Joan zaitez!!

Joan zaitez!!

Joan zaitez
Alde
Ospa hemendik, 2023

Urte zikina
Urte nazkante
Urte zitala
Urte zatarra

Urte luzea
Urte faltsua
Urte garratza
Urte galdua

Joan zaitez
Alde!
Ospa hemendik, 2023

Lagun bat galdu
Lagun bat galdu
Lagun bat galdu
Berreskuratu
Eta gal ezazu
Berriro ere

Zeure burua galdu
Txakurra galdu
Umea galdu
Familia galdu
Herria galdu
Etxea galdu
Helburua galdu

2020 urtea bilatu, eta ez itzuli

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Regalos de cumpleaños

En este “annus horribilishijueputa del que quedan tantos meses que es 2023 he recibido varios regalos de cumpleaños de gran valor.

Ha sido un año de pérdida tras pérdida.

Una amiga que fue muy amiga durante casi 15 años y ya no lo es y me lo dijo tal cual. Dos amigos que lo eran y mucho desde los 90 y ya ni amigos ni ná. Por pura dejadez. Un amigo desde los 80 casi se pierde del todo o se tira al tren. O las dos cosas, que ese era el plan. Menos mal que se metió al hospital él solito, si no, no sé qué hubiéramos hecho.

Un año en el que he perdido el propósito, la vida y la familia que tenía. O que yo creía que tenía. No sé si lo voy a saber nunca. Los finales definitivos y redondos son cosa de ficción. En las relaciones humanas las cosas pasan y sanseacabó. La única constante es el cambio. A veces el resultado son galletas saliendo del horno y a veces es una mierda así de alta (sostengo mi mano paralela al suelo a cosa de un metro del suelo).

Pero he tenido regalos de gran valor.

Uno: me han ordenado que deje de decir que 2023 es un año perdido.

Otro: me han dicho una retahíla de cosas de esas que se dicen de algunos (poquitos) muertos y encima me lo han dicho en vida.

Otro: he tenido la atención de varios amigos a diario durante meses (no uno ni dos ni tres). A DIARIO. Con todo lo que la vida le ha ido mandando a cada uno de ellos prácticamente a diario también.

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Los maristas se van de Guadalajara… pero no es pa tanto

Me han llegado estos últimos días enlaces con noticias sobre los Maristas marchándose de Guadalajara. En alguna ocasión hasta me felicitaban. Vamos, que en un caso lo que me ha llegado ha sido “La que has liao, pollito” y la noticia.

Según lo veo esto es nada más que los maristas asumiendo que no tienen vocaciones suficientes para cubrir los poquitos puestos que le daban a los “hermanos” en sus propios colegios (en mis tiempos no había más de cuatro) sin recurrir a lo poco que tienen ahora, vocaciones que llegan de sitios como India, el África negra y Latinoamérica. No veo yo una institución que siempre ha sido tan racista y clasista de una forma tan velada como eficaz metiendo profesores de esos sitios a dar clase a lo que consideran la crema de la sociedad local, unos cuantos que no viven mal del todo y unos cuantos becados.

Las instituciones religiosas se mueven como los petroleros: muy despacio y con el dinero en mente. Esto ha sido una decisión económica. Van asumiendo que el negocio de la educación concertada es de donde sacan el dinero y todo lo que no es imprescindible es… prescindible. Con estar ojo avizor y saber que la doctrina que se administra sigue siendo la misma ya está todo arreglado.

Ya me gustaría haberme podido apuntar ese tanto, aunque hubiera sido en parte. Pero bueno, que haya quien viera la noticia, se acordara de mi y me la mandara me hace sentir querido y eso es mucho mejor que haberle complicado la vida a unos cuantos hipócritas. Que lo hice. Lo hicimos. Y lo haremos. Pero este tanto no es mio ni nuestro.

Enlaces a las noticias:

https://www.guadalajaradiario.es/local/57664-la-comunidad-marista-deja-guadalajara-tras-62-anos-en-la-diocesis.html

Los Maristas se quedan sin hermanos maristas en su colegio de Guadalajara

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Abusos sexuales en los Maristas de Guadalajara en los 80

Cualquiera que me haya tratado mínimamente desde que salí de los Maristas en 1984 sabe que nunca me ha costado mucho hablar del pederasta que tuvimos que sufrir como profesor.

A lo largo de los años mi actitud hacia todo aquello ha ido cambiando como he ido cambiando yo. Buena parte de ese proceso está relatado en un texto que escribí hace cosa de siete años con el que pensaba hacer (bueno, quería que alguien hiciera) algún montaje de “spoken word”, pero al final el texto ha servido para otra cosa. Ya lo ha leído un montón de gente y es en cierto modo la tarjeta de visita que he ido mandando a un montón de gente para hablar de estos abusos y en muchos casos que se planteen afrontar los hechos, elegir con quién quieren hablar y hablar de lo que vieron. O no hablar. Lo que sea.

El caso es que de vez en cuando he ido visitando la web de los Maristas Guadalajara no sé muy bien por qué, porque nunca he ido a ninguna reunión de antiguos alumnos o a la fiesta del colegio (que es el 6 de Junio, los Maristas también tienen un Día D). En una de esas visitas a la web me encuentro con que una entidad del Reino Unido le ha dado al colegio la certificación “Keeping Children Safe”. Al principio me reí mucho porque humor negro sigo teniendo, pero luego me enfadé bastante, así que les escribí. Y entre escribir al grupo de “Protección del menor” de Maristas Ibérica y a “Keeping Children Safe” arranca una cadena de eventos que aun no ha terminado.

13 de Julio

Primer contacto con “Protección del menor” de Maristas Ibérica. Hubo intercambio de mensajes hasta octubre del mismo año.

Unos días después el responsable de este grupo me dice que quieren verme en persona sobre todo para pedirme perdón en nombre de la institución por el daño causado. Le digo que él no es quién para pedirme perdón ni yo soy quién para darlo. La trampa judeocristiana de la culpa y la remisión mediante el perdón de la víctima sigue bien viva en ciertos sitios.

El plan de este grupo parece ser (siempre según ellos y cito):

– Hablar con el hermano Antonio Tejedor
– Investigar tanto en Guadalajara como en otros lugares por donde ha pasado este hermano.

Incluso les mando fotos de clase para que tengan contexto. El responsable del grupo de protección del menor me dice que le van a enseñar las fotos a su “hermano”. Yo ya prefiero tomármelo todo a broma, porque a quién se le ocurre.

Hacia mediados de octubre y tras preguntarles de forma insistente me dicen que su investigación está parada hasta que no tengan al menos una víctima que se ponga en contacto con ellos.

Me da un texto introductorio del grupo de protección del menor para que lo publique en un grupo de WhatsApp de antiguos alumnos (lleno de kikos, cofrades, ultraderechistas y un montón de gente muy silenciosa, testigos TODOS de los abusos sexuales) en el que les ofrezco hablar no ya conmigo (que lo intenté) sino con un “hermano marista”, que seguramente les inspire mayor confianza.

15 de julio

Correo a Keeping the Children Safe.

22 de Julio
Sarah Blackmore, CEO de Keeping Children Safe me manda un correo lleno de compromiso, palabras rimbombantes y frases muy largas; me pide permiso para compartir mi mensaje y si quiero permanecer anónimo; me deja muy claro que por supuesto se toman estas cosas con toda la seriedad del mundo. Les he escrito cinco veces desde entonces (tanto a la CEO como a la organización misma) y sigo esperando siquiera un segundo mensaje.

Diciembre de 2022

El diario El País publica un informe de abusos sexuales en el seno de la iglesia católica donde aparece por fin en negro sobre blanco Antonio Tejedor Mingo alias El Morsa. Ahí aparezco con nombre y apellidos (y foto) y también aparece el testimonio de una de sus víctimas, en ese caso con nombre supuesto.

El mismo día el director del colegio manda una carta pública con el siguiente texto:

Estimadas familias:
COMUNICADO
Os escribo para informaros sobre una noticia que se ha publicado en el periódico El País hoy por la mañana, en la que se acusa a un hermano marista de abusos a menores en los años 80 en nuestro centro. Desde que hemos tenido conocimiento, hemos abierto una investigación para esclarecer los hechos ocurridos. En nuestra institución, cuando tenemos conocimiento de un caso, se toman medidas cautelares y se aparta a las personas sujetas a una investigación de cualquier actividad con menores.
Desde el colegio Marista Champagnat de Guadalajara y la Provincia marista Ibérica pedimos perdón a las víctimas por no haber sido capaces de protegerles, y manifestamos nuestra condena a estos hechos dolorosos. Las víctimas son nuestra prioridad y estamos a su disposición para todo lo que necesiten.
Desde el año 2011, en nuestro centro existen unas Políticas de protección del menor que han puesto en marcha acciones de prevención, intervención y sensibilización. En estos momentos contamos con un Equipo de protección del menor cuyo objetivo es garantizar la protección de nuestros niños, niñas y jóvenes.
Si eres o has sido objeto de abuso, haya prescrito o no tu caso para la justicia; o has sido testigo de que un menor ha sido abusado, puedes contactar con el Equipo de protección del menor a través de la siguiente dirección: protecciondelmenor@maristasiberica.com
Para cualquier cuestión, podéis contactar conmigo a través del siguiente correo electrónico:
Guadalajara, 16 de diciembre de 2022

guadalajara.dire@maristasiberica.com
Gracias por vuestro tiempo, estoy a vuestra disposición.

El director
Ángel de las Heras Cuenca

Febrero 2023

El ayuntamiento de Guadalajara (del PSOE) otorga en Noviembre 2022 la certificación “Nivel Avanzado de Promoción y Cuidado de la Infancia”; para mayor escarnio el ayuntamiento les cedió un espacio de importancia para la ceremonia en sí. “Sois nuestro futuro”, dijo el alcalde de Guadalajara a los estudiantes presentes.

Me pongo en contacto con el ayuntamiento de Guadalajara y les envío enlaces a todos los artículos salidos en prensa sobre Antonio Tejedor Mingo alias El Morsa, tanto en la prensa local como en la nacional. Envío información también al Gabinete de Alcaldía y al grupo municipal del PSOE. Cinco meses después (julio 2023) sigo esperando respuesta.

