Museo_SNP

El índice del viaje está aquí.

Hay un artículo en la Wikipedia en el que he encontrado un montón de información sobre un hecho del que no tenía ni la menor idea de que hubiera tenido lugar hasta poco antes de ir a Eslovaquia. Lo cierto es que pensaba que era algún tipo de revisionismo histórico, algo como todo lo que tuvieron que inventar los nimios partidos comunistas del este de Europa para rellenar los libros de historia una vez que borraron el hecho de que Eslovaquia estuvo con Alemania desde la invasión de Polonia y que Rumanía, Hungría y Bulgaria fueron aliados de Alemania con todos los medios posibles hasta que los rusos les pasaron por encima y se cambiaron de bando. Pensaba que era revisionismo pero no, los eslovacos parece que la liaron parda aunque como los polacos la liaron antes de tiempo y Stalin los puso en la lista de “espera a que los pulvericen que si no los tengo que matar yo”.

Bueno, el caso es que nos plantamos en el Museo SNP. En la guia decían que había un Li-2 (que me sonaba a mí y es que es una versión fabricada bajo licencia del DC-3 americano) al que se puede entrar, y así era. Bajo el ala derecha del avión hay una señora que seguro que no estaba haciendo punto porque hacía un calor del carajo (y una humedad muy cercana al 90%, que la ví en Bratislava en un higrómetro y había menos). Esta buena señora es la que te vende la entrada para que pases al vión y sepas lo que es el calor de verdad. Iba a poner alguna de las dos fotos que tengo para que se viera la cara de calorazo (bajo el avión, entre las alas) y dentro del avión (eso ya no es calor, que la palabra no lo expresa) pero me ha dado un poco de cosa.

Aquí va una foto de la cabina. Merece la pena verse la de cosas que se pueden meter en un espacio tan pequeño y en el que luego hay que meter gente con un montón de ropa.

El jardín del museo tiene una colección impresionante de cañones (la mayoría soviéticos) y de blindados alemanes, soviéticos y uno checo. Los vehículos alemanes que tienen (según las placas que tienen) participaron en la represión del SNP.

Uno de los panzer alemanes que tienen en el jardín. Como perdieron, los cañones apuntan al suelo.

Otro de los blindados alemanes. De este deben estar bastante orgullosos porque no se hicieron muchos y no debió resultar fácil encontrar tan entera una de las joyitas de la industria militar alemana.

Un T-34. Véase el larguísimo cañón -característico de este chisme- apuntando al cielo.

Tienen también en el jardín uno de los vagones del tren blidando Hurban que tuvo mucho que hacer durante el SNP. Se conserva en Zvolen.

Este niño que estaba subido al tanque estaba aburrido como un molusco, no como su padre que estaba tan contento viendo tanto tanque. Intenté pillarle aburridísimo sentado sobre la torreta del tanque (un sitio un tanto extraño para sentarse aburrido, la verdad), pero al final me quedó esta foto de “entre mi padre y los tanques y este guiri gilipollas que me hace fotos me están dando la mañana”.

A la entrada del museo hay una de las gigantescas y tétricas esculturas que tan bien se le dan a los checos y eslovacos para poner en los memoriales de la guerra y el holocausto. A la izquierda según se entra hay un montón de coronas de flores (y entre ellas una del gobierno de españa) y un monumento que recuerda que en el SNP tomaron parte miles de combatientes de decenas de países. Cómo no, había republicanos españoles. Para variar. Fíjate que apostaría a que había por lo menos uno de Tarancón (aunque renegara) y otro de Guadalajara (aunque nadie se diera cuenta y le llamaran Cuenca, Madrid o vaya usted a saber qué).

