Me han contado que en Estocolmo, en la Estación Central…

Publicado en Mugalari.info en octubre de 2015: https://mugalari.info/opinion/me-han-contado-que-en-estocolmo-en-la-estacion-central/

En la estación central de Estocolmo hay un servicio de recepción a los refugiados que van llegando a la ciudad. Por lo que he podido ver hay voluntarios de Cruz Roja con chalecos naranjas, hay abogados con chalecos amarillos y hay un puesto donde se coordinan necesidades y materiales. Ahí por ejemplo es donde uno puede ver que ese día están recogiendo plátanos y manzanas, baja al supermercado que hay un piso más abajo (abierto de 6AM a 23:30), compra una bolsa de cada y sigue con sus quehaceres. Hay también un punto de descanso donde se intenta crear un lugar recogido en medio del trajín para que los refugiados de todas las edades (muchos de ellos niños) pueden recomponerse un poco e ir aterrizando.

Hoy me han contado que hay un tipo que cada día llama a ese punto de coordinación para saber qué necesitan. Va a un supermercado y compra de eso. Ayer eran compresas femeninas. Apareció con 100 euros de compresas, todas las que tenían en las baldas. Así un día tras otro.

Llevamos 10 atentados contra centros de refugiados en un mes (uno de ellos dos veces consecutivas). Hace dos días un nazi de 21 años se metió en un colegio del sur de Suecia con una espada y fue clase por clase buscando gente con la piel oscura, cosa bastante fácil de encontrar en ese colegio en concreto.

La policía lo mató a tiros, pero para entonces este desgraciado había matado a un profesor que se interpuso (un tipo que estaba haciendo una sustitución y no llevaba ni un mes en ese colegio y que salvó a unos cuantos con su acción) e hirió gravemente a un chaval que luego murió en el hospital. Hay un chico de 15 años con heridas críticas y otro profesor herido grave. Todos los heridos son de tez oscura.

Hoy mismo, en el tren, una revisora me ha dicho “Välkommen!” (“¡Bienvenido!”) con una amplia sonrisa tras comprobar mi billete. No sé si me daba la bienvenida al tren, porque aquí a veces son así de cumplidos, o a Suecia. Y es que aquí ratas ponzoñosas y gusanos miserables hay unos cuantos (en todos los sitios cuecen habas) pero la mayoría de la gente es buena y algunos son excepcionales.

Como en todas partes.

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Hungría, tierra soñada por mí

Publicado en Mugalari.info el 13/10/2015: https://mugalari.info/opinion/hungria-tierra-sonada-por-mi/

Al calor, mejor dicho, con el calentón de la vergüenza que pasé (porque algunos no la pasaron) a cuenta de esa pobre gente huyendo de la guerra y tratados como perros escribí esto.

Últimamente estoy conociendo personas de todas partes. De muchas partes. De casi todos los países de Europa, de muchos de Asia, de algunos de América y alguno que otro de África ya va cayendo. Es curioso cómo ya no te puedes fiar mucho de la pinta de la gente (hablo del color de la piel y el pelo, aunque también de la ropa) porque estamos ya todos muy mezclados y compartimos muchas referencias culturales. Pero el mismo chasco se lleva uno cuando piensa que somos muy distintos como cuando va uno y asume que los valores comunes son muy comunes.

Un húngaro que conozco me dijo hace unos meses que esos que desfilan uniformados por ciudades y pueblos de su país antorcha en ristre y echan a los gitanos de esos pueblos que visitan no son nazis. Son, según él, el ADN del pueblo que reacciona. Y además es la gente de esos pueblos y ciudades quienes les invitan, de lo que habrá que deducir que no son nazis en absoluto ni los invitados ni los huéspedes. Con esa explicación es fácil de entender que no quisiera rascar mucho más. Una cosa es querer conocer gente muy, muy, muy diversa y otra cosa ya es esto.

Mi madre usaba la palabra “húngaro” para describir a gente en una situación parecida o aún peor que la de los gitanos trashumantes que yo mismo llegué a ver en los 70 y 80, todavía viviendo en carretas tiradas por caballerías. Me contó que recordaba gente que venía huyendo de la guerra años después de acabar La Guerra (la Civil Española). Húngaros eran, por lo visto. Y eran iguales que la gente que ella recordaba huyendo de La Guerra en su pueblo, en la carretera entre Madrid y Valencia, lugar de paso. Pero estos no tenían ni el idioma siquiera para pedir una naranja o un trozo de pan para los niños que les acompañaban.

Cuando alguna vez me dijo “anda, que pareces un húngaro” no era despectivo, solamente me estaba diciendo en una palabra que llevaba muy malas trazas. Las peores.

En Hungría los nazis contaron con la colaboración de un gobierno títere durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial y lo toleraron hasta que se hartaron de esperar. Después ocuparon Hungría y entregaron el poder al Partido de la Cruz Flechada, “panhungaristas”, pro-alemanes y nazis entre los nazis. En solo unos meses enviaron a cientos de miles de judíos húngaros a Auschwitz y no acabaron con todos ellos (a pesar de la prisa que tenían porque los rusos estaban ya llamando a la puerta) porque los nazis les echaron el alto. Estaban pagando ellos la deportación y no los propios judíos. La eficacia de las SS tenía su lado comercial, pero al parecer los nazis húngaros se dejaban llevar por su ardor eliminador y ni siquiera expoliaban a los judíos antes de enviarlos a una muerte segura.

Este tipo que me contaba esa versión como de Walt Disney de las milicias neonazis que campan a sus anchas por su país me dijo el otro día prácticamente en la misma frase que el trato que se dio a Alemania, a los alemanes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial fue muy injusto. Un inglés allí presente dijo que sus dos abuelos lucharon contra ellos a lo que añadió una expresión que voy a traducir como “por mí se pueden comer comer una mierda así de alta” (poniendo la mano casi a un metro del suelo). Sin arredrarse, añadió que ambos bandos usaron esclavos a millones para la producción militar. Cuando vio una cierta resistencia a alcanzar un quorum en torno a esa manifestación nos dijo que es una pena que los pueblos europeos se hubieran enfrentado así unos con otros en una guerra causada por los judíos. Cuando me estaba levantando de la mesa estaba ya usando el último cartucho, esto es, que hubiera sido mejor que el comunismo nunca hubiera existido. “Es una bonita teoría, pero totalmente irrealizable”, dijo uno. No me quedé a escuchar la réplica por si acaso.

Bueno. Pues para que os hagáis una idea, incluso un sujeto como este se ha ido del país. Según él es el típico sitio del que todo el que puede se va. Como se fueron a montones huyendo de los rusos (con razón o sin ella, nazis o no, que para eso el miedo es muy libre) cuando les pasaron por encima a los nazis en 1945, como se fueron por decenas de miles tras la revolución húngara de 1956. Y como se está yendo ahora mismo todo el que puede en cuanto tiene una buena ocasión.

Eso sí, entre los que se quedan hay un montón de energúmenos que se aplican con toda su alma a martirizar a gente que huye de una guerra con un hatillo al hombro y un niño en brazos que lo único que quiere es cruzar el país. Cómo explicarle a esos bárbaros que no, que esa pobre gente lo que quiere es cruzar lo antes posible, que no había la menor probabilidad de que quisieran quedarse ya antes de que los trataran como si fueran una plaga.

Cómo explicarle al canalla que tienen de primer ministro que si hace todo eso para defender “la identidad cristiana de Europa” puede meterse la identidad, la cristiandad, y su trozo de Europa por donde amargan los pepinos. Cómo explicarle que no quiero que me proteja. Que alguien que cruza en patera el Mediterráneo, que cruza andando (¡andando!) los Balcanes, echa a andar en Grecia y llega hasta el Danubio tiene muchos puntos de ser de los míos. Iraquí, sirio, afgano, kurdo o de donde sea.

Me da igual si tiene amigos imaginarios o no, porque como decía la canción quienes sufrimos los gases lacrimógenos somos siempre los mismos.

Ahora, un poco más reposado, intento poner en el mismo puzzle todo esto que escribí hace dos semanas con dos tipos que conozco, hijos de refugiados de otras guerras (una de los 90 y otra de los 70). El uno, que vino como refugiado siendo un niño, me dijo que es evidente que hay que poner un límite porque si no 50 millones de personas van a intentar entrar en Europa y eso no se puede permitir. No hay para todos, según él. Todo esto dicho en un país, Suecia, donde otra cosa no, pero sitio, lo que se dice sitio, hay. Al otro, nacido aquí pero hijo, nieto y bisnieto de refugiados y víctimas de genocidio, le parece estupendo que la policía maltrate a extranjeros.