Este mensaje se lo envié no solo al ayuntamiento de Guadalajara sino a las siguientes direcciones:

guadalajara.dire@maristasiberica.es, guadalajara.admon@maristasiberica.com, guadalajara.orienta@maristasguadalajara.es, protecciondelmenor@maristasiberica.com
y por supuesto a la dirección del equipo de investigación de El País (abusos@elpais.es) y a un medio local redaccion@eldecanodeguadalajara.com, que sí que me contestaron, aunque acabaron dando por buena la palabra de la institución (¡bendita inocencia!) y chimpún, a otra cosa mariposa.

Escribo esto cuando julio de 2023 se va terminando al fin y estoy intentando hacer un pequeño balance de todo este maldito 2023 que llevo entre pecho y espalda. Casi todo a la espalda.

Cosas que me llevo

– haber recuperado el contacto (incluso mejor del que tuve en su momento) con antiguos compañeros de colegio que eran y son buena gente.

– los privilegios son para usarlos (con cabeza): yo fui testigo de los abusos sexuales. Los vi bien de cerca (siempre es demasiado cerca) y me salvé de pura suerte, pero a mi no me pasó nada. Los palmeros del pederasta (que son legión, valga la redundancia) tienen argumentos como “pues no sé por qué hablas 40 años después, tiempo has tenido”, “lo mismo buscas notoriedad o subvenciones”, “esto solo busca socavar la institución y la religión católica” o incluso cosas peores. A mi me da igual porque no me pueden decir que si iba borracha, si mi falta era demasiado corta o a ver qué hacía yo por ahí a esas horas porque a mi no me tocó. Hablo porque puedo y por lo tanto tengo que hablar. Hay muchas maneras de decirle a las víctimas que no están solos y esta es una de ellas.

– cuando le pueda contar esta historia a las criaturas que han formado parte de mi vida y me pregunten ¿y tú qué hiciste? no tendré que irme con las ramas y contarles MIERDAS como que ya había pasado mucho tiempo, son cosas que pasan, o qué vas a hacer. Hice lo que pude cuando pude, que no es suficiente porque nunca lo es, pero por algún sitio hay que empezar. Ya que no podemos proteger a los niños del pasado por lo menos hay que intentar proteger a los niños del futuro.

– menos mal que estaba en terapia ANTES de que empezara este festival; las herramientas que he ido adquiriendo son las que me permiten sobrellevar esta y otras miserias que han sucedido en el último año. Sin este recurso la verdad es que no sé qué hubiera hecho porque comerse esto una y otra vez es un trabajo bastante solitario. Piezas y más piezas del puzzle que van cayendo en su sitio. Contar una y otra vez las historias y procesarlas al hacerlo. Escuchar las historias de otros. Somos CIENTOS los que tenemos algo que contar sobre aquello solo en ese colegio, pero Antonio Tejedor Mingo alias el Morsa ha estado activo hasta el mes pasado. Si es que realmente está apartado de todas sus funciones, que esa es otra.

– cuando ya parece que no me caben más mentiras, tontería y maldad en el cuerpo resulta que sí que me cabe más. Que siga la fiesta.

Mierdas que me llevo (y que para algo valdrán, aunque sea de abono)

– constatar que todavía en 2023 los múltiples tentáculos de la iglesia católica española están llenos de hombrecillos a los que les falta tiempo para ponerse de perfil, dejar hacer, escurrir el bulto, hacer la vista gorda y callarse cuando les conviene para no perder pie. Y por supuesto hay una cantidad ingente de pederastas y colaboradores que los van cambiando de sitio, escondiendo y amparando hasta que se van muriendo de viejos y en su cama.

– Los obispos son quienes mueven de un sitio a otro a los sacerdotes, pero los miembros de órdenes religiosas están bajo la autoridad de cada orden. Y todos bajo la del vaticano, que ha reformado el derecho clerical para obligarles a investigar TODAS las denuncias, pero supongo que como este papa de ahora es prácticamente el Che Guevara para toda la carcunda que sigue enquistada en la iglesia católica pues tampoco es que sirva de mucho la presión de su máxima autoridad.

– lo peor de este proceso y con mucha diferencia ha sido la actitud de muchos de mis antiguos compañeros de clase. Por un lado quienes se pusieron de perfil asegurando que si no se acuerdan de lo que comieron ayer cómo se van a acordar de lo que pasó hace 40 años. Por otro lado están quienes meten el colegio, la institución marista, la religión católica y la existencia misma de España en un solo saco y no ven diferencia alguna entre hablar de esto y no sé, fusilar monjas o darle fuego a una catedral mientras se baila alborozado. En este canal de WhatsApp que he mencionado antes he tenido el privilegio de tratar en público y en privado con gusanos abyectos capaces de haber defendido a Antonio Tejedor Mingo alias El Morsa como una bellísima persona a la que tendrían que haber hecho mucho más caso porque mejor les hubiera ido en la vida. En su pecado está su penitencia (hablo en sus mismos términos de sacristía mal ventilada porque estudié con ellos y sé dónde les aprieta el cilicio) porque en ese grupo me consta que hay varias víctimas de Antonio Tejedor Mingo alias El Morsa y cada vez que dudaron de mi palabra o me pusieron a parir o defendieron a este depredador sexual impune cavaron un poco más hondo en las heridas de gente que está en ese mismo grupo de WhatsApp, callados.

– la soledad que se siente la mayor parte del tiempo al remover este lodazal.

– la “moviola”, los “videos mentales” en bucle que recordaba tener y algunos que no recordaba pero que han vuelto con sucesos de aquella época; piezas y más piezas del puzzle que van cayendo en su sitio. Contar una y otra vez las historias. Escuchar las historias de otros. Sí, esto es positivo también, pero al mismo tiempo es un mierdón como el sombrero de un picador, que no se llame nadie a engaño. Yo preferiría muchas veces estar pensando en otras cosas, en cualquier otra cosa, pero a veces no me queda más remedio que pensar en esto.

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Sexual abuse in Maristas Guadalajara in the 1980s

Probably anyone who I have met since I left Maristas in 1984 knows that it is not a long stretch for me to be vocal about the pedophile that we had to suffer as a teacher back then.

Throughout the years my attitude towards all those events has been changing constantly, maybe evolving, just like I did. A good chunk of that process is in a text that I wrote about seven years ago with which I intended to do (well, I wanted someone to do) some kind of “spoken word” show, but in the end the text has served to quite other purpose.

It has already been read by a lot of people, and it is in some way the “visiting card” I have been using to spread around the story of the sexual abuses I witnessed and specially the victims. In some cases it was a way for them to face the facts, choose who they want to talk to, and eventually talk about what they witnessed. Or maybe not. Leaving everything as it was has been the main option for 40 years now. That is an easy wagon to jump in.

From time to time I have been visiting the Maristas Guadalajara website and I don’t exactly know why. I don’t have any relation to them, and I have never been to any alumnii meeting, or to the yearly school “party” (which is June 6, the Maristas too have a D Day to commemorate, how delightful). In one of those visits to the website I found that a UK entity gave the school the “Keeping Children Safe” certification. At first I laughed loud because black humor I still have plenty, you see, but then I got quite angry, so I contacted them. And with contacting a so called “group for protection of the underage” Maristas Ibérica (he Spanish wide Maristas institution) and “Keeping Children Safe” starts a chain of events that is not over yet.

July 2022

July 13

First contact with “Protection of the minor” by Maristas Ibérica. There were emails back and forth until October of the same year.

A few days after the first contact the person in charge of this group told me that they wanted to meet me in person mostly (but not only) to apologize on behalf of the institution for the damage caused. I told him that he is not the one to apologize neither I am the one to forgive. The god damn Judeo-Christian trap of guilt and remission-through-forgiveness of the victim is still well alive in certain places.

The plan of this group seems to be (always according to their own words, and I am quoting now):

– Talk to Brother Antonio Tejedor
– Investigate both in Guadalajara and in other places where this brother has passed.

I even sent to them class photos to provide some context. The head of the group told me that they would show the photos to their “brother.” I took that as a (very dark) joke, because what a sick idea it is to show photos of their alleged victims to a rapist unless you are a police officer and you are in an interrogation room. But what do I know.

By mid-October and after asking them insistently (and them ignoring me) they told me that their investigation was stuck until they could have access to at least one victim that would contact them.

He mailed me a letter from the Group for me to share it in a WhatsApp group formed by former students. This group is a mixture of different flavors of Catholic extremists, militants and supporters of different far right organizations, and a lot of very silent people that leave this extremists do their extremist thing. Needless to say, most if not all of them are witnesses like I was of the SYSTEMATIC sexual abuse many of our school mates endured. When I shared this letter I offered them the chance to talk to a specialized “Marist Brother” rather than talking to me about this, given that I was some kind of church burner extremist to their eyes. I shared the letter and left the group because it was a bit too much for my taste to be exposed to all the filth they constantly share, but I don’t think the letter inspired them great confidence.

July 15

Mail to Keeping The Children Safe.

July 22

Sarah Blackmore, CEO of Keeping Children Safe sent me an email full of commitment, flamboyant words, and very long phrases; she asked me for permission to share my message, and if I wanted to remain anonymous; It made very clear that of course these things are taken with all seriousness. I have contacted five times since then (both the CEO and the organization itself) and I am still waiting for a follow up.

October 2022

On October 28, I give my testimony to an investigator from the Office of the Ombudsman who works on the independent commission in charge of preparing a report on complaints of sexual abuse in the Catholic Church and the role of public authorities. This mission has been entrusted to it by the Spanish Parliament.

Something very interesting is that periodically this working group shares information with the Vatican, which in turn contacts the dioceses and religious orders to investigate the cases.

December 2022

The newspaper El País publishes a report of sexual abuse within the Catholic Church where finally Antonio Tejedor Mingo aka El Morsa is mentioned by name. My full name (and mug) is there too, together with my testimony, together with the testimony of one of his victims, in this case under an alias.