El museo es chiquitito pero tienen una colección impresionante. Debe haber cientos de armas largas y cortas de todos los sitios imaginables (por supuesto hay varias Astra). Hay decenas de vitrinas con las condecoraciones de veteranos eslovacos recibidas casi todas del ejército rojo, pero hay francesas, inglesas y hasta luxemburguesas. Hay uniformes aliados vestidos por pilotos y comandos eslovacos, uniformes rumanos, soviéticos, alemanes e incluso material cedido por el museo de Auschwitz. De ahí hay un conjunto de ropa blanca donde un deportado escribió con tinta hecha por él sus memorias y el esquema de una novela que posteriormente publicó al recuperar la libertad. La razón de ser del museo es el SNP, claro, y hay uniformes del ejército eslovaco que se levantó contra Alemania y sus cómplices, pero también hay casullas de capellanes de campaña, las cajas del material gráfico que se rodó durante el alzamiento y ha llegado a nosotros y un larguísimo etcétera. En el museo cuentan con objetos qué era Eslovaquia desde principios del siglo XX (cuando eran austrohúngaros) hasta finales de los 40. Sobre esto hay unos cuantos detalles verdaderamente honrados. Hay objetos personales de eslovacos que participaron en la génesis y la gestión del alzamiento y que, aunque sobrevivieron a la masacre que los nazis y sus secuaces locales perpetraron contra los resistentes tuvieron juicio (en algún caso dos juicios) y fueron fusilados o deportados a Siberia por Stalin por lo que ellos muy irónicamente ponen entre comillas: relación con nacionalistas burgueses.

Una de las cosas que más me impresionaron es que hablan de algo que es seguramente vergonzoso para los eslovacos. En 1945 se expulsó de sus casas a millones de Volkdeutsche (ciudadanos de origen alemán) que estaban repartidos, en algunos sitios desde hacía más de 400 años, por toda Europa desde Alemania hasta el Volga y Eslovaquia no fue una excepción. En una vitrina hay un maniquí vestido de refugiado alemán (sombrero, abrigo, pantalón y zapatos reforzados, todo de la época) y uno de los guardias eslovacos que escoltaban los transportes de deportados. En esa deportación murieron en toda Europa del este decenas de miles de hombres, mujeres y niños y poco a poco los países responsables van aceptando que no todo lo que se hizo tras la guerra fue tan ejemplar. Bravo por ellos.

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Banska_Bystrica

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Para saber más sobre Banská Bystrica (que se pronuncia más o menos como Banska Bistricha o en bizkaiera Banska Bistritxa) Wikipedia o en la web de la ciudad.

El trenecillo chu-chu que te saca de Banká Štiavnica. Para ir a Banská Bystrica es la mejor opción porque así puedes ver el paisaje. Bosques, bosques, algún caserío, algún pueblecito que fue minero y ahora vaya usted a saber, bosques y más bosques. Allí, como en Euskadi, hay 3.000 tonos de verde en un solo vistazo. Y la gente de la zona dice que si quieres ver bosques hay que ir a los Tatras, a la zona que limita con Polonia. Claro, ahí es donde hay osos salvajes. Eso sí que es monte de verdad, tienen razón.

Una de las estatuas a los soldados del ejército rojo, en este caso del tipo “infante con fusil ametrallador”. Los tarados de los hooligans, ejerciendo de lo que son en todos los paises del mundo.

La iglesia de nuestra señora, una de las dos que hay en cien metros a la redonda que construyeron (o empezaron a construir) en el siglo XIII.

Vista del castillo, que está en el centro del pueblo, pero no en lo alto de un monte como todos. Este está literalmente en el centro del pueblo.

En la Námestie (plaza) SNP está casi todo lo histórico que hay en Banská Bystrica, que es bastante, pero que cabe porque creo que pueden meterse cómodamente tres campos de fútbol alineados y un poco de sitio alrededor. El efecto de una plaza tan enorme y rodeada de edificios de muy poca altura es que parece aún mayor.

Hay un montón de bares con terraza, hay jardines que parecen pequeños y hay un monumento (bastante fuera de lugar, creo yo) también en homenaje al ejército rojo. Como Banská Bystrica fue la capital del SNP no es de extrañar que haya tanto recuerdo. En la misma plaza hay una placa -en inglés, cosa rara- que anuncia que en esa casa estaba la imprenta donde se imprimía el periódico oficial del ejército eslovaco alzado contra los alemanes. Bueno, este es el monumento, y al ladito hay un bar que se llama Amores Perros (como la película) que tiene la bandera cubana.

Aquí también ilustran las paredes que es una gloria.

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Banska_Stiavnica

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Para saber más sobre Banská Štiavnica (en castellano se pronunciaría más o menos como Banska Shtiávnicha y en bizkaiera Banska Xtiabnitxa) cuentan un montón de cosas en muy poco espacio aquí y por supuesto siempre está la propia página web de la ciudad.

