aprovechar que llevaba una mochila de esas que hacen para ir en bici de montaña que llevan un refuerzo rígido indeformable entre la mochila propiamente dicha y la red de nylon que tiene contacto con la espalda, de forma que si te caes sobre pedruscos o una escalera llena de nieve medio fundida pero escalera de hormigón armado al fin y al cabo no te pase el canto de algo sólido por los cantos de las vértebras haciendo prrrrRRRRRÍN y te desgracies para toda la vida.

Diez o doce peldaños más abajo mi amigo llegó al final de las escaleras. Primera comprobación de daños: satisfactoria, porque nada duele mucho de repente.

Segunda comprobación de daños: hay que palparse. Todo en su sitio.

Alarma, pensó mi amigo. Estoy sobre un puto charco de agua helada y carezco del neopreno colorao (o sea, RO-JO) que los muchachos del Comandante Cousteau llevaban para chapotear en mares polares. Pero no fue lo gélido del charco sobre el que estaba recostado el estímulo que se abrió paso entre los demás. Fue un inesperado olor que no podía ser otra cosa que orina.

Mi amigo se levantó de un salto (eso me dijo, prueben ustedes a levantarse de un salto sin apoyar el culo o las manos en el suelo porque hay dos dedos de agua helada que huele mucho a orina) y mientras pensaba queseadeperroqueseadeperroqueseadeperro pudo ver que en lo más oscuro del paso subterráneo, al alcance de su vista pero enfrascados en sus asuntos, parecía haber dos borrachos de los que viven, pobres de ellos, debajo de los puentes. Y seguramente orinan debajo de los puentes también, dedujo mi amigo con el razonamiento espoleado por la parte externa de una de sus piernas, repentinamente a un grado centígrado.

Total, que se fue a hacer su recao y 2km de paseo y 8 paradas de metro después estaba en casa metiendo TODO en la lavadora. El viaje no se si da para otro relato. Preguntaré la próxima vez, porque a ver con qué cara va uno evitando estar cerca de gente porque uno nota que su ropa (pantalones, chaqueta, forro polar y guantes) huelen a orina en el metro a las seis y media de la tarde.

Es por esto que cuento aquí la peripecia de mi amigo. Porque busco entretener, sí, pero edificar al mismo tiempo.

Así que todos esos enemigos de la nieve: cuidado con lo que se desea.

Nota: Como la gente es muy malpensada (que lo se yo que hablo con la gente y me lo han dicho) he de aclarar que mi amigo no soy yo. No puedo ser yo porque la sola idea de deshielo me suena ahora mismo tan lejana como el secarral alcarreño a 36ºC o incluso dejar de llevar abrigo y medio y gorro tupido hasta para ir a comprar leche al super de enfrente de casa. Miá deshielo que hubiera dicho yo en otra época, cuando era de otro sitio. O se me notaba más. No se.

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Señales suecas: cuéntamelo todo

En Suecia adoran poner carteles. Con mucho texto. Nada de carteles con iconos. No. Texto. Cuanto más mejor. Y los colores a poder ser que no indiquen nada. Eso de ROJO = EMERGENCIA es cosa foránea que no hay que tomar en consideración, parece.

En Suecia las artes marciales son un deporte gigantesco. Es muy posible que la mitad de la población entrene o haya entrenado algún tipo de Arte Marcial a lo largo de su vida y la mitad de esa gente lo sigue haciendo.

Del mismo modo que en los 70 y 80 el karate, el judo y el tae kwon do arrasaron en toda Europa Occidental, en Suecia sucede algo parecido con el Brazilian Jiu Jitsu (BJJ) y las Artes Marciales Mixtas, o MMA en sus siglas en inglés.

Siendo como son las Artes Marciales tan fáciles de encontrar, son un deporte muy barato debido a la alta competencia que hay entre las decenas de gimnasios, que en Estocolmo suelen ser sitios muy bien montados.

Dado que en Suecia habla un inglés aceptable hasta el gato entrenar cualquier cosa es una de las actividades que el expat debe acometer cuanto antes. Es bueno para la salud, es posible conocer gente (al lentiiiiiiiiiiiiiiisimo ritmo sueco, pero conocer gente) y en general es bueno para la salud.

Un amigo mío, al que llamaremos mi amigo, decidió comenzar a entrenar Krav Maga, ese sistema de defensa personal israelí basado en la eficacia y en resolver la situación cuanto antes. En Suecia hay muchas escuelas y escuelitas donde se puede aprender y en todas parece combinarse con una especie de aerobic para bestiajos, así que uno aprende unas cuantas cosas mientras que se pone y/o mantiene en forma.

Tan ricamente.