The very same day the director of the school released a public letter with the following text:

Dear families:
DISPATCH
I am writing to inform you about a news piece that has been published in the newspaper El País today in the morning, in which a Marista brother is accused of sexual abuse of minors in the 80s in our center. Since we have had knowledge, we have opened an investigation to clarify the events that occurred. In our institution, when we have knowledge of such a case, precautionary measures are taken and people subject to an investigation are separated from any activity with minors.
From the Marista Champagnat school in Guadalajara and the Iberian Maristas province we apologize to the victims for not having been able to protect them, and we manifest our condemnation of these painful facts. Victims are our priority and we are available for everything they need.
Since 2011, in our center there are some protection policies that have launched prevention, intervention and awareness actions. At the moment we have a minor protection team whose objective is to guarantee the protection of our children and young people.
If you are or have been subject to abuse, wether they have prescribed or not, or you have witnessed that a minor has been abused, you can contact the minor protection team through the following address: protectionelmenor@maristasiberica.com

For any issue, you can contact me through the following email:

Guadalajara, December 16, 2022

guadalajara.dire@maristasiberica.com

Thanks for your time, I am at your disposal.

Director
Ángel de las Heras Cuenca

February 2023

The Guadalajara City Council (PSOE, socialdemocrats) grants in November 2022 the certification “Advanced level of child promotion and care” to Maristas Guadalajara. For greater scorn, the City Council gave them a space of importance for the ceremony itself. “You are our future,” said the mayor of Guadalajara to the students present.

I get in touch with the City of Guadalajara and send links to all articles out of the press about Antonio Tejedor Mingo aka El Morsa, both in the local and national press. I send information also to the mayor’s cabinet and the Municipal Group of PSOE. Five months later I’m still waiting for any answer from any of them.

This message was sent not only to the Guadalajara City Council but also to the following addresses:

guadalajara.dire@maristasiberica.es, guadalajara.admon@maristasiberica.com, guadalajara.oriente@maristasguadalajara.es, protectionelmenor@maristasiberica.com,
and of course to the of the Investigative Team of El País (abuse@elpais.es) working with this cases, and a local media redaccion@eldecanodeguadalajara.com, which did actually answered me, although they ended up taking the institution word for good (Blessed innocenc !) and that was it, off they went to some other news.

I write this when July 2023 is finishing at last and I am trying to make a small balance of all this awful year of 2023.

Things that I will keep close to my heart

– Having recovered the contact (even better than I had at the time) with former schoolmates who were and are good people.

– The privileges are to be used (with common sense): I witnessed sexual abuse. I saw that abuse quite closely (it is always WAY too close) and I didn’t become a victim by sheer luck. The cheerleaders of the pedophile Antonio Tejedor Mingo aka “The Walrus” defended him and/or attacked me with arguments such as “I do not know why you speak up 40 years later, you had plenty of time to “do so, “you are after notoriety or money”, “this only seeks to undermine the institution and the Catholic Church”, or even worse.
My privilege is that I don’t care what they say, and they can hurt me, because they can’t tell me that if I was drunk, that it was my fault because my skirt was too short, or what the hell I was doing so late in dark alley. I speak up because I can, and therefore I have to speak up. There are many ways to tell the victims that they are not alone, and this is just one of them.

– When I can tell this story to the kids and children that have been part of my life and they ask me

“and what did you do?”

I will not have to sweat it and give them some bullshit like” it was a long time ago”, or “shit happens”, or my favorite “what are you going to do about it?”. I did what I could when I could, which is not enough because it is never enough, but you have to start somewhere. Since we cannot protect children from the past, at least we can try and protect the children from the future. Is it really necessary to state the obvious? It seems so!

– Luckily I was in therapy before all this shit festival began; the tools that I have acquired are some of the resources that allow me to cope with this and other miseries that have taken place in my life during the last year. Without this resource, the truth is that I do not know how I would have dealt with this crap over and over and over and over and over again. It is a rather lonely job, wether you want it or not. Pieces and more pieces of the puzzle falling into place. Tell the stories again and again and process them. Listen to the stories of others. We are HUNDREDS who have something to tell about that “man” in that school alone, but Antonio Tejedor Mingo aka El Morsa has been active for over 4 decades, until last month. If he has been separated from all his functions for real, which is still to be proved.

– When it seems that I can’t deal with more bullshit, more lies, and more evil, it turns out that I can! The show must go on. I guess.

Shit that I take with me (assuming that it will be useful in some way, even if it as fertilizer)

– To verify that in 2023 the multiple tentacles of the Spanish Catholic Church are full of little shitty men who are always ready to ignore the facts, turn a blind eye and shut up when it is their turn, so they can keep their little positions, chairs, and job titles. And of course there is a huge amount of pedophiles and collaborators within, that somebody moves around, hide, and protect until they die comfortably in their beds with their reputation intact on most cases.

– Bishops are the ones who move around the priests from one place to the next, but the members of religious orders are under the authority of their orders. And all of them under Vatican authority, who has reformed the clerical law to force them to investigate all the complaints; but I suppose that as the current Pope is (for them) some kind of Che Guevara it is not that across the Catholic Church they seem to be very afraid of receiving pressure from their highest authority.

– The worst of this process (by a very long shot) has been the attitude of many of my former classmates. Some claimed they do not remember what they ate yesterday, so how could they remember what happened 40 years ago. Others put the school, the Maristas institution, the Catholic religion and the very existence of Spain in a single bag, and can’t see any difference between talking about this and, say I, put nuns against a wall and shoot them, or set a cathedral on fire and dance around to celebrate it. In this WhatsApp channel that I have mentioned before I had the privilege of treating in public and privately with abject worms capable of having defended Antonio Tejedor Mingo aka The Walrus as a beautiful person who they should have payed much more attention to because their lives would have been much better better. In his sin is his penance (I speak in his same terms of poorly ventilated church back rooms because I studied among them and I know what kind of shit they have for brains): every time they talked me down, talked shit about me or defended that unpunished sexual predator they dug a little deeper into the wounds of a few victims that happen to be members of that WhatsApp group too, and were reading all that filth in silence.

– The loneliness that comes with the territory, most of the time, that you feel when dealing with this kind of thing.

– The “videos inside my head”, in loop, with memories I always had, and memories that I forgot I had, and I got back. Pieces and more pieces of the puzzle that fall into place. To tell all the stories over and over again. To listen to the stories of others. Yes, this is also positive, but at the same time it is a mountain of shit the size of a tank, let me tell you that. I would (really, really, REALLY!) prefer to be thinking about other things, about anything else. But sometimes I have no choice but to think about this.

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Sarek, una de las últimas zonas salvajes de Europa («¿Te vienes a Mordor… andando?» )

Publicado en Mugalari.info el 15/09/2020: https://mugalari.info/2020/09/15/te-vienes-mordor-andando-sarek-una-las-ultimas-zonas-salvajes-europa/

El Parque Nacional de Sarek tiene casi la extensión de Bizkaia, contiene la mitad de las montañas más altas de Suecia y más de 100 glaciares, o lo que queda de ellos. Combinado con los dos parques adyacentes (Padjelanta al oeste y Stora Sjöfallet al norte) suman el doble de la extensión de Bizkaia, más de 5,000 km2. Es uno de los territorios más salvajes de Europa y a diferencia de lo que suelen ser muchos espacios naturales suecos y gran parte de fjällen (las montañas que hacen frontera con Noruega) la señalización es escasa o inexistente, no hay cabañas en las que refugiarse, no hay cobertura de teléfono y casi nunca hay puentes para cruzar la miríada de arroyos, lagos y arroyuelos que hay por todas partes, lo cual será motivo de diversión sin fin como se verá posteriormente.


El avance es un poco más fácil si hay spånger.

Muchos de los caminos que hay que usar son en realidad pasos que los renos han hecho a lo largo de los siglos. A veces sí que hay spånger (leído “spóanguer”), esas pistas de tablones que la Asociación Sueca de Turismo (STF) construye a veces para que se pueda pasar por algunos sitios y para que en otros el impacto de la gente pasando sea el menor posible. En este caso es más bien la primera opción porque vimos un total de diez personas y eso porque a dos de ellas las vimos varias veces. Pero primero hay que llegar.

20 horas de coche desde Estocolmo (que solo le parece el norte de algo a quien no ha estado en el norte de verdad) nos irían mostrando más y más nombres de ciudades terminadas en å como Umeå, Skelefteå, Piteå y Luleå, que indican al viajero que las cosas están cambiando y estamos entrando en el norte. Una vez que entramos al núcleo duro del país de los Samis (que se llama Sápmi) hay más y más sitios con doble K en el nombre. En estos sitios es donde la sempiterna señal de tráfico que advierte del peligro (mortal) de alces en la carretera puede pasar a ser una advertencia de que conduzcas despacio porque los renos tienen preferencia y pasan totalmente de ti y de mi.


El camino a veces es fácil.

Por supuesto en 20 horas de coche de una tacada no se deberían hacer y menos conduciendo una sola persona (yo no conduzco ni la electricidad) así que junto a un cementerio-bosque cerca de Umeå el hombre de acción montó su hamaca de invierno y este que lo cuenta se quedó en el coche. Unas ocho horas más tarde llegamos a Kvikkjokk, dejamos el coche en el parking junto a dos docenas más de vehículos, casi todos de Suecia y de Alemania.


Hamaca con aislamiento invernal para la espalda. La mochila, debajo, protegida contra la lluvia. Las botas apuntan hacia abajo para que el agua pueda salir en caso de lluvia.

Para evitar bombardear con nombres largos y difíciles vamos a simplificar un poco: El plan original era asomarnos a la grandeza del parque nacional de Sarek, subir a uno de los fjällen más accesibles de la parte sur y tener así una vista general de esa parte del Parque. Siempre dependiendo de las condiciones del terreno, del tiempo que hubiera y de nuestro estado general.

El arranque de la ruta es casi un día entero andando cuesta arriba por pistas llenas de piedras de todos los tamaños que alguien parece haber puesto adrede para que sea más difícil progresar. En realidad no es así, claro, es la pista de invierno que se sube con pieles en los esquís y tirando de un trineo. Las piedras solo son un problema para quienes vamos cuando no hay nieve, que es durante unos pocos meses al año. Durante el resto del año esta zona es una de las que tienen más nieve de toda Suecia, no siendo extraño que haya tres, cuatro y hasta más metros.


Partes de un trineo.