Parece que en la zona es bastante común que construyeran “columnas de la peste”. Esta es una de ellas, porque este pueblo tenía bastante dinero en su momento (mejor dicho, durante siglos tuvieron muchísimo dinero) y tienen dos.

El primer paseo, una vez instalados aquí fue hacia arriba, hacia el castillo nuevo. Digo nuevo porque castillos también tienen dos 🙂

Dentro del castillo nuevo está parte del museo de la minería, que está repartido por varios edificios del pueblo y sus alrededores y que tiene también parte al aire libre y una galería de 75m. que se puede visitar.

Dios existe. Y es eslovaco.

Esto, por lo que pudimos deducir, es una especie de centro evangélico. La verdad es que tiene pinta de albergue de juventud de las SS, pero sí que había por allí bastante chavalería que parecían “casi curas” o “casi monjas”, con las faldas negras por los tobillos y pinta como de tener muchas cosas prohibidas. Quiero decir con esto que la gente del pueblo no tenía mucha pinta de eso. Más bien todo lo contrario.

Monumento al alzamiento nacional eslovaco, Slovenské národné povstanie o SNP, como se suelen referir a él en Eslovaquia. Tuvo su centro más importante en la cercana Banska Bystrica y también aquí, en Banska Stiavnica. Más información sobre este hecho -como no- en Wikipedia. Unos dias después fuimos al SNP Museum (en Banska Bystrica) y ahí ya nos enteramos de todo lo necesario.

El ayuntamiento de Banska Stiavnika.

Me parece que esta iglesia es la que llaman en el pueblo “la eslovaca”. Durante mucho tiempo hubo en el pueblo una importante minoría alemana, que tenía su propia iglesia (“la alemana”), una iglesia protestante: blanca, con una sola torre sobre la puerta y con el tejado negro. En “la eslovaca” las homilías eran en alemán, de ahí el nombre. Ahora las dos iglesias son católicas y las homilías son en eslovaco.

Hoy dia y durante el verano de ese campanario salen a las horas en punto curiosas melodías barrocas, como de caja de música. El efecto, entre lo bonito que es todo lo que ves, los pajaritos, el aire limpio y esa música si te pilla -como a mí- recién levantado y sales a la terraza es maravilloso. Los del pueblo, de más está el decirlo, ya están un poco hartos de tanta cancioncita. Igual echan de menos 12.000 coches pitando, sirenas de ambulancias o algo así.

Bonito (y totalmente incomprensible) poste con direcciones de cosas que ver.

Hay que ver -se dijo a sí mismo el viajero- cómo se parece a Argala este señor al que han puesto con mucho cuidado en la pared con una plantilla. Paice que estoy en la Kutxi. La viajera, felizmente, permaneció ajena estos devaneos.

Sinagoga de Banska Stiavnica. Con el fin de la segunda guerra mundial este sitio pasó (como buena parte de la Europa oriental) de tener varias minorías importantes en número y peso social (húngaros, alemanes, judios, etc.) a ser bastante monocolor. El tamaño de la sinagoga y su situación (muy cerca del ayuntamiento) indica que seguramente había muchos judíos en el pueblo. Hoy dia la sinagoga está cerrada a cal y canto y totalmente abandonada.

Por esta puerta llegaba a verse la entrada trasera y un gran patio con árboles. En la entrada, tras la reja que impide el paso, cajas vacías de pizza, botellas y latas de bebida vacías. Un edificio totalmente dejado a su suerte.

Panorámica de Banska Stiavnica con el calvario al fondo.

Otra de las privilegiadas panorámicas que teníamos desde nuestro alojamiento.

Un momento de estupor: Spanish olive oil Kaiser Franz Josef. De verdad que hay que viajar para ver estas cosas 🙂

El hercúleo soldado soviético y la niñita. Por lo que pudimos ver en cada pueblo eslovaco (y checo) hay por lo menos una estatua que homenajea a los soldados de ejército rojo que expulsaron al ejército alemán entre finales de 1944 y la primera primavera de 1945. Dadas las atrocidades de todo tipo que cometieron los soldados soviéticos en los países aliados de Alemania (como lo era Eslovaquia) y en el propio territorio alemán (cosa que eran hasta 1945 Bohemia y Moravia) estas estatuas no dejan de parecer humor negro como mínimo, si no directamente recochineo. Hay de dos tipos. Si hay un solo soldado soviético representado va armado. Las del otro tipo son del estilo Hercúleo soldado y candorosa niñita.