Allá que fue mi amigo el primer día a probar la cosa esa. En el vestuario había ducha, pero no retretes. Una cosa de esas suecas, seguramente. Mi amigo, según su relato que supongo fidefigno, necesitaba vaciar la vejiga antes de entrenar por lo que suceder pudiera y vio que el vestuario tenía dos puertas. Esa por la que él había entrado y otra con un letrero verde con mucho texto en grandes letras blancas. Con mucho texto.

Mi amigo abrió la puerta de lo que creyó el acceso a los servicios. Una alarma comenzó a sonar, acercándose gradualmente al cataclismo sonoro.

Tras él, una voz dijo:

That´s an emergency exit, man.

– Ahá, pensó mi amigo. El listo que todo lo sabe también ha enviado a uno a este vestuario para que me avise de las consecuencias de mis actos después de que haya hecho algo.

You need to go to the reception; go say them to switch off the alarm.

Y allá que fue mi amigo vestido apresuradamente. Y allí confesó ser el autor del desaguisado. Y apagaron la alarma.

Volvió al vestuario y tras él entró un tipo con camiseta llena de músculos como un calcetín lleno de melocotones. Uno de esos tipos que gracias a tener un tercer párpado como los gatos pueden mirarte fijamente durante 5 horas sin llorar. Y hacerte llorar a tí. El Tipo Muy Intenso empezó a escupir palabras como si disparara postas, pero las escupía en sueco, así que mi amigo levantó la mano y dijo:

It was me… yes… the door… I´m so sorry, I don´t understand any Swedish. I´m so sorry. It won´t happen again

That´s an emergency exit. Dijo el Tipo Muy Intenso.

Yes… Now I know. I am very sorry

OK then… dijo el Tipo Muy Intenso.

Y se giró, camino de la sala donde tenía sudando y saltando pero a raya a 30 ó 40 bestiajos y bestiajas sudando tinta. Y en los 220 cm que había entre paletilla y paletilla del morlaco mi amigo pudo leer INSTRUKTÖR.

Y sí, ahí fue cuando mi amigo se cagó por la pata abajo.

Y así es, queridos lectores: las señales suecas son el equivalente de: Esta es una salida de emergencia. Solo debe abrirse en caso de emergencia. Podría usted estarse preguntando qué es exactamente una emergencia. Excelente pregunta. Una emergencia es, según los expertos que puede encontrar citados en el apéndice 17 de este cartel, etc, etc, etc

Más sobre este y otros choques culturales en próximos episodios. Supongo.

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Yo pensaba que mi padre estaba loco y resulta que es que era vasco

Cuando emigras a una cultura que no conoces bien y además emigras a un sitio donde hay gente de todas partes al despiste natural del que está fuera del tiesto se le añaden varias capas muy interesantes. Muy interesantes para el que le gusten estas cosas, claro.

Hay gente que lleva aquí desde niño (algunos aprendieron la lengua de sus padres en Suecia), hay mucha gente que está aquí tras ir dando tumbos más o menos voluntarios por uno, dos o siete países anteriores. Hay gente que está aquí porque su pareja es de aquí o decidió vivir aquí por la razón que fuese. Así a bote pronto estos son tipos muy habituales de gente que uno se va a encontrar en Estocolmo entre gente que es de otras partes de Suecia y luego esa gente extraña, la gente de Estocolmo de toda la vida.

De lo que yo quiero hablar es que a veces no sabes si estás ante un choque cultural o estás ante alguien que hace algo raro para ti porque es raro para todo el mundo y punto. A santo de esto viene el título de esta entrada. Anécdota al canto:

Un amigo cubano es hijo de vascos de Markina (Bizkaia). La típica historia: Pelotari de Markina viaja por el mundo debido a su oficio, pelotari de Markina juega en Miami, pelotari de Markina juega en Cuba, pelotari de Markina se encuentra con que en Cuba hacen la revolución, pelotari de Markina que dice “mira, para como están las cosas con el hijo de puta de Franco allá me voy a quedar en Cuba y ya iremos viendo. Lo típico.

Mi amigo siempre había pensado que su padre estaba loco; él y toda la gente que trabajaba con él. El pelotari de Markina acabó convertido en mecánico de helicópteros militares y se tomaba su trabajo a lo vasco. A tope. Trabajar es excelente, es lo mejor del mundo, soy responsable de que estos aparatos y van a volar mecaguendios que si van a volar.

Total, víctima de esa manía de trabajar que yo llamo enfermedad mental y me miran raro allí cuando lo digo, el padre de mi amigo tenía fama de raro, de muy raro, de loco. Y su propio hijo estaba convencido también hasta que visitó Euskal Herria y se dio cuenta de que su padre no estaba loco, que resultaba que era vasco.