En parte porque las comunicaciones en este sitio solo funcionan via satélite y también porque estoy aprendiendo todo a la vez, llevamos mapa, brújula y dos GPS que nos permiten recibir pronósticos del tiempo que celebramos como merece cuando tenemos que instalar un toldo y meternos debajo porque con el diluvio universal no hay manera de andar con mucho equipo a las espaldas aunque el pronóstico del tiempo diga que hay un 10% de probabilidades de lluvia. En fin, es la montaña y lo mismo te quita que te da y tienes una estación del año diferente cada poco rato. Un par de señores que hace mucho que se jubilaron tienen a bien parar un rato al lado de nuestro toldo a fumar. Seguramente son las únicas personas en 40 km a la redonda. Caminan al tran-tran, con mochilas gigantescas, cada uno con una vara cónica y retorcida que parece el tronco seco de un abeto y les hacen parecer Gandalf y su asistente; para más inri usan botas de goma. Ellos no lo saben pero son bautizados como Oldie y Goldie.

Los colores del otoño están estallando por todas partes, hay enormes extensiones donde la vegetación dominante es el arándano y veo Boletus Edulis sin tener que apartarme siquiera del camino (“camino” en el sentido más creativo de la palabra) pero cuesta mucho avanzar aunque lleve bastones y no es plan de estar parando y agachándome todo el rato. Comida ya llevamos, ya.

Tras varios kilómetros de bosque, con y sin caminos, con muchos saltos de roca en roca llega el momento estrella del día. Parafraseando a Ernesto Sevilla, me vi en la siguiente situación:

– ¿Quieres cruzar un arroyo gélido caminando sobre un torrezno de Soria de 4 metros de largo con 30 kg a la espalda?

– ¡Joder, sí! ¿Cómo no me lo habías dicho antes?


¿Quién dijo miedo? Pues mira, yo mismo.

Cruzamos el último arroyo, que discurre entre piedras de entre 50cm y un metro de alzada, antes de encontrar un sitio bueno para establecer el campamento. Una vez están la tienda y la hamaca en posición aparecen Oldie y Goldie, que a punto están de poner el chiringuito al lado nuestro, pero eligen un sitio que acabamos de desestimar porque al pisar rezuma agua. Se lo decimos, claro. Oldie sentencia la cuestión con un “bah, no es más que agua”. Nos toman un poco más en serio cuando mi amigo termina de ayudarme con mi tienda y va a ayudarles con al suya, con la que llevaban casi una hora en danza. Seguramente el nieto de alguno de ellos les ha convencido de usar un igloo super sofisticado en lugar del monstruo de acero y algodón que sin duda pensaban usar en su viaje y los pobres señores se estaban haciendo un lío de los buenos.

De montar tiendas saben poco, pero al rato tienen una hoguera funcionando en la que se puede carbonizar un ternero y sin duda se ve desde el espacio. Seguramente no tienen mosquitos cerca. Ya me gustaría, porque los mosquitos de Sápmi solo dejan de mortificarme cuando estamos bajo cero o cuando sopla un viento de más de 10 km/h y en ese momento no tenemos ninguna de esas bendiciones. Me ponen como una mazorca desde el primer día y así es como vuelvo a casa después del viaje. Como siempre.

Llueve con intensidad durante la mayor parte de la noche a pesar del pronóstico del tiempo.

El día siguiente comienza como viene siendo la tónica: cuesta arriba. La lluvia nos ha hecho perder bastante tiempo, así que no me dejan desayunar ni tomar café siquiera. Que ya haremos algo dentro de un rato cuando lleguemos arriba, me dice mi amigo. El hecho de que el día anterior no hubiera trazas de nuestra decisión de marchar como hacen los esquiadores militares suecos y noruegos (marcha 50-55 minutos, descanso 5-10) no me hizo sospechar que ese “en un rato” pudiera ser un “ahorita mismo, compai”.

Total, hacia mediodía llegamos “arriba” y al final del bosque. En ese bosque mi amigo y su mujer decidieron hace seis años parar y echar una siesta reparadora. Era verano y hacía más de 25ºC. Cuando se despertaron había entre ellos huellas de oso que no estaban cuando llegaron. Los osos en Suecia sienten una irresistible curiosidad hacia los humanos pero también saben que cuanto menos se les vea mejor les va a ir, así que se acercan mucho pero no es frecuente que se acerquen tantísimo. Vamos haciendo mucho ruido al andar, así que las posibilidades de ver uno son remotas. Lástima.


Bosque de abetos. Tupido y salvaje. El hogar de los osos.

La extensión abierta que hay entre nosotros y los primeros fjällen puede ser de unos 15 km. Ahí es cuando empezamos a experimentar la ilusión óptica de que las montañas no cambian de tamaño aunque nos acerquemos a ellas. De hecho caminaríamos horas por las laderas al día siguiente y los fjällen siguen pareciendo exactamente igual de grandes. Inmensos. Estos fjällen no son sino montañas gigantescas que debido a la erosión del hielo que se desplazó sobre ellos tienen la forma de una colina, lo que los hace característicos de este sitio en particular. No hay cumbres ni “dedos” apuntando al cielo como es común en Noruega salvo en unos pocos sitios como en Sylarna (“los punzones”). En general, los fjällen son Suecia y si hay picos es porque estás en Noruega.


Estación científica.

Total, vamos llegando a Pårek (leído “Póarek”), la zona que hemos elegido como base. Hay que vadear un río que me describen como “de entre 10 y 20 metros de ancho”. Me pregunto qué habré hecho el resto de mi vida sin referencias así de precisas, pero ya es tarde para hacer nada que no sea vadear y no hay alternativa posible. STF pone en estos sitios en los que no construye puentes colgantes (seguramente porque durante los deshielos el agua se los lleva) unas estructuras triangulares de madera rodeando ciertas piedras, marcando así una ruta posible de vadeo. Más o menos se puede saltar de triángulo en triángulo durante parte del recorrido, pero el agua no cubre más allá de la rodilla y no bajaba con demasiada fuerza.

Un par de kilómetros más allá de la orilla encontramos unos paneles explicativos sobre un campamento científico a un km de distancia que decidimos visitar. Hay casas ahí que son edificios monumentales catalogados, aunque más parecen bunkers. Ahí vivieron durante años científicos de la universidad de Uppsala que se internaban en el parque de Sarek para estudiar los glaciares (en Escandinavia hay científicos que se ocupan exclusivamente de ellos). Cómo sería la vida de estos hombres hace cien años, cuando los inviernos todavía eran inviernos es algo que sólo podemos intentar imaginar. En una placa de metal cuidadosamente pintada nos dan el nombre de un científico de Uppsala al que debemos notificar si vemos algo anormal o fuera de lugar en esas instalaciones. La posibilidad de que este buen señor lleve muerto 90 años no es algo que haya que desestimar de raíz, pero tampoco que tenga 29 años y no haya puesto su dirección de correo electrónico porque esa placa siempre se ha redactado así.


Fjällen.

Los chavales alemanes que han cruzado el río detrás nuestro nos han tomado la delantera porque no hay visitado el campamento científico (y su museo científico que no se puede visitar) así que nos quitan el sitio que teníamos pensado para montar el campamento. Como tantos viajeros alemanes que se ven en fjällen predomina la indumentaria verde-gris (aunque sea de marcas suecas), las mochilas militares y el pelo corto. Uno de ellos entabla conversación con nosotros (como haría cualquier persona razonable salvo que sea de Estocolmo) y la cosa desemboca en varias novedades para los jóvenes germanos:

– Sí, hay un lago al norte de nuestra ubicación, pero el lago que ellos creían que tenían a mano está a un día muy largo caminando hacia el oeste.

– Su ruta de 38 km en ocho días se puede hacer si no tocas el suelo. Es decir, si puedes volar a baja altura siempre y cuando el clima diabólico del valle que tienen que cruzar este-oeste lo permita. Además, las laderas de ese valle son muy escarpadas y hay peligro de aludes 12 meses al año.

– No sólo no saben leer mapas, sino que no llevan GPS. “Llevamos los teléfonos”, dice muy sonriente.

A pesar de la animadversión que todavía muchos daneses tienen hacia los alemanes vestidos de verde y con el pelo corto mi amigo pasa cerca de una hora con el que parece al cargo de los mapas poniéndole al tanto de la posición exacta en la que estamos y en qué punto podría tener sentido que se dieran media vuelta para poder llegar a tiempo de la segunda parte de su viaje, que es cruzar en coche a Noruega e intentar hacer otra aventura igual de disparatada que esta o incluso más.

El repertorio de bromas que mi amigo tiene sobre la vieja tradición germana de mandar jovenzuelos a lugares remotos a jugarse la vida y casi siempre perderla es sorprendentemente rico y variado y enriquece la ya de por sí fantástica cena. El cielo raso hace que la temperatura baje bruscamente y nos metemos en nuestros nidos. Bajo cero y con un 90% de humedad pasamos una noche dura. Sobre todo quien sigue empeñado en dormir en una hamaca.

Al día siguiente no ha desaparecido del todo la escarcha (una pelarda buena, en castellano de verdad) y ya tengo diez mosquitos dando por saco. Los mosquitos de esta tierra no dejan de fascinarme. El plan para hoy es subir hasta una cierta altura por las laderas para tener un poco de visión real del terreno al este del campamento y decidir si vamos a volver por ahí o por donde vinimos. Y comernos un paquete de cecina de León a la vista de los renos, que es una cosa que me gusta a mi hacer. Después de desayunar el enfermero super equipado con el que viajo cuida de las ampollas más preocupantes que tengo en los talones con Termoplast, que es como una tirita que cortas del tamaño que quieras y aplicas sobre la herida del pie (a poder ser antes de tener una herida, con los primeros síntomas) y se pega mediante el pegamento que trae y el calor de la mano. Parecido a lo que se ponen los pelotaris en la mano, para entendernos. Se funde con la piel y es mejor dejarlo ahí hasta que no haga falta ya, porque al arrancarlo se puede llevar más de lo que uno quisiera.

Todo tiene su lado bueno. Mi resistencia a saltar entre dos piedras un arroyo de agua de deshielo me lleva a encontrar un montón de lagópodos que se marchan andando bastante despacio claramente importunados por la invasión de sus espacio, una familia de mirlos acuáticos que me ignoran olímpicamente y algo para mí prodigioso: la nieve y el hielo que todavía aguanta desde el año pasado tiene manchas rosas y rojas. Es un alga que prolifera en el hielo que es relativamente frecuente aquí y que por cierto está apareciendo en los polos gracias al cambio climático. Siguiendo las huellas de los renos que usan este puente de nieve (de más de 2m de grosor) paso al otro lado, no sin antes recibir instrucción básica sobre qué hacer si el puente vence bajo mis pies y me hundo en esa nieve. Viajo con una enciclopedia con todas las certificaciones de agua, hielo y nieve.