Detalle de la siniestra expresión del soldado; compárese con esta foto de Stalin y, bigotón aparte, yo creo que se da una aire. La mirada -aunque sea de piedra- no es demasiado tranquilizadora y uno no entiende cómo esa niñita que seguramente representa a la nueva Eslovaquia no sale echando virutas de ahí, por muy de piedra que se sea.

En la carta de un -precioso- restaurante (donde por cierto nos encontramos con un autóctono que tenía un más que correcto castellano (spanielsko) bien salpicado de italiano) econtramos un curioso texto en la primera página. El restaurante (merece la pena ir si visitáis este precioso lugar) se llama ReŠtaurácia Matej, y está en la calle Akademická 4, la calle en la que está el inmenso palacio donde está la escuela de minería y de forestales. El texto está en eslovaco, inglés, alemán y me parece a mí que húngaro. Intento traducirlo porque creo que merece la pena.

En las montañas Štiavnica, antes de que fueran conocidas, vivía un pobre pastorcillo. Todos los dias llevaba las vacas a pastar de prado en prado; a veces tocaba la flauta, pero otras simplemente tomaba el sol tranquilamente. Un hermoso dia de sol, mientras estaba descansando, reparó en dos pequeñas salamandras. Uno era dorado y el otro plateado. Sintió un escalofrío y no supo si sus ojos le engañaban. De repente las salamanquesas se escondieron rápidamente bajo una piedra. El pastor todavía no las tenía todas consigo sobre si había visto lo que había visto o no así que se dispuso a mover la piedra. Tiró de ella y no se movió; tiró de ella otra vez y el resultado fue el mismo. Pero hizo un tercer intento y la piedra se movió. El pastorcillo retrocedió de un salto del resplandor que surgió del hueco donde estaba la piedra. Ahí había dos nueces: una de oro y la otra de plata. El pastorcillo no lo dudó un instante, cogió las nueces y se fue al mercado. La noticia armó un buen alboroto en el mercado y hubo quienes partieron a las montañas inmediatamente, donde encontraron lo que andaban buscando: unos oro, otros plata. Pocos años después fundaron un pueblo llamado Banská Štiavnica. No se olvidaron de poner dos salamanquesas en el escudo de la ciudad, una de oro y otra de plata.

Esta es la leyenda sobre la fundación de Banská Štiavnica. Lo que es cierto es que Glanzenber/Lesklá hora/las Montañas Resplandecientes dieron a los mineros la legendaria plata Spitaler, y así se hicieron inmensamente ricos. Desde entonces han sucedido muchas cosas. La ciudad vivió una edad de oro, o mejor dicho de plata, pero también ha tenido épocas mucho más ordinarias e incluso temporadas en las que no era nada fácil salir adelante. Hoy dia atraviesa una de estas últimas. En el mundo hay muchas otras ciudades que necesitan ayuda inmediata o necesitan que las salven.

El final del texto es bastante curioso para prologar la carta de un restaurante, creo yo.

La otra columna de la peste, en honor a la trinidad. Para nosotros “la plaza'la trini para abreviar.

En la susodicha plaza (que yo creo que más bien es una cuesta que pa'qué bien empedrá de adoquines para cuando hiele) hay un montón de casas interesantes. Esta tiene unos frescos preciosos en la fachada que más vale fotografiar ahora porque veremos lo que duran.

¿He dicho ya que aquí tienen 20 generaciones de mineros a las espaldas?

Uno será pagano, pero estas manifestaciones religiosas así, tan de bote de pintura y palitroque no sé si me gustan o me dejan de gustar, pero me llaman la atención.