Yo ya no sé qué hacer con esto. Me voy a la calle, que ya casi hiela por las noches, a colgar comida para los pájaros de las ramas de los árboles. He comprado varios formatos en distintas tiendas para ver cuál tiene mejor aceptación. Los pájaros son preciosos y hacen un mundo mejor. O por lo menos no son unos asquerosos que lo hacen peor. Solo por eso ya me tienen ganado.

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Tarde, mal y nunca

Publicado en Mugalari.info el 31/05/2015: https://mugalari.info/opinion/tarde-mal-y-nunca/

Emigrar, irte a buscarte las castañas más allá de donde dar voces en el bar estar mal visto, tiene muchas cosas buenas. Muchísimas. Pero hoy voy a hablar de las malas. De las mierdas de estar lejos. Aquí, donde la gente habla muy bajito.

Y no voy a hablar de choques culturales, como que siempre hablas demasiado alto, o no sabes que hay colas de una sola persona y si te la saltas eres igual de capullo que si te saltas una cola de 22,000 personas.

Días atrás me enteré de pura casualidad de que uno de mis restaurantes favoritos, un asador argentino en Gasteiz, ha cerrado y el local lleva meses puesto en alquiler.

Enterarme de esto me dejó tocado porque ese sitio está lleno de recuerdos, además de que hacían una entrañita tan extraordinaria que no era fácil de encontrar esa calidad ni en Buenos Aires, a decir de un aborigen al que llevamos para que probara pero sin que dijera nada para que no le notaran el acento. Pero no nos vayamos al “sembrao”.

En este restaurante tuve una comida de despedida aquella vez que fui súbitamente invitado a buscar trabajo porque me quedé sin él. En este mismo sitio quedé para comer con un amigo justo antes de emigrar y me encontré ahí con cuatro más que aparecieron por sorpresa, uno de ellos específicamente para esta comida desde Barcelona. Entre semana. A este restaurante iba cuando necesitaba darme un homenaje, aquí me llevaban cuando me había portado bien y también cuando no me había portado nada bien pero querían hacerme un mimito.

Y a este sitio llevaba sí o sí a las visitas. Y es en este lugar donde vi por última vez a mi ex-cuñado (¿existe eso? ¿Se puede tener ex-cuñados?). Porque me enteré de que una de las visitas que esperaba tener en agosto no puede ser debido a que un accidente locomotriz ha tomado esa decisión por mi visita y por mí; y puestos enterarme me enteré de que mi ex-cuñado se murió de cáncer hace un par de meses. El puto cáncer. Y una de las mejores personas que he conocido nunca.

Un tío que aprendió a hacer fotografías para poder hacerle fotos a su primera hija. Y qué fotos. Con una digital del año 2000 más bien lenta. Qué tío más bueno. Tenía esa mirada y sabía captar esos momentos que distinguen a los buenos retratistas. Un tío al que solo vi cabreado de verdad cuando Martxelo Otamendi habló antes las cámaras a las puertas de la prisión y contó lo que contó.

Ese día fui a trabajar a Bilbo (no precisamente temprano) y en el bus viajábamos siete u ocho personas. Yo iba leyendo el relato de aquellas torturas e iba llorando. Miré para atrás en el bus y vi a otras dos personas, sentadas solas, leyendo, con la cara pálida. Una llorando también. Me faltó el valor para mirar al resto de la gente pero creo que la mayoría estábamos en el mismo globo. Así que allí estábamos igual de cabreados mi (entonces) cuñado y yo. Indefensos y cabreados. Tengo muchísimos recuerdos buenos de él y hasta ese recuerdo malo (que es el único) es bueno también.

Una de las mayores mierdas de emigrar es que te pierdes cosas. De algunas ni te enteras y te pierdes un montón. Además sabes que vas a llegar tarde a muchas cosas urgentes y te enteras tarde, mal y nunca de muchas otras. Tarde, mal y nunca.

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El himno del cinematógrafo resuena en el sur del norte

Publicado en Mugalari.info el 25/05/2015: https://mugalari.info/opinion/el-himno-del-cinematografo-resuena-en-el-sur-del-norte/

El otro día un amigo fue al cine con una del norte. No de este norte de cuchufleta que es la línea Oslo-Estocolmo-Helsinki que representa el norte (o uno de los nortes posibles) para nosotros, los del sur. Hablo del norte verdadero, ese en el que la gente se construyó sus casas de madera con sus propias manos hasta hace muy poco (muchos todavía lo hacen), donde la calefacción nunca ha funcionado con combustibles fósiles y donde todavía hay muchas casas sin baño tal y como lo conocemos, pero seguro que hay sauna.

En el norte las proporciones y las distancias marean a los del sur. Hablo de más de mil kilómetros al norte desde Estocolmo y desde ahí ocho horas de coche.

En este norte la gente habla finés y si avanzas otro poco hacia el este solo ruso. La casa familiar no tiene jardín. Tiene bosques (no se si varios o uno muy, muy grande) y por lo menos un lago digno de tener nombre, pero seguro que hay más de uno.

En verano tienen varias semanas de luz solar ininterrumpidas y en invierno la noche dura meses. El clima y el sitio donde vives imprime carácter y esta gente lo tiene.

Total, que al cine con una nativa del norte.

“Háblame antes de la película y después de la película, pero no durante la película”, dijo ella. Y mi amigo, bien mandado como es él, así lo hizo.

Cuando la película terminó dijo mi amigo a su acompañante:

– Oh, la gente abandona la sala sin cantar.

– ¿Sin cantar? Dijo la nativa del norte con su perfecto acento de la costa Este de los Estados Unidos de América.

– Sí. Nadie canta al acabar la película. Esto es muy chocante – abundó mi amigo.

Y pasó a explicarle que el cine llegó muy recientemente a nuestro país. La cinematografía (”imágenes en movimiento” palabra por palabra) marcó un hito en nuestra cultura y para representar su enorme impacto y nuestro respeto a sus creadores (y a los héroes que nos lo trajeron, seguramente afrontando grandes peligros) el público, una vez terminada la proyección, se pone en pie, pone su mano derecha sobre el corazón (las mujeres en el centro del pecho porque somos un poco mojigatos para esas cosas “ya te irás dando cuenta”, agregó, arriesgando un poco si se me permite el inciso) y cantan lo que tradujo como “Cinema Anthem”, que en castellano suena mucho mejor porque es “El Himno del Cinematógrafo”.

No se lo creyó, pero parece ser que se echaron unas risas. Qué mejor cosa para hacer una noche con tormenta solar en el sur del norte.

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De traducciones y tuberías

Publicado en Mugalari.info el 30/01/2015: https://mugalari.info/opinion/4397/

Párrafo corto:

Tampoco hay que entenderlo todo. No sé a qué viene ese afán de quererlo entender todo.

Párrafo largo:

Las personas que realmente dominan más de un idioma (todos conocemos casos de personas que no llegan a dominar uno siquiera y pueden desenvolverse perfectamente en su vida y en la de los demás, algo que si se piensa un poco es de lo más preocupante) son puentes entre diferentes realidades.

Son las tuberías que comunican el conocimiento que vive en ese tesoro más o menos viviente que es una lengua.

Las lenguas son equivalentes entre sí solo en parte. “Uno”, “madre”, “fuego” o “flor” los puede traducir hasta un gato. El problema viene cuando uno se encuentra con que en inglés no tienen 20 dedos, sino que hay una palabra para los dedos de las manos y otra para los dedos de los pies. O cuando uno se entera de que hubo una palabra en euskara para la envidia sana y otra para la normal y corriente; o que “kerizpe” e “itzala” son sombra, pero no la misma sombra; y qué decir de que en ciertas zonas de Bizkaia “bentani” y “leixu” son conceptos similares pero distintos, que añaden mucha información sobre el edificio al que pertenecen. Cuando se encuentra uno con que todas las lenguas reflejan de algún modo en una sola palabra la añoranza de casa, de la patria chica o no pero “morriña”, “saudade” y “herrimina” reflejan lo mismo pero para culturas diferentes. Es decir, esas palabras no tienen un equivalente directo porque no lo tienen que tener.

En los refranes se encuentra uno (para bien y para mal) el ADN de una cultura y en algunas palabras hay píldoras donde este ADN se concentra.