Algas rojas.

En esta zona los Sami están concentrando a los renos para recuento y vacunación durante en estas semanas, pero todavía nos encontramos con pequeños grupos aquí y allá. Algunos se nos acercan bastante, asumiendo quizás que somos pastores y les vamos a dar un poco de sal, que escasea en esta naturaleza y les gusta mucho. Ven, de lejos eso sí, que no somos Sami y siguen a los suyo.


Según la tradición Sami en estos árboles que se retuercen hay un espíritu atrapado.

Al bajar encontramos junto a una cabaña lo que parecen las piezas de un trineo de perros o quizás de renos. Los trineos de perros eran poco comunes en Sápmi, pero nunca se sabe. Nosotros por lo menos sabemos que no sabemos sin necesidad de ser alemanes, como parece que va quedando claro.

Lo que parece un águila real toma una térmica muy cerca de donde estamos. Es una visión que uno recibe en silencio como al contemplar una catedral. Lo menciono porque en esta expedición se habla mucho. Vaya que si se habla.

Volvemos al campamento y decidimos que es un buen momento para seguir el viaje. La nueva ruta puede implicar dos o incluso tres días por encima del plan y no queremos arriesgar en exceso. Yo viajo de vuelta a Estocolmo, pero el conductor sigue hasta Copenhague, que son 500 más a añadir a esas 20 horas de coche que nos costó llegar. Total, desandamos el camino vadeando el río de entre 10 y 20 metros de ancho. Yo creo que son más 25 que otra cosa, pero qué sabré yo, que sólo le he vadeado dos veces. Eso de que el agua nunca está más fría de una cierta temperatura y que el hielo sí que está frío y todo eso… puede ser. Pero el agua que baja de los glaciares tiene un toque especial. Paras y parece que todo va bien, pero no puedes parar mucho, así que al moverte notas cómo el frío se intensifica y te arranca el calor del cuerpo, razón por la que aunque sude por el peso de la mochila y no haga mucho frío llevo un gorro de lana de invierno. Ese frío es el que hace que las abundantes ampollas de los pies estallen y al salir a la orilla tengamos pequeñas heridas sangrantes en los pies. Suena mucho más terrible que lo que es, esa misma agua parece tener un efecto senador en la piel y sobre todo en el ánimo. Dejamos que los pies se sequen por evaporación mientras vemos a una mujer menuda y determinada acometer el cruce del río.

Cuando llega a nuestro lado saluda con el tono cantarín que distingue a los noruegos. Viene desde Abisko y le ha costado tres semanas llegar hasta donde estamos. Estos chicos alemanes con los que hablamos deberían pasar un par de días con esta jabata para saber lo que vale un peine. Echamos a andar para cruzar la extensión de bloques de piedra y hierba alta de varios kilómetros de extensión que nos separa del lugar donde queremos montar el campamento. El avance es costoso pero tiene la ventaja de que de vez en cuando hay que dejar de prestar tantísima atención al suelo y dónde va ir cada pie y cada bastón y se puede uno parar, respirar un poco y mirar en derredor, la belleza de los colores del otoño, el amarillo, el rojo, el naranja, los majestuosos colosos de piedra con sus obstinadas manchas de nieve a nuestra espalda, el bosque viejo y tupido, con líquenes espesos como alfombras frente a nosotros, el viento del oeste, directo desde los glaciares y Noruega, que nos avanza lo que llegaría esa noche.


Bosque espeso.


Agua por doquier

Ahí es donde vemos con su paso lento pero seguro, bueno los ve mi amigo que tiene ojo de águila, a Oldie y Goldie con sus varas de mago de la Tierra Media y sus mochilas gigantescas cubiertas con las fundas para la lluvia.

Van camino de una de las cabañas que hemos visto cerca del bosque por la mañana. Seguramente el tipo al que hemos oído cortar leña con una motosierra está preparando material para la pira que estos dos montarán más pronto que tarde. Aunque no se deba mi amigo ha intentado pescar y casi saca del agua nuestra cena, a la que llegamos a ver pero no tocar. Oldie nos dice que no se puede pero que a todo el mundo le da igual, que ellos también llevan equipo de pesca, bueno en realidad no lo llevan. Pero si lo llevaran lo usarían.

Se ríen mucho con mi frente llena de picotazos de mosquitos. Me agradecen en el alma que haya dado la cena y puesto a dormir a todos los mosquitos del valle. Me dicen que lo que tengo que hacer es usar un sombrero. La verdad es que los suyos me parecen totalmente normales y corrientes en su fealdad, así que asumo que me están vacilando y nos reímos todos mucho. Goldie nos dice dónde han hecho noche y que han dejado “un poco de leña” ahí. Cuando les hacemos saber sobre la pequeña y feroz mujer noruega que viene de camino detrás nuestro (y que vemos bambolearse en la distancia de vez en cuando entre las rocas con su mochilón) Goldie, lejos de mostrar sorpresa por el periplo que lleva la mujer entre pecho y espalda, dice que lo que tenemos que hacer es darle whiskey y a ver qué hace.

Claramente estos dos no son de Estocolmo.

Total, les deseamos un buen viaje con sus botas de goma y sus varas marca “You Shall Not Pass” y tras unos cuantos kilómetros de delirio pétreo y los ocasionales tramos de “spånger” llegamos al campamento. Lo reconocemos de inmediato porque hay leña para asar dos corderos.


El cuarto de estar muy lejos del cuarto de estar.

Elijo un sitio a 40 metros del fuego para poner la tienda y mi amigo pone la suya (sí, llevaba tienda y hamaca, el disparatado peso que transportamos es por algo) a casi 100. La tienda es individual, así que el toldo de la hamaca pasa a convertirse en refugio de la mochila en caso de que llueva, algo poco probable porque el pronóstico del tiempo dice que casi seguro que no lloverá. Nos reímos mucho cuando lo vemos y le damos bastantes vueltas a la dirección del viento y de las tiendas. Como si importara. Como si a este viento, a este sitio, le costara mucho hacer su voluntad de todas las maneras posibles.

Cenamos frente a una inmensa extensión en la que dominan los colores otoñales realzados por esta luz difusa que hay al norte del círculo polar, que parece llegar de todas partes al mismo tiempo, fjällen de fondo, una hoguera potente delante, buena conversación, buena compañía y comida alta en calorías. No se puede pedir mucho más. Logramos identificar a unos cuantos renos en la zona y vemos movimiento de muchos más animales que no podemos identificar.


Renos, el único animal doméstico que vive libre en el paraíso

Antes de que se haga de noche estamos metidos en el saco. Hacia las 3AM empieza a llover furiosamente. Dentro de la tienda cuatro gotas suenan como un túnel de lavado, así que me asomo con cuidado a ver si ese es el caso. No, esto no son cuatro gotas. Es un túnel de lavado de los buenos. A las 4 sigue lloviendo tanto que no puedo ni escuchar mis pensamientos, pero tampoco dormirme del todo. En el duermevela que sigue me parece oír un bramido sordo en la distancia, un estruendo que parece estarse acercando y viene sin duda de Padjenalta y sus montañas, de la frontera con Noruega. El estruendo no es sino el viento del oeste, que por alguna razón parece resonar pero sin impacto, la tienda absorbe la fuerza del viento sin mayor problema y la lluvia sigue con los suyo.

El camino hacia fjällen, las montañas que siguen teniendo el mismo tamaño da igual lo cerca que estés.

Le estamos empezando a coger el aire a los pronósticos del tiempo que recibimos, así que decidimos que a nadie le gusta empaquetar todo bajo la lluvia y si se diera la remota posibilidad de que nos lloviera durante la mañana esperaríamos a que descampara para desayunar y arrancar. A nadie le gusta meter en la mochila una tienda mojada.

Hacia las 9 la lluvia para. Mi amigo ha pasado mala noche porque su padre lleva mucho tiempo enfermo de cáncer y esta noche ha tenido la certeza de que ha fallecido. Por supuesto que no tiene ningún sentido y además en su familia hay un acuerdo establecido desde hace años de no dar malas noticias a nadie que esté de viaje incluso si ya está de vuelta, porque a nadie ayuda recibir malas noticias cuando hay que conducir 2,000 km. Con el GPS podemos mandar y recibir SMS, pero no lo usamos. Una vez desayunamos como si tuviéramos trabajos honestos le digo que estoy listo para volver a casa; que no estoy triste, ni roto ni muy cansado, pero me queda gas para dos días y es lo que vamos a necesitar para el viaje de vuelta. No entro en detalles sobre una rodilla que me está empezando a fallar, bastantes preocupaciones tenemos ya todos.

Bosque y más bosque. Líquenes de todos los colores, los abetos le comen el terreno a los abedules y los arándanos a todo lo demás. El camino se va haciendo más y más duro, cuesta abajo y cuesta arriba, pero con enormes piedras que no ayudan al caminante con peso y ampollas en los sitios más divertidos. Encontramos en varios parajes los restos de grandes hogueras recientes, en uno de los casos dos hogueras. Seguramente Oldie y Goldie durmieron entre ellas para calentarse y mandar de paso señales a la estación espacial internacional. Al moverse tan despacio han ido haciendo una de estas piras cada cuatro o cinco kilómetros. Una forma interesante de viajar. Y lo digo con mucha envidia. Ya me gustaría llegar a esas edades, poder hacer estas cosas y tener con quién hacerlas.

Llegamos al lugar donde hicimos noche la primera vez, cruzamos varios arroyos más o menos complicados y nos sentamos a comer uno de esos estofados maravillosos que salen de una bolsa diminuta a la que se añade agua hirviendo. Uno de los hombros de mi amigo parece estar cediendo, una herida de hace un par de años que requirió cirugía, baja durante meses y acarrea complicaciones sin fin a quien lleva mochilas de 95L llenas a reventar.