Este es uno de los muchos pantanos que hicieron para disponer de agua para la minería. Según leí hay más de 100Km de túneles y canalizaciones de agua hechas a base de brazo en la roca viva a lo largo de los años. En estos pantanillos (que hoy están para que la gente vaya a nadar) hay varios millones de litros de agua que según parece ya no se usa para nada en absoluto. Como tienen buenas nevadas en invierno (a veces tienen 2 metros de nieve en la calle) los pantanos incluso en agosto están hasta arriba.

El castillo viejo al atardecer. Tienen un museo que solo abre los miércoles y solo durante unos meses al año. También está parte del museo de minería y un montón de cosas más, pero eso, no pudimos ver nada.

Uno de los tipos de tejado del pueblo. A mí estos me dejaron alucinado.

Uno de los edificios del pueblo que más me gustaron. Ahí estaba el “Green Café” -hoy cerrado- y por lo que pude deducir la farmacia. Al menos en Austria las llaman Apoteke, así que eso sería.

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Malacky

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Para podernos mover a nuestra bola cuando nos convenga alquilamos un coche. Pedimos uno de los baratos, pero nos dieron un Opel Astra nuevecito. Este:

El aeropuerto de Bratislava es bien chiquitito, pero bien señalizado.

Para ir haciendo boca nos vamos a Malacky. Gracias al enlace de la wikipedia que he puesto me he enterado de qué eran todos los bosques vallados y llenos de carteles en eslovaco pero muy amenazantes incluso para ignorantes como nosotros: terreno militar. Antes de ir a ver la singular sinagoga de Malacky hacemos una foto llena de pies rojos (la noche antes llovió tanto en Bratislava que si llegamos a ver katiuskas en alguna tienda nos las compramos fijo).

Gracias a la colaboración de un muchacho que estaba en el restaurante conseguimos comer algo; todo muy rico pero con la carta en eslovaco nos daba un poco de reparo lo que nos pudiera tocar, una precaución innecesaria porque en Eslovaquia se come de puta madre y lo digo desde el estándar vasco, que no es bajo. Dimos una vuelta y he aqui una muestra de lo que hay por el pueblo:

En Centroeuropa llama la atención la cantidad de cables que hay por encima de la calle: a veces para el tranvía, para el alumbrado público, y luego todos los que para nosotros serían lo habitual. Incluso en zonas no muy pobladas como esta de la periferia de Malacky tienen un pisto de cables de cuidado.

Como soy un turista japonés para esto de hacer fotos aquí muestro uno de los autobuses rosas que había por todas partes y una calle residencial de Malacky. Y sí, a esa muchacha a la que seguía todo el rato por Malacky.

El caso es que vinimos a Malacky a buscar una sinagoga bastante curiosa (incluso si uno no ha visto muchas, como es nuestro caso), pero aun yendo con una guia más o menos completa y el TomTom en el móvil el caso es que nos hicimos un poco de lio así que entramos a un bar, así tipo el de Cheers pero rural y eslovaco. Otra vez había que hablar en eslovaco o alemán, y eso solo con la camarera, una chavala muy maja pero a la que no entendíamos nada pero que nos enseñó a pedir té y cerveza en eslovaco (conmigo intentó incluso que aprendiera a decir 33 en eslovaco, algo un tanto difícil aunque se ponga interés) le ¿preguntamos? por la sinagoga, le enseñamos la guía y la muchacha, ni corta ni perezosa nos hizo un mapita (dicen sinagoga casi igual que nosotros, algo poco sorprendente pero que fue una buena noticia) y nos explicó en eslovaco cómo llegar. Íbamos a ir andando pero al final cogimos el coche porque eran un par de kilómetros y vuelta. El primer contacto con las muchachas eslovacas. Los chicos, o mejor dicho muchos de ellos, tienen una pinta de machote rapado con pantalón de camuflaje que a mí me daba un poco para atrás. Luego ya ví que tienen ropa de camuflaje incluso para los bebés, algo que no se si quita hierro al asunto o es que están todos colgados. Bueno, como hay tanto “machote” es lógico que también haya mucha muchacha que vaya muy en plan “hembra”: escotazos, taconazos (y con esas cuestas adoquinadas tienen mérito, no te creas que no). La viajera decía que no era para tanto pero a mí me parecía que había un montón de muchachas bastante aparentes. Igual es la falta de costumbre de tanta rubia con el pelo casi blanco o los ojos de azul o verde claro. Que mu’ majas, vamos, aunque si preguntaba yo mucho más secas. No me extraña, seguro que tienen tres o cuatro hermanos rapados y con pinta de legionario cada una vigilando su virtud.