Esto me pasa a mí: a veces no se si son formas de ser influídas por el origen o es que el frisio es un bobo, la lituana es más cerrada que un huevo, el mongol no sabe decir que no y el húngaro es un adicto al trabajo que me va a buscar la ruina.

Nota: no trabajo con nadie de Frisia, de Lituania, de Mongolia ni de Hungría, pero intento poner un ejemplo colorista.

En fin, diariamente tengo situaciones de este estilo, pero me he dado cuenta de que es mejor esperar un poco a comprender qué carajo ha pasado, así que ya iré contando las que pueda contar.

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I´m an analphabet again. Google Translate Tribulations.

This is a text message I received telling me that I could pick up a package sent to me in the ICA supermarket near my house:

Paket från wareco international ab finns nu hos ICA Nära skarpnäck. Visa leg. Bud visar bådas leg.

And this is the English translation I got from Google Translate:

Packages from Wareco international ab is now in ica Close skarpnäck. Show leg. Bud shows both their leg.

Who is Bud? And what is his role in this matter? Should I swing by the ICA to pick up my package? Should I wear fishnets in case I have to show my legs too, as the friends and/or associates of Bud?

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El inglés en Suecia

Ya he hablado antes en este sitio sobre el inglés de los suecos y mi inglés entre los suecos.

Uno de los primeros síntomas chocantes de vivir en otro idioma (y de empezar a aprenderlo realmente, no solo entender lo que uno lee y usar subtítulos en inglés) es que he empezado a soñar en inglés.

A veces lo hago tan bien que ni siquiera entiendo lo que estoy soñando, pero no hay problema porque mientras me levanto y voy a echar un trago de agua voy hablando conmigo mismo en inglés.

Ahora solo me pasa dos o tres veces por semana, pero llegó a ser cosa de todos los días.

Es buena señal, pero como la cabeza tiene una capacidad limitada (grande, pero finita) creo que lo que entra hace hueco sacando otra cosa. Tempo en primer lugar por el euskara, que ocupa mucho espacio porque lo necesita pero que no uso con la frecuencia necesaria desde hace años (curiosamente lo escucho y lo uso más en Estocolmo que en Gasteiz, pero esa es otra historia) y así es como uno lo pierde. En segundo lugar temo por el castellano, que es la única lengua en la que se cómo se dice y cómo se llama practicamente todo, una cosa muy útil que descubres cuando tienes que sobrevivir con unos miles, unos cientos o un puñado escaso de palabras mal dichas.

Un amigo que vivió en Inglaterra me dijo que allí le recomendaron que si quería aprender inglés bien que se fuera a Suecia. No me extraña. Y he visto información sobre cursos y hay de todo y para todo tipo de gente y finalidades. Hay incluso más variedad que para aprender sueco.

Aprender sueco. Ese es otro cantar. Anda, que cuando empiece a soñar en sueco sin entender una puta mierda verás tú qué risa.

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Los acentos y los suecos

En Suecia la gente tiende a aprender idiomas bien. Inglés por supuesto, pero otros también. El nivel de penetración del inglés es enorme (aunque los carteles y la publicidad es menos frecuente en inglés que -curiosamente- Madrid), pero más de una vez me ha pasado que la jovenzuela que está trabajando en el supermercado tenía mejor nivel de inglés que yo. O al menos mejor nivel de inglés en las tareas de su incumbencia en el supermercado, eso también puede ser.

Ayer estuve hablando con bastante gente desconocida (en otra ocasión hablo sobre la facilidad o no de pegar la hebra en Suecia) y me contaron que hacia los 13 años te dan a elegir para aprender un tercer idioma. La gente que tiene padre, madre o ambos de otro sitio lo tienen un poco más fácil porque quizás puedan reforzar lo que traen de casa más o menos aprendido (que no todo el mundo aquí es capaz de expresarse mínimamente en la lengua de su/s padre/s, las cosas como son), pero quienes tienen padres y abuelos que les hablan en sueco pueden elegir entre el francés, el alemán y el castellano.

Es curioso qué cosas sabe decir en castellano la gente que no sabe castellano. En una proporción muy alta saben decir Dos cervezas, por favor . Dos casos me mostraron la rareza de Por favor ¿Dónde está la salida?, algo que yo hubiera sospechado que está en el nivel Proficiency de un idioma. Y luego están los que solo saben decir procacidades.

De todos modos en Estocolmo hay muchísima gente descendiente de castellanoparlantes y además mucha gente ha vivido o estudiado en sitios como Chile, así que hay mucha gente que entiende y habla castellano muy bien en alguna de sus variantes.