De ahí que siempre me haya parecido mágica precisamente esa parte de otras culturas, la que describe su realidad, siempre compleja, de una forma práctica. En pocas palabras. A poder ser en una. A veces esa palabra tan precisa no existe, aunque aquello que se describe en otra lengua sí que existe, pero por lo que sea no se ha considerado digno de tal atención. En sueco no tienen palabra para decir “sirimiri” (y no será porque en Suecia no exista, que todo este verde no se mantiene

solo) pero las octavillas que reparten los adivinos que lo mismo te curan un mal de ojo, el paro, el mal de amores, la hipertensión o los problemas de drogas (sí, aquí también hay magufos y espabilaos) vienen con una línea al final donde se declara que el Dr. Morgan de turno es “spåman”. “Spå” era (y es, por lo que parece) la persona que leía el futuro. Las viejas palabras, precisas, se abren paso a través de los siglos.

Pero al mismo tiempo ese engendro llamado Google Translate (digo engendro porque la idea es buena, pero como para fiarse del resultado) ha hecho creer a mucha gente que traducir es siempre posible y lo peor de todo, que es inmediato. Hablo de memoria pero creo que Bernardo Atxaga traducía él mismo a castellano sus novelas hasta que llegó un momento en el que dijo que hasta aquí hemos llegado, que se veía reescribiendo las novelas primero en un idioma y luego en otro.

Muchísimo trabajo y además no es justo para los lectores. A menos que tu intención sea precisamente esa, contar la misma historia varias veces.

Creo que no era el caso.

El otro día quedé con un amigo con el que hablo en euskara. O lo intento. Entonces apareció una amiga suya, y entre ellos siempre hablan en sueco. Yo no hablo sueco. Desde luego no con adultos. Así que tiro de inglés. Pero mi amigo odia con pasión hablar en inglés. Así que estábamos tres personas y no teníamos lengua común y eso que ahí quien menos seguramente hablaba dos y seguramente tres idiomas; es muy posible que entre los tres juntáramos una docena y muchos más si contamos los que mal que bien podremos entender.

Me pasa a veces que le encuentro la ventaja a no entenderlo todo. Puede ser puro consuelo desarrollado como defensa porque no entiendo todo lo que quisiera entender, pero también me alegro de ir en el metro y no entender chorradas que de otro modo entendería.

O igual no son chorradas. Pero tampoco hay que entenderlo todo. No sé a qué viene ese afán de quererlo entender todo.

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70 años de la liberación de la primera fábrica de muerte

Publicado en Mugalari.info el 27 de enero de 2015: https://mugalari.info/?s=En+el+lugar+donde+se+ubicaba+uno+de+los+mayores+lugares+de+exterminio+del+III+Reich

Hoy se cumplen 70 años de la Liberación del campo de concentración de Auschwitz, le principio del fin del régimen irracional y terrorífico de la Alemania nazi del genocida Adolf Hitler. A día de hoy son pocas las personas deportadas vivas. Algunas de ellas estuvieron presentes hace cinco años en un acto conmemorativo que hoy evocamos.

Gusen, Austria. Mayo de 2010. En el lugar donde se ubicaba uno de los mayores lugares de exterminio del III Reich apenas queda nada. Lo que fueron las oficinas centrales del campo son una mansión particular, como lo son las antiguas oficinas administrativas de las SS y algunos barracones de los guardias. Un empresario compró también dos barracones de prisioneros donde hoy cultiva champiñones. Sobre el muelle de carga de camiones nadie puede evitar ver la que fuera la mayor trituradora de piedra de Europa, en cuya construcción murieron literalmente cientos de rottspanier, republicanos españoles.

Un poco más allá, otra vivienda particular ocupa lo que fuera el burdel para prisioneros selectos, donde se obligaba a trabajar a presas de otro campo de concentración, Ravensbrück, el de las mujeres, repleto de resistentes antinazis y presas políticas, pero donde no faltaban, entre otras cosas, las mujeres “arias” acusadas de contacto íntimo con “otras razas” o de practicar las prostitución, cargos que acarreaban precisamente el internamiento en un campo de concentración.

Junto al crematorio donde los nazis incineraron a más de 30.000 personas entre 1940 y 1945 varias docenas de estudiantes de secundaria de Asturias, Barcelona, Cádiz, Huesca, Valencia y Zaragoza rinden homenaje a quienes penaron allí y a quienes allí cayeron. Tanto unos como otros llevan un año (algunos incluso más) manejando materiales relacionados con la Deportación, la Guerra Civil, la Memoria Histórica, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Y se les nota. Son adolescentes que han devorado a Primo Levi. Son adolescentes que, cuando el viaje se ha alargado un día más debido al volcán islandés cuyo nombre nadie sabe pronunciar saltan de alegría porque les queda un día más de estar juntos, enseñan al chófer de su autobús (austríaco y monolíngüe en alemán a más no poder) a cantar “Queviiiiii-va Lufthansaaaa”, pero también son adolescentes que al saber que vamos a pasar ese día extra en Munich dicen (con total tranquilidad, tanta que podemos oírles) “qué guay, Munich, a ver si podemos ir a ver la cervecería donde Hitler dio el putsch de 1923”.

No pudo ser. No pudieron ver dónde comenzó todo (en cualquier caso la Bürgerbräukeller fue demolida en 1979) pero sí dónde acabó, el viaje era para ver los sitios donde se ejecutó la obra magna del nazismo, el Holocausto, para rendir homenaje a sus víctimas, para que pudieran escuchar de boca de los supervivientes qué fue aquello; han venido a acompañarles y a aprender, aunque sería bastante arriesgado aventurar quién aprendió más y quién acompañó a quién. Ese viaje sí que lo hicieron. Y con ellos las viudas y los familiares de los deportados, los socios y los simpatizantes de la Amical de Mauthausen, una asociación que aglutina a víctimas del nazismo de todo el estado.

En Ebensee, un idílico pueblo junto a un lago alpino, los esclavos de los nazis construyeron en roca viva decenas de kilómetros de túneles para instalar a salvo de los bombardeos aliados la industria militar germana. De ahí salían los motores de los tanques, el combustible sintético de las bombas volantes y muchos otros productos punteros de la tecnología militar nazi a un coste de varios cientos de presos muertos diariamente. Los túneles, protegidos además de por la montaña, por una capa enorme de hormigón armado, están como el primer día en el que entraron en funcionamiento: en perfecto estado.

El homenaje se hace en una galería adyacente, inconclusa, congelada en el tiempo, con goteras, frío y humedad. Los estudiantes valencianos leen la lista, la larguísima lista de sus paisanos muertos en los campos nazis mientras suena La Muixeranga, el himno que se interpretaba a los “maulets” que morían en defensa de las ciudades de Valencia durante la invasión napoleónica o en la defensa de los fueros. Es también el himno que el ayuntamiento de Valencia prohibió interpretar en el homenaje que se hizo a los asesinados tras la Guerra Civil, arrojados por miles a las fosas comunes del cementerio de Valencia. A tantos kilómetros de allí, bajo tierra, La Muixeranga cumple su función: recordar a los caídos en la lucha por la libertad.

Acabado el homenaje, en el que entre otras cosas hemos cantado a Labordeta, una de las estudiantes toma el micrófono y dice “tengo algo que decir”. Con voz firme la mayor parte del tiempo nos dice que para ella la bandera republicana siempre había significado algo especial, pero después de hablar con los deportados y después de ver aquellos sitios esa bandera le inspira sentimientos mucho más profundos, totalmente alejados de la política. Se emociona, como nos emocionamos todos y los muros tallados por esclavos que tanto padecimiento vieron resuenan con los aplausos. Tras ella, el resto de sus compañeras y compañeros van tomando el micrófono uno tras otro, hablan sin complejos de lo que han aprendido, de lo que creían y de lo que hay que hacer. Esa misma tarde visitamos Gusen. Los actos del homenaje transcurren bajo un sol implacable que no hace sino recordarnos que la ubicación de estos campos parece elegida con una atención diabólica incluso en esos detalles. Cuando hace calor, el calor castiga y cuando hace frío es peor aún. Los estudiantes de Santa Coloma decidieron que ya que sus paisanos habían muerto en el corazón de Europa sin poder haber sido enterrados, convertidos en humo y ceniza, era de recibo llevar tierra de su pueblo y dejarla en Gusen.