Esta es la preciosa sinagoga de Malacky. En toda esta región había una gran cantidad de judíos desde el siglo XV (el incremento supongo que se debe a que por esas fechas los reyes católicos les estaban echando de sus dominios) y por todas partes hay restos de su presencia. La barbarie nazi se encargó de dejar tanta sinagoga sin nadie que la use, así que o se hunden, o las usan como centros culturales polivalentes. Al menos lo que vimos en Eslovaquia y Chequia, en otros sitios (como Polonia) no lo quiero ni pensar.

Esta sinagoga es de las que se usan como centro cultural, pero está en un entorno que, en fín, juzguen ustedes mismos.

Detalle de las cúpulas.

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Bratislava

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Tras pasar por London/Stansted (sin mayor problema, no como a la vuelta) nos plantamos en Bratislava.

Nada más llegar al aeropuertillo de Bratislava (la terminal internacional es bien chiquitita) fuimos al punto de información turísitica, cambiamos unas pocas Korun y preguntamos por el precio aproximado de un taxi hasta el hotel en el que teníamos alojamiento. Unas doscientas coronas. Bien.

El tipo que nos recogió nos cobró 600 y 12 euros. Un hijoputa, vamos. Pero cuando eres tan guiri y estás tan despistado como nosotros a veces lo mejor es callarte, pagar y aprender para la próxima. Luego supimos que en Bratislava hay un montón de compañías de taxis y que cada una tiene un precio -distinto- fijo por kilómetro. Nosotros cogimos la más cara, al más hijoputa y el que más corría. Eso seguro. El hijoputa…

El hotel Turist (venía en la guía como asequible pero con desayuno incluido y confortable) debía ser lo más confortable que había cuando los soviéticos llevaban la batuta. Por ese precio la verdad es que no era para quedarse muy conforme, pero los novatos vamos pringando así hasta que aprendemos.

Para quitarnos el mal sabor de boca nos vamos a dar una vuelta por la ciudad. Ni blas, oiga, pero tienen ideas bien buenas para señalizar las calles,

aunque llega una hora en la que todos los semáforos están en ámbar y digo yo que eso tiene su peligro aunque solo circulen cuatro.

Por la mañana hago dos fotos antes de que se me acabe la batería de la cámara.

Un cruce en la zona “normal” de Bratislava
Bratislava

y una foto de la plaza mayor, en la que dicen que han hecho maravillas en diez años. Aquí lo que no rompió la guerra se encargaron de hacerlo los arquitectos soviéticos y sus ayudantes locales.

En nuestros paseos por Bratislava empezamos a darnos cuenta del caso que le hacen aquí a la ilustración y, en resumidas cuentas, en poner cosas bonitas y bien hechas a la vista. Cuando llegamos a zonas protegidas por la Unesco esa impresión llegó al paroxismo pero ya en la -un tanto triste- capital de Eslovaquia encontramos joyitas como estas.

Pasamos dos dias dando vueltas por Bratislava, comiendo bien (a veces muy barato, a veces no tanto) y descubriendo unas cuantas cosas:

  • Aquí el inglés no sirve de mucho.
  • Aquí hay que hablar eslovaco o alemán.
  • Si hay alguien que medio habla inglés se le entiende muy bien (si como nosotros no lo hablas demasiado bien).
  • Los eslovacos (y sobre todo las eslovacas) son encantadores en general; sudan tinta para explicarte lo que preguntas en lo que pueden, y si no pueden en inglés y no entiendes alemán te lo explican en eslovaco. Pero te lo explican. Algo parecido a lo que cuentaq la gente cuando viene a Euskadi, que le preguntan por una calle a una señora y les acompaña.

Como en mi anterior viaje (a París) encontré cosas muy chulas hechas con plantillas o graffittis muy apañados como por ejemplo esta oveja lucera:

A mi acompañante de singladura no diría tanto, pero cualquier que me conozca sabe que me atraen los memoriales, monumentos, pedruscos y en general los cachivaches con los que se ¿premia?/¿recuerda? a los que murieron en guerras pasadas. Hete aquí un piedro que recuerda a gente caída en el nombre del imperio austro-húngaro durante la I guerra mundial. Véanse los nombres: hay eslovacos, alemanes y claramente judíos.