Ya me ha pasado más de una vez que me diga alguien Hablo un poco de español y pensar Pero pedazo de hija de puta, si hablas como si fueras de Salamanca ¿Un poco?. Hay gente que ha vivido unos cuantos años en algún país latinoamericano, hay quien lo aprendió de su pareja y hay quien estuvo cuatro meses aquí o allá y aprendió. Y lo cuenta y se queda uno hecho una mierda, claro.

Es curioso además que sepan mucho o poco tienden a hacerlo lo mejor posible. Supongo que es algo cultural.

Pero lo más alucinante es el inglés. En Estocolmo hay muchísima gente con uno o ambos padres de origen extranjero, eso cuando no son extranjeros todos en casa. Esto hace que no puedas adivinar de dónde es nadie por sus rasgos. De hecho puedes asumir tranquilamente que cualquiera, tenga los rasgos que tenga, es más sueco que ABBA.

En mi trabajo se usa el inglés como lengua oficial y se añade otra capa más a la cebolla de mi despiste porque los suecos no solo aprenden inglés de puta madre sino que clavan el acento con tal entusiasmo que de verdad llegas a pensar que no son suecos. Ese es el nivel buscado por muchos y alcanzado solamente por una parte del total, así que puede uno jugar a las adivinanzas, cagarla y de paso ser un tipo amable que destroza el inglés pero al menos valora que otros alcancen ese grado de maestría aprendiéndolo.

Hay unos cuantos de mis compañeros que tienen acento británico. Uno tiene hasta objetos en su escritorio que anuncian que es un hammer, hincha del West Ham. Desde el primer momento pensé que era inglés por la cosa del fútbol, algunas prendas que lleva y sobre todo el acento. Hasta que le oí hablar en sueco.

Hay otro que tiene un acento de EEUU perfecto para mi oído (que no es el mejor). Giros, acento, bromas, todo. Raras veces tengo que pararle con alguna palabra que me haya pasado.

Por suerte para mí, los suecos suelen tener una paciencia enorme con los problemas de los demás a la hora de expresarse en una lengua que ellos sí dominan.

Es una gozada. En un mes he aprendido más inglés que en años. Y no es solo por tenerlo que hablar a diario (que también), sino porque el que escucho durante horas al día suele ser excelente sin dejar de ser natural. Y el que es un cachondo en su lengua materna sigue siéndolo en otra diferente. Y cachondos hay en todas partes.

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Good Police work. Good police work

La estación de metro en la que me bajo para ir a trabajar es pequeña pero tiene la particularidad de tener muchísimas entradas y salidas, todas muy juntas. Así se entiende que cada día de la primera semana apareciera por una salida diferente. Así conozco el barrio, sí. Y veo cosas.

El tercer día de trabajo salgo por la salida aleatoria de turno y según doblo la esquina veo una banda de plástico de las que pone la policía que cortaba la acera. Al fondo un coche en la calzada con las luces azules puestas. Frente al morro del coche dos agentes de policía dando la espalda a la fachada del edificio y al trozo de acera que había aislado con la banda, que bien podía tener 6m de ancho y 20 de largo. Toda la acera estaba llena de cristales que seguramente venían del agujero de medio metro de diámetro que habían hecho en la luna reforzada de una tienda de Streetwear que hay ahí, con ropa ancha en plan hip-hop, tablas de skate, mucha gorra, esa onda.

Lo alucinante era que en el suelo, tras los policías, parecía haber ocho tíos con la boca pegada al suelo y los brazos extendidos.

Lo primero que pensé (debido a que poco a poco el inglés se me está metiendo en la cabeza pero sobre todo a que tengo más imaginación que un niño que no calla) fue Fucking shit, dis gotta be some Swedish fuckin’ ninja black operieshan.

Y no deja de tener su guasa porque la policía sueca tiende a no andarse con mucha tontería, pero cuenta entre sus filas con amapolas como las que aparecen en este instructivo vídeo:

Total, que me acerco a ver qué era la cosa y resulta que los abnegados agentes habían colocado todos los maniquíes de la tienda con mucho cuidado uno junto a otro delante de la puerta. ¿Para qué? Ni idea.

Me arrepentiré durante mucho tiempo de no haber pedido permiso para hacer unas fotos de la escena. Mucho, mucho tiempo.

Pero vamos, que yo me alegro muchísimo de vivir en un sitio donde la policía no es peligrosa, inquietante, amenazadora o incluso letal por defecto.

Y por eso al buscar fotos de la policía sueca ves reparto de hostias y tíos machotes acorazados, pero ves también fotos como la que ilustra esta entrada.

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