La última noche en Austria hay que celebrar que José Alcubierre, uno de los deportados que nos acompañan, cumple 85 estupendos años y son los jóvenes quienes organizan todo. Una moza aragonesa nos pone los pelos de punta a 200 personas con una jota de estilo. Los gaditanos hacen lo que pueden para enseñarle una sevillana a una docena de compañeros de otros institutos (de fuera de Andalucía, pero con mucho tesón) y entre todos la cantan. Después, y con la ayuda de un ejército de estudiantes italianos que están en el mismo hotel, le cantamos letra en mano y en italiano a Don José su canción favorita, la canción de los partisanos:

Bella Ciao. Al marcharse, una de las estudiantes italianas llora emocionada al ver a tanta gente cantando en su lengua, pero en ese momento y lugar todos somos de todas partes. Suena también el himno de la deportación, Die Moorsoldaten, que es una canción alemana, compuesta por los primeros presos políticos de los nazis. Esos días hemos cantado en castellano, en francés, en italiano y en alemán.

Todos nos emocionamos mucho, pero José Alcubierre no llora, no se emociona. Está encantado con lo que ve, siempre está dispuesto para hablar con todo el mundo y todo le parece bien. Señal de que no lo estamos haciendo tan mal.

Todos los años tiene lugar en Mauthausen un desfile que posiblemente sea único en el mundo. ¿En qué otro lugar puede verse de un solo vistazo (y sin que hay mayor incidente) a una delegación de los marines de los EEUU, una delegación húngara, una polaca, una turca y una kurda? ¿Y qué podemos decir de anarquistas escandinavos junto a soldados de Bosnia-Herzegovina, el embajador israelí y la embajadora de Cuba?

Desfilan las juventudes de diversos partidos políticos austríacos y de los scouts. El aniversario de la liberación de los campos de la muerte reúne en una especie de limbo neutral a gitanos húngaros, trabajadores turcos en Austria, veteranos de la división norteamericana que liberó los campos y nostálgicos de la URSS. Incluso pudimos ver a militares polacos colocando flores ante el gigantesco monumento que recuerda a los soldados soviéticos asesinados en Mauthausen.

Ante el monumento de los republicanos (que está en territorio francés, fue diseñado por un arquitecto austríaco que no quiso cobrar y que como no es legalmente de nadie no se sabía quién lo tenía que restaurar hasta que se restauró y punto) rinden honores los soldados de Serbia y los de Italia, los de Chequia, los albaneses y los franceses. Un coro de jóvenes franceses canta “Ay Carmela” en el monumento francés y después en el de los republicanos. Todo el mundo parece tener algo que agradecerles. Al paso de la comitiva brotan los puños alzados y leemos en los labios de la gente “gracias”, “thank you”.

En el acto institucional, con abrumadora mayoría institucional catalana, un político del gobierno aragonés, seguramente molesto por las ikurriñas, porque abundan las senyeras, las banderas asturianas y las banderas andaluzas, además de las tricolores, nos recuerda en su discurso que los deportados no estaban allí por ser vascos, catalanes o andaluces. Como si no lo supiéramos. Pero tampoco lo fueron por ser españoles, pues el gobierno franquista se desentendió de ellos cuando Berlín se los ofreció. “No son españoles” dijeron. Fueron deportados porque fueron los primeros que plantaron cara al fascismo en 1936 y fueron los últimos en ser sacados de los campos nazis por la sencilla razón de que no tenían a dónde volver. Muchos se quedaron en Austria, pero la mayoría se quedaron en Francia, tierra que en esta ocasión sí fue de acogida.

En este viaje se juntan varias generaciones. Hay dos de los pocos que quedan vivos y en condiciones de viajar de aquellos 10.000 republicanos que huyendo de los verdugos franquistas fueron a dar con el maltrato francés para caer después en manos de los aún peores, por lo sofisticado, verdugos nazis. Están sus viudas, sus hijos, sobrinas y nietos, algunos de los cuales han sabido hace pocos años del horror de la deportación de sus allegados a los campos de la muerte. Hay quienes, habiendo vivido en un ambiente republicano, consciente de la represión y la pérdida de la guerra, han descubierto un campo más del que hay que aprender para recordar. Hay muy diversas reacciones ante la presencia de la bandera constitucional, que poco a poco se va a abriendo paso.

Hay de todo, desde el pragmatismo al desprecio en absoluto disimulado, del rechazo militante al respetuoso ante la bandera de un dignatario extranjero. Pero es entre la algarabía del enjambre de estudiantes que viaja con nosotros donde vemos la primera generación que, siendo conscientes de que la tricolor es la bandera de sus abuelos (o mejor dicho bisabuelos) miran hacia adelante. Recuerdan, estudian, pero para ellos la bandera roja, gualda y morada no es la bandera que fue, sino la que es y la que será.

En Gusen, una vez acabado el homenaje de los estudiantes de Cádiz uno de ellos dice “anoche escribí esto y lo quiero leer”. Para estas alturas ya estamos acostumbrados a que estos jóvenes hagan y deshagan, decidan. Se sigue el horario y el calendario establecido, pero todo lo demás es cosa suya. “A los deportados y a sus familiares”, lee. El poema acaba diciendo:

Porque somos la continuación, la esperanza del cambio, el que ansiáis con toda vuestra alma y corazón, que es muy grande…

Muchas gracias,muchísimas,

por aguantar lo que habéis aguantado y seguir caminando

Tranquilos abuelos, ya estamos aquí.

Somos vuestra herencia.

Os podemos asegurar que mientras nosotros y nuestros futuros hijos vivamos,

los muros, las escaleras, las cámaras, las arrugas, la lucha, la memoria no va a caer en el olvido.

Gracias, de verdad.

Salud y República».

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Zer ekartzen dit niri gogora Euskararen Nazioarteko Egunak?

Zer ekartzen dit niri gogora Euskararen Nazioarteko Egunak?

2014/12/03an argitara emanda Mugalari.info-n: https://mugalari.info/opinion/zer-ekartzen-dit-niri-gogora-euskararen-nazioarteko-egunak
Hainbat gauza. Musikatik kanpo euskara entzun nuen lehenengo aldia.

1987ko Otsaila, Laudion. Bai ba. Non eta Araban. Taberna batean, noski.

Euskararen bitartez Linton Kwesi Johnson-en musika ezagutu nuen, eta baita Fugazi-rena ere. Hainbat urte pasata, biak ala biak daude beti poltsikoan. Kasetean, CDan, mp3-an, eta orain sakelako telefonoan.

Segapotoan, alegia. Egun berean, uztaileko lanbroa, Rubén Blades, Lou Reed-en New York, eta Atxagaren Obabakoak ezagutu nuen euskarari esker.

Nire irakasleetaz akordatzen naiz gaur. Madrilen Larraitz eta Itziar.

Larraitz eta ni lagunak izan gara hogei ta piko urte. Eta Durangoko azokara joaten naizenean, beti, BETI, Itziarrekin topo egiten dut.

Bilbon, Ondarruko Ainhoa. Eta Gorka Gasteizen.

Baina aditzaren barneko logika ez nuen ikasi klasean. Taberna baten izkinean, Egin-eko orrialde batean Bittor Kapanagak irakatsi zidan.

Egin. Eragin. Eginarazi. Eraginarazi.

Azoka de Durango 2004. Bittor Kapanaga
Bittor Kapanaga Durangoko Azokan. | ARGAZKIA | Iban Gorriti

Ezagutu nuenean sagar bat oparitu zidan. Mota horietako esistitzen ziren hiruetako bat, esan zidan. Mendian hartu berria. Berari tokatu zitzaion euskaratzea nire testuak Hertzainak-eko diska pare batentzako. Hura ez zen lan makala hura. Baina beti pozik, jende gazte artean, farre gomutan daukat Bittor. “Euskaldunberrik berba gutxi eta berbo asko” esaten zidan, farre. Eta ni flipata. Nik logelako horman Nor-Nori-Nork-eko taula ikaragarri hura neukan jarrita, muduko mantrarik luzeena.

Berari esker, Gaztelaren zati bateko toponimia ulertzen dut. Chiloeches, Horche, Anguita, Iruesta, Iruecha, Mochales. Korta-ri “las cortes” deitzen diote. Bai, Gaztelan txerriak bizi diren lekuan “las cortes”

Ez dago gauza berririk, dirudienez. Bittorren ikaslea eta laguna izan nintzen. Historio kontalari aparta. Bera izan zen Sarrionandia gartzelan bisitatu zuen azkenetako bat. Berarekin antzineko erlijioz, ortuz, politikaz ikasi nuen. Euskara gutxi ikasi nuen berarekin. Baina asko ikasi nuen euskarari buruz.