Seguimos cruzando bosque, intentando mantenernos en la ruta más fácil y estable porque seguimos de cachondeo todo el rato pero ahora es porque vamos sufriendo un poco, cada uno con lo nuestro. Me las iba prometiendo muy felices pensando que me había librado del cruce del río mediante pontón fino y bamboleante a cambio de cruzar dos o tres arroyos, marismas y marjales dando saltitos de piedra en piedra como una bailarina de 100 kg, pero no señor. El paso del río está documentado de forma exhaustiva porque la posibilidad de que me cayera dentro era más que evidente. Yo me lo tomé con la seriedad de cruzar un foso infestado de cocodrilos árticos y teniendo claro que un metro de agua al norte del círculo polar no es algo que mate pero te jode la mañana. Yo creo que el paso fue armonioso, de ejecución impecable y una vez más oculté mis emociones como si fuera del mismo Tokyo, pero mi amigo se rió tanto que le dolía la tripa.

Todo llega, incluso lo bueno. Todo ese bosque que recorrimos cuesta arriba con la esperanza de recorrerlo cuesta abajo parecía ser cuesta arriba otra vez, una y otra vez. Con spånger aquí y allá y pedruscos y arroyos discurriendo entre ellos por todas partes. Y esos bosques impenetrables, espesos, a ambos lados. Pero llegamos al aparcamiento. Dejamos la mochila en el suelo, nos dimos la enhorabuena y nos comimos una tableta de chocolate con bajo contenido en chocolate y alto contenido en azúcar.

La estación de montaña de Kvikkjokk no ofrece servicios a los viajeros a menos que tengas reservado con tiempo y reserves habitación debido a la COVID, así que plan B: encontramos un lago glaciar en el que montamos una ducha portátil que llenamos en parte con agua hirviendo para que al mezclarla con el agua del lago no nos de una hipotermia. Una ducha de siete minutos que sale de una bolsa que viene en un paquete del tamaño de un teléfono. El agua no está caliente, el viento que sopla no es veraniego y el cielo no es azul, pero no recuerdo la última vez que una ducha me hizo tanto bien.

Viajamos a Jokkmokk, donde en febrero celebran un mercado anual activo desde el siglo XVII que es el mayor evento cultural de los Sami, a buscar algo de cenar y de paso si podemos dar con un sitio de masaje tailandés donde puedan arreglar el hombro del conductor de este viaje. Cenamos en el coche porque parece que la cosa corre prisa. La pizza de reno y arándanos rojos me dura lo que se tarda en pronunciarlo. Recorremos Umeå, ya casi a las 22h, buscando un sitio de masaje que esté abierto pero fallamos miserablemente un par de veces, llegando cuando acababan de cerrar. Decidimos parar a dormir en algún lado (esta vez algo que no sea un cementerio si es posible) y a la mañana siguiente encontramos un sitio en Sundsvall (ya a pocos cientos de km de Estocolmo) donde crujen a mi amigo de pies a cabeza y le colocan todas las articulaciones.

Para las cuatro de la tarde, casi 24h después de empezar a viajar en Kvikkjokk, estamos entrando en Estocolmo bajo una lluvia torrencial que la verdad es que nos asusta bastante poquito a pesar del ocasional aquaplaning.

Cuando voy a hacer la compra camino con mucha menos soltura y velocidad que Oldie y Goldie en un mal día. Pero qué digo de mal día. ¿Quién ha tenido un mal día aquí? Tengo marcas, picotazos, rozaduras y tiritas por todas partes pero de camino ya hemos ido hablando de qué hacer para la próxima, que va a ser en invierno. Quizás ir al fin al sitio donde Amundsen entrenaba para sus viajes en los polos. Pero ahora tengo que hacer la compra, que tengo que preparar la cena. Con velitas.

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Vida de reno

Publicado en Mugalari.info el 30/04/2019: https://mugalari.info/2019/04/30/viajar-vicente-carrasco-·-vida-reno/

El reno es uno de los pocos animales de Europa al que le ha tocado ser explotado por los humanos, vivir libre, no existir en su forma salvaje y aun así ser muy pocos los individuos que realmente viven en cautividad como lo haría cualquier otro tipo de ganado. Todo a la vez y sin buscarlo.

Todas las fotos son del autor.

Los renos viven en Sápmi, la tierra de los Sami, los pueblos originarios del Norte de Europa, en lo que sería el tercio superior de Noruega, Suecia, Finlandia y también un poquito de la zona más próxima del ártico ruso. Allá donde hay renos hay Sami y donde hay Sami hay renos. La frontera sur de los renos es también la de los Sami. En Suecia y Noruega para poder poseer renos hay que ser Sami. En Finlandia no hay una normativa tan estricta y en Rusia mucho menos.

Una de las imágenes más habituales del país de los renos es lo que hay quien llama “el control de carretera al estilo Sápmi”, que es un grupo de renos que puede oscilar entre cuatro y cincuenta, en mitad de la carretera, sin hacer mucho más que ignorar muy aplicadamente los coches que se van colocando el fila en ambos sentidos hasta que los renos decidan si pasar a un lado o al otro de la carretera. Por encima de las consideraciones de seguridad más evidentes (es mejor no chocar contra un animal que puede pasar de los 50 kg sin problema y en algunos casos sobrepasar los 100) los renos tienen prioridad absoluta. Nadie pita, nadie se baja del coche a hacer aspavientos. Los renos vienen y los renos se van cuando mejor les parece. En invierno puede llevar un rato porque la carretera es la única fuente de sal que tienen a mano y es por esto que se les encuentra en grupos lamiendo la carretera con ojos glotones. En verano estoy convencido de que lo hacen porque pueden y ya está.

Stor renfara · En un mismo día tuve la suerte de poder ver renos en tres entornos diferentes. Primero en una carretera donde una señal alertaba de un “Stor renfara”, alto riesgo de renos. En este caso la señal no avisa de que es posible que suceda, sino de que mejor que vayas despacio y atento porque vas a ver un montón y no todos actúan de un modo más o menos previsible, sobre todo los jóvenes. Van a cruzar en el último momento y cuando no hay que hacerlo, porque todavía no saben de coches.

Más tarde, en Grövelsjon, cruzamos en un barquito de 10 plazas un lago por cuyo centro pasa la frontera entre Suecia y Noruega. Una vez en el lado noruego del lago el piloto de la embarcación nos señaló (mientras manejaba el timón con un pie para poder hablar a la gente desde lo alto de la cabina) los restos de un avión alemán que cayó allí tras ser alcanzado durante la batalla de Narvik, en 1940. Después de la ocupación alemana los granjeros desmantelaron el aparato hasta su estado actual y todavía hoy pueden encontrarse en las granjas vecinas piezas de aquél aparato, muy contentos de poder aprovechar todo aquél aluminio caído del cielo. Ahora no se puede ni tocar, al estar protegido por las estrictas leyes noruegas de conservación de la memoria histórica, pero no me voy a extender por ese lado porque nos vamos a enfadar todos menos las malas personas.

El barquito te deja en un embarcadero que parece de atrezzo, como tantas cosas en Noruega, donde al llegar nosotros se estaba embarcando una pareja que podría superar, combinados, los 150 años sin mayor problema en una barquita más vieja que ellos, con sus botas de goma, sus maravillosos jerséis noruegos, su cesta con el almuerzo y sus movimientos certeros y ágiles. Creo que esa es otra cosa que me gustaría ser de mayor: ellos. Si llego a ser tan mayor.

Tras ascender a través de una sucesión de colinas cubiertas por los bloques de piedra de todos los tamaños que los glaciares dejaron a su paso hace miles de años y los árboles que se las apañan para crecer entre los bloques y a pesar del clima sub-ártico, entramos en los fjällen, las gigantescas colinas suecas que no son sino lo que queda de las montañas cuando una capa de hielo de varios kilómetros de espesor se desplaza sobre ellas. En estos fjällen es donde los renos pasan el verano. Cuando llegamos, a finales de julio, ya había pasado el momento en el que los pastores Sami los concentran para contarlos, vacunarlos y marcar a los que han nacido esa primavera.

La ilusión · En mitad de esta inmensidad donde es tan difícil hacerse idea del tamaño de las cosas porque no hay casi referentes, una valla raquítica intenta mantener la ilusión de que hay aquí dos países. Es una valla, nos dijeron, que ayuda a los Sami de un lado y otro a mantener sus renos más o menos separados. La alambrada tiene muchas puertas sin candado siquiera que uno abre y cierra a su conveniencia. Cruzamos a Noruega para tomar café, el primer almuerzo podríamos decir, y así he cruzado entre Suecia y Noruega muchas veces en esa zona sin mayor consideración que la de volver a cerrar la puerta tras nosotros. Durante la mayor parte del año la valla es imposible de encontrar bajo los metros de nieve que cubren ese territorio y el letrero de Norge (en el lado sueco) y Sverige (en el lado noruego) parece tan falto de mantenimiento como corresponde a una división que al menos en ese lugar significa bastante poco.

Los renos viven en total libertad y reunirlos es cosa que se dice pronto, pero incluso con los collares GPS que le ponen a algunos machos, el uso de helicópteros y pasando cantidades industriales de tiempo en la naturaleza, en un terreno inmenso donde casi no hay caminos y solo en invierno se puede usar la moto de nieve, sigue siendo una tarea de una complejidad que escapa a la comprensión.

A finales de julio, decía, los renos están todavía un poco alborotados por haber estado todos juntos, haber sido vacunados y marcados, así que muchos están en lo alto de los fjällen. En parte porque ahí habrá menos trajín de humanos y en parte porque el verano de 2018 fue inusualmente cálido y seco, así que no sobraba el alimento. Estamos hablando de que un verano normal en estos andurriales puede haber muchos días con 9ºC de temperatura máxima, con niebla o lluvia noche y día durante semanas y tuvimos 20 grados de mínima un día tras otro.

Los renos tienen una capa de pelo muy espesa, un pelo muy ligero, hueco como si fuera una tubería diminuta y de una textura un tanto pegajosa, posiblemente para ser más impermeable. En verano, más aún con ese calor, pierden grandes mechones de ese pelo y parecen unas criaturas un tanto andrajosas, con sus andares desgarbados, como de dromedario, sus pezuñas desproporcionadamente anchas para poder caminar en la nieve sin hundirse del todo y esos ojos saltones, como sorprendidos, con los que apuntan al visitante como si les estuviéramos interrumpiendo mientras hacen cálculos muy complejos.