Behin, mokorra konpondu ziotenean, ospitalera bisitatzera joan nintzen. Ohean zegoen, aspertuta. Antzineko kontuekin hasi zen, baina sedatuta zeukaten, mina epeltzeko. Bere antzineko kontuak animatuta, “monaguillo” izan zenean kontatu zidan. Eta nik, oso freskoa neukala buruan “Amanece que no es poco”, ia kanpaia jotzen bazituen askotan galdetu nion. Bittoren arreba gorri-gorria, eta Bittor faaaaaaaaarre.

Berari esker ikasi nuen gizon jakintsuak farre egiten du sarri.

Eta irakasle artean, Aulesti/Gasteizko Garazi. Garazi ezagutu nuenean berak apenas 3 urte zituen. Eta ni harro netorren nire batuarekin.

Beragaz bizkaiera ikesi neban. Ikesi bihar! Behin, bospasei urte zittuezan, beragaz berbetan saiatzen, preguntautzon:

– Horiek zeintzuk dire ba? (Telebistan euen batzuk)

– Prafumuñierf bikidxek dire. (Pausa dramatikoa) Bikiak dira.

Eta nik, harro ondino, esautzon:

– Garazi, aitzen dot.

– Zer?

– Aitzen dotala, bihotza.

Eta Garazik:

– Bai. Nozipeiñ.

Behin galdetu zuen ia euskara ez dakitenek EGA moduko azterketa bat pasa behar badute “erderi” menperatzen dutelako erakusten. Bera ikastolara batua eta gaztelaina ikastera joan zen, eta berak ezin zuen ulertu zelan ulertzen nituen bere komeriak.

Euskararen bitartez hitzen prezisioaren magia ikasi nuen. Doitasuna.

Barruko kanpotik daramazu kamiseta soinean? Hori “idulestara” esaten da.

(Formula “Bueno… guk esateogu” eta ondoren dena delakoa. Dana dalaku.) Hitza esistitzen bada, norbaitek behar zuelako. Sinonimoa ez da esistitzen. Euskara ikasteko prozesuan nire gaztelaina ez zela (inolaz ere ez) “gaztelaina batua”. Euskarak irakatsi zidan nire ama hizkuntzaren barneko logika ulertzen. Eta beste hizkuntza batzuena. Edo gutxi gora behera. Orain, oso maiz (oso maiz!) nire buruari berba egiten diodala ingelesez, eta suedierarekin borrokatzen nabilenean (momentuz suediera irabazi), zelan faltan botatzen ditudan bidean izan ditudan euskara irakasleak!

Bihar, Euskararen Nazioarteko Eguna dela eta, euskaraz abesten duen talderen baten kamiseta bat soinean. Arabako indabak bazkaltzeko, eta txapela buruan. Norbaitek eroan behar du txapela estilo apur batekin hiri honetan. Dinot nik.

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Haukeliseter: el sub-ártico noruego cuando te empeñas 

Con este texto pretendo evitar contarle el viaje muy bien a los dos primeros amigos a los que se lo cuente y luego ir contando una versión más y más aguada a medida que va pasando el tiempo.

No pudo ser en 2021 por lo que todos sabemos y no pudo ser en 2020 porque tampoco, pero en marzo de 2022 pudimos ir a Hardangervidda. Es una meseta situada a 1,000 m de altitud sobre el nivel del mar en el centro-sur de Noruega. Para más información se puede empezar por aquí: https://es.wikipedia.org/wiki/Hardangervidda

Mi viaje fue como sigue: primer tren del día entre Estocolmo y Göteborg (tren a las 5AM, taxi a las 4AM porque con tantísimos trastos no se puede andar). Ahí me recogía un número indeterminado de daneses cuando el tren tuviera a bien llegar porque están arreglando las vías. A las 9:30 meto todo en un coche y ocho horas más dirección norte hasta que al evitar Oslo nos vamos dirección oeste, cada vez hay menos coches y más nieve a los lados de la carretera y poco después de empezara ver montañas de verdad y tanta nieve a los lados que el quitamiedos está en la base del muro de una zanja de nieve, acabamos en Haukeliseter.


En uno de estos tejados había un niño jugando cuando llegamos

En Haukelister hay una estación de montaña de la DNT, la Asociación Noruega de Turismo. Con el retraso del tren al recogerme y un poco de falta de entendimiento entre los dos coches del convoy se nos alargaron las cosas un poco y al llegar nos quedaban un par de horas de luz, así que en una breve reunión tomamos la decisión de viajar hacia el sur, con un terreno más fácil, al menos en principio. O al menos la ruta no empieza con una pendiente del 27% para llegar al altiplano noruego. Montamos todos los trastos en los pulkas (esos trineos de plástico o fibra de vidrio que se usan para viajar más cómodamente en la naturaleza del Norte) y empezamos la aventura.


La esterilla no se supone que debiera estar ahí colgando como una cantimplora del Coronel Tapioca, pero qué le vamos a hacer.

Este que lo cuenta está lejos de ir “sobrao” sobre esquís de ningún tipo, pero sobre lo que aquí llaman “turskidor” (leído “turjuídor”) me caigo bastante menos y me cunde bastante más que sobre cualquier otro tipo de esquís. Son muy largos (los míos larguísimos, 208cm, era lo que había de segunda mano) y no muy anchos, y reparten el peso del cuerpo muy bien incluso sobre nieve en polvo en la que un caminante se puede hundir hasta la cadera sin mucho problema. Digamos alguien que se quita los esquís un momento para evitar orinar sobre ellos. Le pasó una vez a un amigo mío.

Según íbamos avanzando el viento iba levantando, la nieve iba cayendo más y más y las montañas frente a nosotros iban quedando más y más cubiertas por nubarrones negros y feroces. En la última media hora de luz elegimos un sitio bueno para poner una de las tiendas y un poco más allá la segunda, en la que me tocaba dormir. Incluso considerando que la nieve ayuda bastante con la poca luz que pueda quedar, llega un momento en el que se pone todo como boca de lobo y hay muchas cosas que hacer al establecer el campamento. Nos dio tiempo para cruzar un par de lagos helados (aunque con tanta nieve no se note la diferencia) y poco más.


A la derecha nuestra tienda y los trineos ya casi cubiertos por la nieve. A la izquierda al fondo la otra tienda.

Con viento fuerte hay que tomar precauciones adicionales para que la tienda no salga volando al montarla (aquí se puede ver cómo se monta la tienda que llevábamos: https://www.youtube.com/watch?v=QpIlAqm8uLA ) y entre dos es más fácil si uno se organiza bien. Mi guía de montaña, “action man” si en el mundo hay uno, contumaz roncador y sin embargo amigo, sabe mucho de estas cosas y tiene un diagrama de flujo en la cabeza describiendo cada procedimiento con detalle, así que al principio me asigna tareas como si fuera un niño de cinco años y en un rato bueno llego a los siete u ocho.

Creamos una superficie estable y comprimida con los esquís, dejamos que se hiele un poco para mayor consistencia del terreno y mientras nos preparamos (una capa adicional de ropa, guantes aptos para trabajar en esas condiciones, por ejemplo) y empezamos con la tienda. Usamos distintos tipos de piquetas (unas de 48cm de longitud y plateadas, un color un poco complicado de buscar una vez cubiertas de nieve, otras más cortas pero con forma de pala), los cuatro esquís y hasta los bastones para asegurar la tienda porque vemos que el viento nos va a dar guerra.


La mejor foto de todo el viaje por supuesto la hizo el que no se llevó una cámara del copón. Heine, que para todo vale.

Una vez lista la tienda y preparada la “zanja” dentro del ábside que permite sentarse cómodamente y hasta cocinar (dos de las ventajas de poner la tienda sobre varios metros de nieve) empezamos a meter material a la tienda. La experiencia vale un grado y yo no tengo ni experiencia ni grados ni nada. Mi maestro y guía espiritual lleva todo en el pulka metido en dos grandes cajas de plástico. Una con la comida y trastos para cocinar. Otra con todo lo demás. Y “todo lo demás” es tal y como suena. Lo que no venga ahí es que no existe. El botiquín contiene hasta flujo intravenoso en caso de que haya que tratar una hipotermia muy seria y no podamos recibir ayuda inmediata. Yo llevo el contenido de mi mochila de 125 litros repartido en bolsas herméticas de muchos tamaños y colores que NO he etiquetado como decidí, así que más o menos sé qué hay en cada una y qué necesito a cada momento. Algunas por lo menos tienen una ventana transparente.

Primero preparamos el asunto del dormir. Yo llevo una esterilla de espuma (de invierno) para usos diversos que pongo en la base y sobre ella la misma esterilla que llevamos los dos, un monstruo que una vez inflado pone 11cm entre el lomo del usuario y la esterilla de abajo, que cada uno hinchamos con un dispositivo que rivaliza en ingenio con el del otro y que nos asegura confort hasta a -50 ºC gracias a los materiales de que se compone, entre ellos plumón. Todo es muy diferente y conlleva precauciones adicionales en estos entornos. Por ejemplo no hay que soplar para inflar nada, porque con la humedad del aliento lo que haríamos sería facilitar la congelación irremediable de nuestro colchón; y por muy bueno que sea el saco, si la esterilla no nos separa del frío nos vamos a meter en un problema grave.

Todo en estas circunstancias es evaluar y reevaluar prioridades. Lo vamos a hacer muchas más veces en este viaje. Mi compañero de fatigas empezó a conducir en el norte de Dinamarca antes de que yo me sentara en el tren en Estocolmo y hemos llegado a Haukeliseter casi 12 horas después, así que hace sus cuentas de horas, de calorías y de estar más cansado que uno que lo esté menos y decide que la cena no va a ser una de estas bolsas de comida deshidratada que llevamos. Usamos frutos secos, una cecina de reno que ha hecho en su casa que está bastante buena y un chocolate rico en cacao y disparatado valor calórico y con eso nos metemos a dormir. Repartimos antes el agua que tenemos porque él todavía tiene un montón que cargó en Dinamarca y yo no tengo nada de nada.

La noche es larga. Larga porque lo más razonable es meterse al saco porque hace frío y larga porque estamos en medio de una tormenta sub-ártica y hay bastante ruido.

El viento es de entre 36 y 40 km/h, con bastante nieve y hay una humedad del 95%, algo que se me hace raro a tanta altura y no estando demasiado cerca del mar. Vemos todo esto en los InReach, los GPS con conexión directa a satélite que usamos para pedir el pronóstico del tiempo en nuestra ubicación exacta (hemos pasado una estación meteorológica nada más dejar atrás Haukeliseter, así que nos fiamos bastante de los datos que recibimos).

En una noche tan larga lo normal es que haya que salir a “desbeber” al menos una vez y en efecto así es. Aprovecho para quitar nieve de la tienda, asegurarme de que los vientos siguen en su sitio y también que los trineos siguen en sitio, aunque sea un poco tapados ya por la nieve. Apago el frontal y dando la espalda al viento racheado que me arroja nieve por cubos alcanzo a vislumbrar las montañas que vimos la tarde anterior. Tan preocupadas de nuestra presencia como este viento y esta nieve. Tengo ahí lo que los navarros llaman “el momentico”. Yo ahí solo frente a esas montañas y la tormenta bramando a mi espalda. Vuelvo al saco, que sigue caliente. Otro momentico.

Mi compañero de viaje se despierta del todo en un segundo. Sin transición pasa de estar dormido como un muerto a la velocidad (su velocidad) de crucero. Lo detallo tanto porque a mi no me ha descrito nadie así nunca. Ni mucho menos. Una vez que mi proceso de resurrección parece finalizado (o todo lo finalizado que se puede esperar), es el momento de tomar decisiones.

El pronóstico del tiempo es que durante el día la fuerza del viento va a ser el doble de esto que está zarandeando nuestra tienda, diseñada para exploraciones árticas, como si fuera un barco de Playmobil, va a seguir cayendo mucha nieve y el nivel de riesgo es moderado pero subiendo. Los niveles de riesgo, asignados a códigos de colores, son moderado (Amarillo), severo (Naranja) y grave (Rojo).


En esa masa amarilla estábamos nosotros. Lo de Snøfokk nos hizo mucha gracia y no. Las dos cosas.

Si decidimos seguir adelante :

– la visibilidad va a ir a peor, vamos a avanzar a base de instrumentos y es posible que tengamos que buscar refugio por nuestros propios medios, lo cual nos deja las siguientes opciones: cavar una cueva en la nieve o cavar una zanja y montar la tienda encima. Si la cosa se pone mal de verdad pondríamos los trineos y los esquís. Y se podría llegar a poner así de mal. Por qué no.

– si todo va bien van a ser buenas historias para contar pero si tenemos que pedir ayuda las condiciones son malas para los equipos de rescate, no pueden volar y van a tener que arriesgarse para llegar a nuestra posición y nos van a llamar gilipollas y con razón porque teníamos un pronóstico meteorológico fiable y los conocimientos para evaluar la situación.

– a todo esto, yo pasé la COVID un par de semanas antes, no pude entrenar ni prepararme en absoluto para este viaje (cosa que sí hice en estas fechas el año anterior). Es posible que durmiera una media de 9-10 horas diarias las semanas anteriores y ni por esas me pude quitar el cansancio. Tras esquiar hasta el sitio donde montamos el campamento, que fueron unos cuantos kilómetros, notaba que estaba llegando al final de la reserva. Mi compañero de fatigas trabaja en un hospital y ha tenido la COVID *tres* (TRES) veces. Lo que pasa es que está hecho de un material diferente, pero incluso superando su fatiga sabe de qué hablo cuando hablo de la mía. Y la ve.

Total, que marcha atrás hacia la estación de montaña de Haukeliseter, donde reservamos habitaciones, el desayuno es bufet libre y las cenas son de menú con platos son todo lo local que pueden ser (reno, trucha ártica, alce…). Que no es mal plan, vamos.

Mi principal preocupación es que en las semanas antes del viaje he dormido todo lo que he podido, he descansado tanto que no he entrenado nada de nada y aun así estoy agotado casi todo el tiempo. El reloj me da unas lecturas de la batería corporal cuando me levanto que a veces tenía al final del día después de entrenar Jiu Jitsu, lo cual explica el esfuerzo que me cuesta avanzar un metro en los esquís.

El primer día en Haukeliseter mis compañeros de viaje suben a Hardangervidda sin mi. Me inflo a comer comida alta en calorías, no puedo dormir siesta de lo agotado que estoy y me pego una cena como si no hubiera comido en todo el día.


Así estuve desayunando ahí una y otra vez. Cada día una y otra vez. Una gloria.

La vista desde la mesa donde estaba desayunando a cara-perro:

Una cosa que llama la atención es la cantidad de nieve que les cae y cómo crean espacio entre esa barbaridad de nieve y los edificios. No es cosa de broma, no.


Una entrada a la zona pública de la estación de montaña de Haukeliseter.


La planta baja está bien por debajo del nivel de la nieve.

El segundo día en Haukeliseter llega el momento para mi de subir a Hardangervidda. Esta subida es donde comenzaba la “Åsnes Expedition Amundsen”, una de las carreras de esquí más duras del mundo. Solo se admitían 100 corredores, que en solitario o por equipos, tenían 72 horas para hacer 100 km con un montón de restricciones, como por ejemplo tener que hacer varias paradas en sitios específicos y una de al menos cinco horas. También se controlaba el equipo mínimo (con todo detalle) y había un peso mínimo de salida y de llegada en el pulka, 45 Kg, para evitar que la gente se deshiciera de equipo que pudiera necesitar en una emergencia o sencillamente llenar de trastos un paraje natural único y mucho más frágil de lo que pudiera parecer. La carrera ya no se hace más y no es por la COVID, sino porque los propios organizadores decidieron que molestaban a los renos que viven en completa libertad en la zona y no merecía la pena.


Foto de Kai-Otto Melau, que cubrió esta carrera muchas veces y hace fotos donde poca gente las hace: https://www.melauphotography.no.

Esta es la subida que da comienzo a la carrera y por ahí subimos.

Sin pulka, eso sí. Pero por ahí subimos. Podría decir que basta con encontrar el paso más cómodo para poder hacer algo así, pero me rendí dos veces antes incluso de empezar. La fatiga acumulada afecta bastante al ánimo y a la precisión, son muchísimos trastos, muchas cosas a tener en cuenta porque no puedes ir a lo loco y sí, me rendí dos veces antes incluso de empezar a subir la cuesta. Lo bueno de no tener ya nada que perder es que da todo igual, así que conseguí ponerme los esquís de una maldita vez (un proceso que he hecho mil veces al lado de mi casa y me lleva tres segundos mal contados) y empecé a subir siguiendo la trazada de mis amigos, que son unos salvajes pero saben lo que se hacen.

¿Y qué es lo que uno ve cuando llega arriba? Lo que se ve es como la primera vez que ves un desierto de verdad, o cuando ves el mar por vez primera (yo lo vi a los 15 años de edad y lo recuerdo muy bien). Esos libros de Jack London, de tantos exploradores polares, todos esos documentales… todo eso está ahí. Y los libros y los documentales y las fotos que hubiera visto antes no me prepararon para lo que iba a tener delante mi. Si uno va en línea recta es posible que al cabo de un par de kilómetros se encuentre una cabaña privada de un noruego muy rico y muy misántropo que por un alarde de suerte o de millones es el propietario de algo tan único como eso. Aparte de esto, entra uno en una versión sub-ártica de los arenales de Namibia.