Entre las cosas únicas que los renos parecen tener es que todos tienen el mismo timbre de voz, lejos de lo que quiera esperarse de un animalito peludo y adorable y más próximo a lo que podría emitir un sapo de 50 kg.

Es como un bramido afónico que emiten por igual los cachorros perdidos, las madres que los llaman y los machos que corren, aparentemente sin motivo, con el cuello estirado y tan pronto trotan y braman como paran, te miran y siguen ramoneando como si tal cosa. Hay que decir ya que intentar moverse como un ninja de los espacios salvajes para poder fotografiar de cerca a los renos sería el equivalente de reptar junto a los coches para retratar las palomas y las urracas en su hábitat natural en un parque o plaza del ayuntamiento. Viviendo libres como viven y en el sitio donde viven, los renos no pueden pasar más de todo. De los humanos, de la lluvia, del viento, del frío y de los demás renos.

Prefieren que no se les moleste, pero no he visto una sola criatura, salvaje o doméstica, que pase de los humanos de una forma tan olímpica, absoluta, activa y permanente como los renos.

No nos hacen ni caso. Como pude comprobar al volver a la casa donde estábamos, ya de vuelta a Suecia. Los renos estaban en el aparcamiento de la estación de montaña como si fueran palomas. Y por la calle del pueblo donde estábamos, una estación de esquí durante el invierno. Y cuando digo que estaban por la calle me refiero a que estaban en todas las calles. Hay renos que jamás bajan de los fjällen para caminar entre las casas, mientras que otros caminan (sin correr o apresurarse bajo ningún concepto) entre los coches, ignoran las bolsas de plástico que la gente cuelga con cuerdas alrededor de las casas creyendo que así van a evitar tener el césped lleno de excrementos de reno, algo que dificulta un poco el hacer barbacoas descalzos, que es uno de los deportes más populares en ese lugar. Así, no es extraño encontrarse el porche lleno de renos buscando un poco de frescor. La selección que se ha hecho con ellos no ha sido precisamente buscando a los más listos, así que a veces se les enredan los cuernos unos con otros, descomunales comparados con el tamaño del cuerpo, y hay que ayudarles para evitar que se hagan una avería sin querer.

Del reno se aprovecha todo, piel, huesos y carne, que es muy baja en grasa y seguramente la más limpia que puede encontrarse en este continente domesticado y sucio en el que vivimos. Siempre que voy intento comprar carne a la familia local que cuida todos esos renos que deambulan entre Idre y Grövelsjon. La semana pasada me enteré por Facebook de que movieron los renos al territorio de verano, donde las hembras preñadas van a parir. Veinte personas y cuatro perros cubriendo cientos de kilómetros cuadrados.

Un par de veces al año avisan, también por Facebook, a sus clientes en Goteborg y Estocolmo de que bajan con el camión frigorífico, se organizan los pedidos, y se puede comprar un poquito de esto a una gente que lleva viviendo de y con los renos desde antes de que en Europa hubiera países, castillos ni reyes. Igual que con los cazadores de alces, no discuto el precio. Miro lo que quiero y pienso si lo quiero de verdad, porque el precio que le hayan puesto bien puesto está.

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Cuatro ratos de memoria en Cracovia

Publicado en Mugalari.info el 30/04/2019: https://mugalari.info/2020/03/02/viajar-vicente-carrasco-·-cuatro-ratos-memoria-cracovia/

El 1 de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia. El 9 de septiembre tiene lugar la primera matanza de polacos. Miembros de la comunidad de origen alemán que vivía en Polonia prepararon listas negras con lo que se consideraba la élite cultural: cualquiera con una educación superior al bachillerato, militares, funcionarios, sacerdotes, profesores, capataces, sindicalistas, presidentes u organizadores de clubs de todo tipo y un largo etcétera para ser asesinados.

Polonia era una nación condenada a desaparecer a medio plazo, destinada a ser fuente de mano de obra esclava en granjas y fábricas, sin líderes ni amos porque para eso ya estaba el alemán. En los exhaustivos planes que sobrevivieron a la quema del final de la guerra puede leerse en negro sobre blanco que para 1965, el pueblo polaco habría dejado de existir tras, o mejor dicho mediante, la esclavitud, el control riguroso de la natalidad y las malas condiciones de vida sostenidas en el tiempo. Pero antes de ese momento el plan se centraba en otro pueblo, el judío.

Antes de la agresión germano-soviética de 1939 había en la ciudad de Cracovia entre 60 y 80.000 judíos, una comunidad con raíces establecidas en la ciudad en el siglo XIII. Los ocupantes alemanes sitúan en Cracovia la capital del “Gobierno General”, la parte de Polonia que ni la URSS ni Alemania se anexionaron. Desde allí los burócratas nazis organizarían la mano de obra esclava (polaca y judía), sangrarían la tierra como granero de Alemania, y crearían un polígono industrial tras otro con mano de obra esclava y crearían un area segura donde repartir las eficientes fábricas de muerte donde millones de personas se convirtieron en humo. Los planes para Cracovia eran convertirla en una ciudad germana, para lo cual se inventaron una historia germana por los cuatro costados que irían implantando y comenzaron con los movimientos forzosos de población tanto polaca como judía.

Así, expulsan a los residentes del barrio judío y los confinan en un ghetto al sur del río Vístula, donde se “garantizan” (el veneno más poderoso se oculta en la precisión de los términos) 4 m2 de espacio por persona. En el ghetto acaban también los judíos de muchas poblaciones cercanas, de mayoría judía.

De camino a lo que fuera esta cárcel a cielo abierto está la Plaza de los Héroes del Ghetto. En ella hay 33 sillas alineadas, ocupando toda la plaza pero creando un espacio vacío inmenso, que no puede usarse para nada más. Cada silla representa mil personas que salieron desde esta plaza hacia Auschwitz (que está a solo 60km de allí), a Chelmno, a Belzec y prácticamente hacia todos los campos de exterminio dispuestos por los nazis. Este es uno de los muchos rincones de Cracovia que aparecen en “La lista de Schindler”. Lo que estoy contando aquí no es ningún secreto. En una esquina de la plaza hay una casita con los números 1941-1943 sobre la fachada y una placa diminuta que explica el porqué de las sillas. En esa plaza todavía hoy los tranvías a todos los rincones de Cracovia tienen una parada, así como muchos autobuses municipales y turísticos. De noche las sillas que componen el monumento miran a un neón que anuncia una agencia de viajes. Es la Plaza de los Héroes y no plaza de la Deportación porque el Ghetto de Cracovia fue uno de los que se sublevaron, uno de los pocos donde al menos algunos de sus habitantes pudieron elegir dónde morir y cuándo. En la placa se dice que esos héroes merecen algo más que tres líneas de texto en esa placa.

Se conservan dos fragmentos del muro que delimitaba el Ghetto, construido con una forma que recuerda las lápidas del cementerio judío.

Nada es por casualidad. El primer fragmento tiene detrás una de las casas de aquella época. El segundo fragmento es una reconstrucción financiada por una fundación judía que es hoy en día el muro del patio de una escuela. La placa que lo explica tiene un texto mucho más corto en polaco que en inglés, no sé si eso es revelador o es que yo soy muy mal pensado. Frente a la placa conmemorativa hay un parque de juegos con columpios y un tobogán. Como en todos los parques de juegos también parece ser un sitio bueno para ir a hacer botellón.

A un par de kilómetros de lo que fuera el Ghetto está el memorial del campo de trabajos forzados y lugar de martirio de decenas de miles de seres humanos de Plaszów. Originalmente eran terrenos comprados por la comunidad judía para crear un cementerio para los suyos. Los escombros que hay a la entrada del lugar son de un pabellón funerario colosal que los nazis demolieron aprovechando una fecha señalada del calendario religioso judío para mayor efecto desmoralizador de miles de prisioneros, mayoritariamente judíos polacos y húngaros.

Pero salvo por las placas explicativas que hay por aquí y por allá, allí no hay nada. Bosquetes y una campa gigantesca donde estuvieron los barracones, la Appelplatz (la explanada central donde se hacían los recuentos) y unos cuantos monumentos bastante pequeños. Quedan los restos del cementerio judío, del que los nazis destruyeron todas las tumbas salvo una: la de Chaim Jakob Abrahamer, fallecido en 1932, que sigue allí, rodeada de tumbas destruidas en una colina en la que salvo eso no hay nada más. Un panel explicativo relata que un alemán y un judío rebuscaron los dientes de oro que aparecían en las tumbas que profanaron.

Cuando en 1944 el Ejército Rojo estaba ya llamando a la puerta los verdugos nazis hicieron desenterrar a decenas de miles de sus víctimas apiladas en fosas comunes en el sitio de matanza que los polacos llaman la Colina del Cipote (por un juego de palabras que no podemos entender con el apellido del alemán que dirigía muy aplicadamente las ejecuciones) para ser quemadas en gigantescas piras y esparcidas sus cenizas con la intención de borrar sus crímenes en lo posible. Los testigos hablaron de diecisiete camiones llenos de cenizas. Y en cierto modo funcionó.

El monumento más grande es a las víctimas del fascismo, sin entrar en detalles. Hay una cruz y una virgen para recordar el lugar donde los polacos eran llevados para ser fusilados y enterrados (justo en ese sitio de nombre tan poco piadoso). Hay un monumento con los nombres de los diez primeros polacos (es decir, no judíos) fusilados allí aquél fatídico 9 de septiembre. Hay un monumento con los nombres de un grupo de oficiales de la policía polaca fusilados allí. Hay unos cuantos monumentos dedicados a las víctimas judías (que no han sido construidos por instituciones polacas) y solo en estos y en sus paneles explicativos encontré restos de carteles y pegatinas que protestan (en polaco y en inglés) contra la construcción de un museo de la Memoria en Plaszów porque resulta que esa zona es una reserva natural. Memoria sí, pero en su justa medida, supongo.

Al acabar la guerra los polacos de origen alemán son expulsados en condiciones horrendas y con gran mortalidad de toda Europa del Este, incluyendo Polonia. El país pasa a ser casi totalmente homogéneo, solo polaco, puesto que las minorías han sido expulsadas o exterminadas.