Con estos iba yo.

Aquí es donde la Resistencia noruega volvía completamente locos a los ocupantes alemanes lo bastante afortunados para no estar lidiando con los rusos pero lo bastante desafortunados para tener que perseguir a una gente que nace esquiando. Muchos de esos alemanes seguramente siguen por ahí, bajo muchos metros de nieve. Todavía hoy las fuerzas especiales noruegas terminan su brutal programa de entrenamiento cuando los diseminan en algún punto de Hardangervidda y tienen que esquiar hasta las cercanías de Telemark, donde simulan un ataque a la célebre factoría de agua pesada y después escapan hasta el punto de reunión que se les haya asignado. Los noruegos ayudaron a liquidar el programa atómico de Hitler y así celebran aquél hito.

Esta foto, obviamente, no hace justicia a la inmensidad y la belleza del lugar. Algunas veces si haces la foto te lo pierdes.

Solamente entrar un par de kilómetros en este espacio y podía oír a mi yo de diez años dando saltos y chillando loco de alegría.


We mean business.

Ahí cavamos un refugio para protegernos del viento, comimos y bebimos un poco y nos preparamos para bajar. Mis amigos probablemente hubieran podido hacer una ruta de vuelta haciendo 10 o 15 km en el altiplano antes de emprender la vuelta pero no me quisieron dejar solo bajando esa cuesta endiablada. Por alguna razón pensaban que la bajaría esquiando como ellos, que sí saben esquiar. Las pieles (sintéticas, no nos volvamos locos) que van bajo los esquís tienen mucho agarre cuesta arriba y bastante en llano, pero cuesta abajo es otra historia. Como dicen en Suecia “quien no tiene cabeza necesita piernas” y yo que no sé esquiar pero andar no me da miedo, bajé andando.

Hay varios metros de nieve incluso en una cuesta tan escarpada y la nieve no es homogénea; a cada paso no sabes si te vas a hundir hasta la rodilla, la cadera o solo 15cm. Los bastones ayudan y los esquís de dos metros de largo no ayudan nada. Mis amigos, desde abajo, se hacían cruces en danés. Pero bueno, ya los tengo acostumbrados de otras aventuras, no es que vayan a pensar que ahí había algo fuera de lugar.

A todo esto, aquí toca hablar un rato de idiomas. El danés, el sueco y el noruego son muy parecidos y no. En general los hablantes nativos de danés entienden a todo el mundo en Suecia y Noruega. Según dicen ellos mismos, cuanto más al norte vas peor danés habla la gente hasta que llega la cosa a un punto en la cual es casi imposible entenderles. A ellos en Suecia no les entiende casi nadie, lo que da lugar a situaciones bastante cómicas con suecos que insisten en hablar en inglés con ellos y daneses que creen que los suecos están creando un problema donde no lo hay. Daneses y noruegos se entienden bastante bien salvo que se trate de alguno de los múltiples dialectos del noruego (el relieve imposible del país ha ayudado bastante a que tengan dialectos muy diferentes) que son, digamos, cerrados. A mi el noruego de Telemark no me sonaba ni a lengua nórdica siquiera. Más risas en danés. El danés, para quien no lo haya oído antes (la serie Borgen es una buena excusa para flipar con el sonido de este idioma) parece al oído neófito una lengua que carece de vocales. Por ejemplo, el nombre Harald en danés solo tiene una sílaba. Yo soy neófito y no, así que a veces milagrosamente sabía de lo que estaban hablando mis compañeros de viaje, pero generalmente no era el caso. Mi sueco es bastante pedestre y de gran ciudad, así que también hubo momentos cómicos al pagar la compra en un pueblo en Noruega, en la estación de montaña, en una gasolinera…

Una inoportuna infección en casa creó la ventana de oportunidad para poder volver antes de tiempo y usar al menos parte de mis vacaciones descansando de verdad, no cansándome en un sitio que no es el de todos los días, cosa que agradecí bastante. Dejamos la mitad más joven, energética y carente de la experiencia de haber pasado la COVID en el lugar, listos para disfrutar de días soleados, sin una nube en el cielo y las noches glaciales que ello conlleva.


Huellas de lince que encontramos de buena mañana.

Noruega tiene rincones que incluso estando delante me cuesta creer que existan.

Para otro post, quizás, dejaré las cosas menos interesantes para los demás, aciertos y fallos con el equipo y cosas así.

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Dos canciones de Rollins Band

¿Puede haber una canción de Rollins Band para cada momento? Pues puede que sí. En el disco Weight (1994) hay dos ejemplos buenos en dos direcciones distintas.

Primero está Disconnect, que es bien “bajonera.

Aquí está la letra original y más abajo una traducción apresurada:

Disconnect

Don’t like to think too much, it makes me think too much
It keeps my mind on my mind
Don’t wanna see too much, it makes me see too much
Sometimes I’d rather be blind

All the things that they’re saying and doing
When they pass me by it just fills me up with noise
It overloads me
I wanna disconnect myself
Pull my brain stem out and unplug myself
I want nothing right now, I want to pull it out

Yeah, I want to pull it out, yeah
I wanna break it all down, hey, I wanna pull it out
Yeah, yeah, disconnect myself, disconnect myself

A thousand miles an hour going nowhere fast
Clinging to the details of your past
Talking ’bout your damage and you’re wasting my time
Wanna be the king, I can’t stand in line
All the numbers and the colors and the facts
Backed by the rumors and the figures and the stats
I think I’m gonna download my mind

I wanna pull it out

Too damn bad if at the end of the day the only thoughts
In your brain are all the things that they say – what a waste
Too damn bad if at the end of the line
You got no idea of what’s on your own mind
You got no one to blame but yourself
Too much to know, too much to see
It might mean something to you but it’s nothing to me
Just another ad for someone’s version of how they think it should be

I wanna disconnect myself, pull my brain stem out and unplug myself
I want nothing right now, I want to pull it out
I wanna disconnect myself, I want to see it go down

Disconnect

No me gusta pensar demasiado, me hace pensar demasiado.
Me quedo pillado en mi mente.
No quiero ver demasiado, me hace ver demasiado.
A veces prefiero estar ciego.

Todas las cosas que dicen y hacen
cuando me pasan cerca me llenan de ruido.
Me sobrecarga.
Quiero desconectarme,
Arrancarme el tronco encefálico y desconectarme.
Ahora mismo no quiero nada, quiero desconectar.

Sí, quiero arrancarlo, sí.
Quiero romperlo todo, ¡eh!, quiero arrancarlo.
¡Sí! ¡Sí! Desconectarme. Desconectarme.

A mil millas por hora yendo rápido a ningún sitio.
Aferrándome a los detalles de tu pasado.
Me hablas del daño que llevas a la espalda y estás desperdiciando mi tiempo.
Quiero ser el rey, no puedo hacer cola.
Todos los números, los colores y los hechos
respaldados por los rumores, las cifras y las estadísticas.
Creo que voy a descargar mi mente.

Sí, quiero arrancarlo, sí.
Quiero romperlo todo, ¡eh!, quiero arrancarlo.
¡Sí! ¡Sí! Desconectarme. Desconectarme.

Vaya putada si al final del día los únicos pensamientos
que tienes son todo eso que dicen; vaya desperdicio.
Vaya putada si al final
no tienes ni idea de lo que tienes en la cabeza.
No tienes a nadie a quien culpar excepto a ti mismo.
Demasiadas cosas por aprender, demasiado para ver.
Puede significar algo para ti, pero no para mí.
Solo otro anuncio de la versión de alguien de cómo creen que debería ser.

Quiero desconectarme, arrancar mi tronco encefálico y desconectarme.
Ahora mismo no quiero nada, quiero arrancarlo.
Quiero desconectarme, quiero verlo caer.

Y para irnos al otro extremo, lo de ponernos las pilas y eso, tenemos Shine.

Shine

If I’d listened everything that they said to me, I wouldn’t be here!
And if I took the time to bleed from all the tiny little arrows shot my way,
I wouldn’t be here!
The ones who don’t do anything are always the ones who try to put you down
And you could spend your entire life walking around
In the nowhere land of self doubt

‘Cause when you start to doubt yourself the real world will eat you alive!
It’s time, it’s time to align your body with your mind, it’s hero time
It’s time, it’s time to align your body with your mind, it’s hero time
‘Cause when you start to doubt yourself the real world will eat you alive!
And you know it’s true!
I’m talking to you: hero time starts right now! Yeah, hero time, yeah,
Time to shine, hey, hero time!

If ya think you’ve got 100 years to mess around: you’re wrong!
This time it’s real, y o u r t I m e I s n o w … it’s hero time!
Yeah, hero time, hey, time to shine, yeah, hero time, yeah!

Hard times are gettin’ harder, the liars are acting strong
You better get a grip on yourself or you won’t be around too long
It’s hero time, hey, time to shine, yeah, hero time, yeah, hero time, yeah!
It’s hero time, it’s hero time, time to shine, shine, shine, shine, shine!
Oh yeah! (3x)

No such thing as spare time, no such thing as free time
No such thing as down time
All you got is life time… go! ’cause it’s hero time, ’cause it’s time to
Shine
‘Cause it’s time to go, go, go! yeah, hou!

When you’re gone, you’re so gone (2x) you’ve got it now, it’s time to go
Hero time starts right now! yeah, aha..! …change it!

I got grace in times of friction, I got truth in times of fiction
I’ve got no time for the hype… suicide!? I’m not that type…
I got no time for drug addiction, no time for smoke and booze
Too strong for a shortened life span, I’ve got no time to lose!
It’s time to shine, yeah, it’s hero time, yeah, it’s hero time, yeah,
Yeah!

When you start to doubt yourself the real world will eat you alive! yeah!
You could spend your entire walking around, coward: or you can get up!
Get up, get up, get up, get up! it’s time to shine! yeah…

Shine

Si hubiera escuchado todo lo que me dijeron ¡no estaría aquí!
Y si me hubiera dedicado a sangrar de todos los dardos que me tiraron
¡No estaría aquí!
Los que no hacen nada son siempre los que intentan menospreciarte.
Y podrías pasarte la vida entera en la tierra de la duda.

¡Porque cuando empiezas a dudar de ti mismo el mundo real te come vivo!
Ya es hora, es la hora de alinear tu cuerpo con tu mente, es la hora de los héroes.
Ya es hora, es la hora de alinear tu cuerpo con tu mente, es la hora de los héroes.
¡Porque cuando empiezas a dudar de ti mismo el mundo real te come vivo!
¡Y sabes que es verdad!
Te estoy hablando a ti: ¡el tiempo de los héroes empieza ahora! Sí, es la hora de los héroes ¡Sí!
¡Es hora de brillar! ¡Eh! ¡Es la hora de los héroes!

Si crees que tienes 100 años para marear la perdiz ¡estás equivocado!
Esta vez es de verdad, la hora de la verdad ¡es la hora de los héroes!
¡Es hora de brillar! ¡Eh! ¡Es la hora de los héroes!

Los tiempos difíciles son cada vez más difíciles, los mentirosos vienen fuertes.
Será mejor que te pongas las pilas o no vas a salir de esta.
Es la hora de los héroes ¡eh! Es la hora de brillar ¡Sí! Es la hora de los héroes ¡Sí! ¡Es la hora de los héroes! ¡Sí!

Es la hora de los héroes. Hora de brillar.

No hay tiempo de sobra. No existe el tiempo libre.
No hay tiempo de descanso.
Todo lo que tienes entre manos es tiempo de vida. ¡Dale!
Porque es la hora de los héroes, hora de brillar.
Porque es hora de tirar adelante ¡adelante! ¡Adelante! ¡Adelante!

Cuando te mueras se acabó lo que se daba. (x2)
Ahora es cuando toca, ahora hay que tirar adelante.
La hora de los héroes empieza ahora mismo. ¡Sí! ¡Haz algo!

Soy cortés en tiempos de aspereza,
encuentro la verdad en tiempos de ficción
No tengo tiempo para las exageraciones.
¿suicidio? No cuentes conmigo.
No tengo tiempo para la drogadicción, no tengo tiempo para fumar y beber
Demasiado fuerte para una vida recortada ¡no tengo tiempo que perder!
Es hora de brillar ¡Sí! Es la hora de los héroes. Es la hora de los héroes.

¡Cuando empieces a dudar de ti mismo el mundo real te comerá vivo! ¡Sí!
Podrías pasarte todo el tiempo caminando, cobarde: ¡o puedes levantarte!
¡Levántate, levántate, levántate, levántate! ¡es hora de brillar! ¡Sí!

Cuando tengo que hacer algo importante de verdad esta es una de las dos o tres candidatas para dejarme de chorradas y ponerme en la frecuencia y en la dirección buena. Que yo me distraigo con una mosca que pase.

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Mi librero de confianza.

Emilio me conocía a mí y a mis amigos de toda la vida porque fuimos muy amigos durante muchos años de Alberto, que nos hizo un roto bastante bueno cuando se fue y le hizo uno muchísimo mayor a Emilio, como es lógico.

Nos marcaba las distancias con eficacia y no nos tomaba muy en serio, salvo cuando la cosa iba de libros. Con Iñaki yo he hablado mucho más de aparatos y aparatitos que de libros. Y con Carlos mucho más de acuarios y de peces (de los que tenía más que el capitán Pescanova) o de nieve que de libros. Por lo que fuese. Para hablar de libros iba a Emilio.

Una vez estaba en un brete. Tenía que regalarle un libro a uno que no lee mucho y es muy derechas. No un poquito, no. Más de derechas que un Land Rover corto con siete grifos de agua fría, con bigote en vez de matrícula y una bandera con el pollo con una bandera con otro pollo en el pecho. De derechas. Así que fui a donde había que ir.

Emilio, con la socarronería brotándole por todos los poros y sin hacer sangre, cosa que todavía le sigo agradeciendo, me dijo que acababan de publicarse casi simultáneamente varias biografías de Franco. En la de Vazquez Montalbán me dijo que iba a encontrar todos los razonamientos que uno puede esperar de un comunista convencido sobre la figura del dictador. Muy bien escrito, pero con un nada disimulado sesgo que quizás no viniera al caso si lo que quería no era dar por saco.

De la Cierva, franquista hasta la náusea franquista, representaba el otro extremo de la escala. Un libro en el que el autor cantaba las loas de su generalísimo. Empalagoso y de una calidad muy baja, como todos sus libros. Sin sorpresas.

– Ahora bien, dijo tomando el centro de la tienda, si lo que quieres son hechos el que tienes que comprar es este.

Y me sacó un tocho de casi mil páginas con un retrato enorme del genocida con las piernas más cortas de la historia reciente y la palabra FRANCO por todo título.

– Yo siempre he pensado que Franco era un dictador y un asesino, dijo señalando el libraco en mis manos. Pero tras leer ese libro sé que además era un gran incompetente, un ladrón, una mala persona y un gran hijo de puta.

Un señor de orden que parecía estar esperando turno para hablar con Emilio hizo nota mental de limpiarse los oídos con jabón Lagarto y flagelarse con el cilicio de las ocasiones especiales, el que pica de verdad.

Pero también te digo que si un franquista lee este libro va a estar encantado, porque el libro no dice en ningún momento “mira qué perrería hizo aquí” o “atención a la brillantez del líder invicto”. Plantea hechos, lo cual nos deja libertad para formar nuestra propia opinión. Yo tenía la mía y ahora la he confirmado y ampliado.

El señor de orden corrigió la nota mental, cilicio del 5, aunque digan los rojos que tiene mala rima.

Así que le hice caso y me llevé el tocho recomendado.

“Goooooooool de Señor” cuando el destinatario rompió el papel de regalo y se encontró con la cara de su amado líder. Y más aun cuando se cepilló el libro de pe a pa, con ansia, disfrutando de cada página como nunca en su vida.

Este tipo de cosas son las que uno podía esperar de su librero de cabecera, que lo fue incluso años después de haberme ido de Guadalajara en busca de mejores pastos, que no libreros.

Me acuerdo también de cuando Berta me vio vegetariano, tan flaco y con la ropa tan rota y se empeñó en alimentarme allí mismo y en darme pan integral y cosas de esas con etiquetas en alemán. No todos los punkis podían ser fornidos y saludables como su hijo Alberto, qué le vamos a hacer, pero eso a ella le daba igual. Eran otros tiempos.

Pero por hoy con hablar del que se acaba de ir y echaremos de menos tenemos suficiente.

Que la tierra te sea leve, Emilio. Si nos tenemos que volver a ver, seguiremos donde lo dejamos. O lo que tenga que ser.

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