Polonia perdió la quinta parte de su población durante la guerra, que solo duró como tal unos pocos meses en su territorio. Lo que hubo allí una vez que se acabaron los combates fueron largos años de barbarie y matanza planificada.

Hay un museo dedicado al Armia Krajowa (el ejército clandestino polaco que luchó contra los ocupantes alemanes para ser posteriormente masacrado y perseguido por los soviéticos y el gobierno polaco de postguerra) que no pude visitar por falta de tiempo. Hay muchas señales que ayudan a encontrar la fábrica de Oskar Schindler. Hay viajes de un día a Auschwitz en todos los turoperadores de la ciudad. En un restaurante caro de la ciudad se rompió una copa y desde una mesa con 30 personas, todas con acento norteamericano, una mujer gritó Mazel tov! y toda la mesa rió y nadie más lo entendió. Los judíos viajan a Cracovia a conocer la ciudad de sus antepasados y su triste historia. A ver el lugar que fue y ya no es. Pero salvo que uno sepa a dónde está mirando es posible que no vea nada más que cuatro muros con placas en tres idiomas y dos alfabetos, unas sillas grandes e inútiles en una plaza y un campo de trabajo esclavo que no existe, una campa gigantesca con unos cuantos paneles en polaco e inglés que cuentan historias muy tristes.

No es que no se tenga en cuenta lo que pasó a los judíos en Cracovia, pero está clara la influencia del hecho de que en 1939 hubiera varios millones de judíos viviendo en Polonia y ahora mismo no lleguen a 10,000.

La salida fácil es echar la culpa a los polacos y el antisemitismo que muchos profesaban y no nos engañemos, todavía es relativamente frecuente. He visitado por trabajo la zona, he tenido reuniones con ingenieros, con increíbles dibujantes, animadores 2D y 3D, con personas muy inteligentes, amables, simpáticas y muy capaces. En una habitación llena de gente brillante miré en derredor y me di cuenta de estar en presencia de un milagro. Algunos de los asesinos de masas más eficaces de la historia tenían un plan que incluía convertir a ese pueblo en mulos de carga destinados a la desaparición a medio plazo y tuve la suerte de tener frente a mi la prueba viva de su fracaso. Y me alegro.

Solo me apena que el milagro no fuera completo.

A todo se le pueden poner pegas. Incluso a lo que no hemos visto. Pero entre lo que yo he visto le puedo poner pegas a las políticas de memoria de Alemania porque no van a terminar nunca de pagar por aquello y bien que lo saben. De las de Austria hay mucho que hablar. De las de Eslovaquia. De las de Chequia. Y de las de Polonia está claro que también. Pero entonces me acuerdo de las de España y se me pasa todo.

Un abrazo fraternal y mi admiración y cariño a todos los amigos que tengo que se dejan la piel trabajando en al recuperación de la Memoria Histórica.

Salud y Memoria.

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‘Egun finlandiar bat’ egun suediar batean.

2019/11/19an Mugalari.info-n argitara emanda: https://mugalari.info/fotogaleria/egun-finlandiar-bat-egun-suediar-batean-vicente-carrasco/


Argazkia: egilearena.

Egun suediar bat nahi nuke izan zurekin hizketan jarraitzeko. Egun suediar bat.

Toki hori ezagutzeko, hor Djurgården parkean, Estocolmo hirian.

Eta nahi baduzu zaldi gainean egingo dugu berba.

Zure hitzek ondo egiten didate, lasaitu egiten naute barren-barrendik.

Eta bide batez, kantu hau abestuz: ‘Egun finlandiar bat’ egun suediar batean.

·

Argazkia: Vicente Carrasco ‘Bixen’

Testua: Stan Wise

Kantua: Gari & Bernardo Atxaga

·

Egun filandiar bat

Egun finlandiar bat nahi nuke izan
zurekin hizketan jarraitzeko
zure hitzek on egiten didate
lasaitu egiten naute barren-barrendik

Paradisuaren gaia atera nizun
ta zuk erantzun bai,
paradisuaren fruitu eder asko daude
baina infernua ere hantxe egon daiteke

Egun finlandiar bat, egun finlandiar luze-luze bat

Aldatu al liteke bizimoduaz erabat
zenbat aldiz hasi liteke zerotik
galdera zailak ziren baina ez zuretzat
zu nire laguna zara, maite zaitut

Mintzatu gara hamaika gauzataz
mintzatu gara drogaz ansiedadeaz
mintzatu gara askatasun pertsonalaz
libreak izan behar dugula
libre! libre! libreak!

Egun finlandiar bat…

Finlandiako zerua udako aldean
beti egoten da urdin, apal eta urdin
ta eguzkiak laranja bat emoten du
ta ilargiak ere bai, laranja bat

Egun finlandiar bat nahi nuke izan
zurekin hizketan jarraitzeko
zu nire laguna zara
maite zaitut! maite zaitut!

Egun finlandiar bat!

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Memoria

Publicado en Mugalari.info el 18/05/2018: https://mugalari.info/2018/05/18/memoria-vicente-carrasco-bixen/

Hay quien persigue la creación de nuevas historias, de nuevas canciones, de nuevos colores. Quien captura los que unos pueden ver y otros quizás no. Y hay quien está atrapado por recuperar la memoria de quienes no pueden contarla. Acaso por eso, porque no pueden contarla. Porque no pudieron.

Esos que no se fueron sino que se los llevaron y por eso no pudieron contar ni su historia ni la Historia. Los que vieron su vida truncada y su memoria cubierta por la grava y el polvo de una cuneta, su recuerdo por la represión, ese mismo polvo pegado a las gargantas de los que quedaron. Los que murieron más de una vez, acusados de haberse ido con la querida, de haberse fugado con el dinero del sindicato, de haberse ido a América y han aparecido 70 años después no lejos de la casa de la que lo arrancaron, en un agujero de cualquier manera junto a otros como ellos. A veces con las manos atadas con alambre. Los que salieron de tu pueblo y desaparecieron en un crematorio alemán, siguen metidos en un buque británico hundido en el Atlántico, perdidos en un risco noruego o en un bosque eslovaco.

Hay quienes, de un modo u otro, están atrapados en esa búsqueda. Y cada día es la efemérides de un hecho luctuoso, cada lugar que visitan es una sucesión de fusilamientos, esto era una cárcel, aquí había un campo de concentración, aquí se juzgó a muchos, aquí no se sabe cuántos hay enterrados, debajo de este aparcamiento están, que se sepa, todos estos y aquellos son sus familiares, vamos a saludarles. A veces es la efeméride de la primera vez que aquellas mujeres que vemos en una película un poco borrosa, acelerada y sin sonido pero música muy viva, pudieron votar; porque no todo son desgracias, pero cuando se sabe mucho de quienes perdieron una guerra hay muchas flores y poco laurel.

Y si además se trata de este caso único en el mundo, quienes perdieron una guerra, perdieron la posguerra y perdieron la paz posterior, casi ni flores hay. Que haya dónde poner flores es casi un privilegio.

Detalle del monumento a los republicanos españoles muertos en Mauthausen. Erigido en territorio francés porque España nunca ha reclamado un trozo de tierra para homenajearles. · Foto del autor

Algunas, bastantes de estos libros ambulantes que son estas personas recuerdan demasiado. Hace poco veía una charla de un tipo que tras 20 años de servicio en unidades de élite del ejército de EEUU ahora es autor y conferenciante. A pesar de su físico impresionante no intimida por eso, sino porque cuando habla no puedes sino imaginar la cantidad de gente que este tipo ha matado con sus manos (y la de gente que ha muerto por y a sus órdenes). Casi puedes ver el montón de cadáveres detrás de él. Estas personas, decía, algunas veces recuerdan demasiado. Pero en su caso recuerdan porque alguien tiene que recordar. Y a veces también ves ese montón de muertos, ahí detrás, cuando se cuenta su historia. Una fecha, un lugar, un nombre no les trae a veces más que recuerdos de muerte y de olvido. De olvido para otros, que no para ellos. Porque alguien tiene que recordar todo el tiempo para que todos podamos recordar un poco. Para que los buenos sólo mueran una vez. No sólo saben cuándo mataron a quien y dónde; y algunas veces quiénes fueron y cuánto cobraron, que está todo apuntado en algún sitio. Saben de aquella obra de teatro que se hizo y de la que se escribió pero no se pudo representar, del libro, de su autor y de dónde acabó, si fue en una fosa o fue en un rincón de un edificio perdido donde le hicieron esconderse guardando su vida empaquetada en recuerdos como si por haber perdido estuviera equivocado, si estuviera loca, como si lo que hubiera visto y hecho nunca hubiera sucedido. Como si lo único real fueran mortajas para los vivos y fosas anónimas para los muertos.

Detalle de la mesa de disección que está junto a los hornos crematorios del campo de concentración de Gusen, donde miles de republicanos fueron asesinados. Foto del autor.

Ese amigo, esa amiga que trabaja en Memoria Histórica. Que bucea en archivos, que ha sacado una, diez, ciento cuarenta y cuatro personas de fosas con sus propias manos, de tumbas más o menos identificadas pero sin ataúd, cruz ni placa que la identificara. Tomaos un café con él, con ella. O un vino. Un vino no estaría mal. Están haciendo algo bueno para todos, algo que es muy difícil y que a todo el mundo acaba rompiendo un poco por dentro de cuando en cuando. Hay que echarles una mano. Si llevarles al archivo o acompañarles a uno de esos lugares de muerte (que también son de esperanza, porque lo que hay ahí son semillas, no nos olvidemos) es demasiado, siempre se puede ayudar de alguna otra forma.

Van quedando pocos testigos vivos y pocas ocasiones de pasar la tarde con uno de esos abuelos de apariencia tan normal y un pasado tan repleto de aventuras, muy a su pesar. Ahora esos hitos que conectan lo que pasó, lo que podría haber pasado y lo que podría pasar son los militantes de la memoria, sus libros, sus trabajos.

Es mucho peso y son pocas manos.

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P.D.: Mientras escribía esto un amigo me dice por Whatsapp que uno de esos nombres que la ARHM está difundiendo porque son cuerpos que estaban con Timoteo Mendieta en una fosa y no había familias que los reclamasen resulta ser su abuelo, al que sí fusilaron (el otro se libró porque el que dirigía el pelotón de fusilamiento y él eran del mismo pueblo).

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