Era de esperar que un dia se organizaran como ente (siendo como son tan destructivos y estando tan bien repartidos por el mundo); en el centro de Bratislava tienen incluso su oficinita y todo.

Dentro de la estación de autobuses tienen un bar metido en dos autobuses.

No sé si es muy bonito, pero viendo los alrededores tampoco es que estropee mucho.

Hay muchísimos trolebuses (se escribe trolejbus pero se pronuncia casi igual que en castellano, gran descubrimiento). Al final no montamos pero el sistema que tienen para organizarlos es curioso: Pagas por minuto. En el horario pone a qué hora (y minuto) estará el chisme en tal sitio, luego si vas a tal sitio pagas n minutos y listo.

Aquí vemos a un autobusero al que detectamos una singularidad: es capaz de conducir con los ojos cerrados, con lo que dedujimos que detecta los obstáculos mediante algo parecido al radar que tienen los murciélagos (o Daredevil, sin ir más lejos).

Tengo tres fotos de este tio y en las tres está así, pero no nos dimos ninguna hostia, osea que otra explicación yo no le encuentro.

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Viaje_a_Eslovaquia_y_Chequia

Las entradas de bitácora del viaje son estas:

Puedes dejar comentarios en las entradas correspondientes (si eso es lo que quieres hacer) y si quieres alguna foto en concreto, corregir algo, añadir algo o lo que sea puedes escribirme directamente y listo.

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World66

Como ya he salido del pueblo más de una vez (pero no muchas más) ya puedo hacer mapitas de estos. Visto así parece algo porque con haber visitado París ya me ponen toda Francia -ja-. He seguido el criterio que Norman Walsh explica en su página, así que no pongo Inglaterra a pesar de haber pasado una noche en un aeropuerto porque era meramente para saltar de un avión (de Brno) a otro (Gasteiz). Bueno, y eso que también he visitado Gibraltar (es decir, Jribrartá), pero tampoco dormí allí.

Bueno, pues eso. Un poco de autobombo que para eso son las bitácoras/bitakorak/blogs.


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At_home_again.

We’re at home. Wonderful days in Slovakia and in Czeck Republic. I hope posting photos soon. One big discovering of this travel (I have had a lot of atonishing stuff in this travel) is that I can communicate with others in English, and I mean communicate, talk about things as the arrival of Euro to Slovakia (and to ours…), how my neighborhood is, etc. We were capable of having a meal and a beer using German (!), and several words of Slovak. In Czeck Republic was not so easy (although the Czeck is very similar to Slovak), because in Moravia it seems that they are more germans-like that we supposed to. Anyway, great people, amazing places, lots of beer, wine, a food that I will taste again -for sure!- and a lot of memories.

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Cuarteto_de_nos

Música de/para treintañeros. Digo yo, vamos. Son unos uruguayos con un montón de discos, aunque es con el último con el que me ha llegado la noticia de que existen. En 1986 una canción suya (en la que por lo visto hablaban de un prócer de la parte allá) estuvo a punto de convertirse en lo primero que se censuraba en su país desde que los milicos dejaron de decidir todo. Que en todos sitios cuecen habas, vamos. Me lo descubrió una amiga de Guadalajara, donde parece que todo el que conozco se vuelve majara al unísono con un mismo grupo. Ha pasado con The Mars Volta (bueno, este fue menos unánime), con Bersuit y ahora son Cuarteto de nos. He aquí la coplilla que me pasaron por Bluetooth de teléfono a teléfono mientras nos íbamos de un concierto de Los Ronaldos. Una cosa muy rara, sí.

Ya lancé piedras y escupitajos al lugar donde ahora trabajo dicen, los muy... los muy... acertados.

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la_musica_de_NGU-4

Ya está hecha. Ya está la música, la mezcla de sonido del corto, todos los ruiditos y la mezcla en 5.1. Yo estoy alucinado con el resultado y espero que no sea amor de padre. No digo más. Dentro de muy poco en 35mm (a ver ese estreno de tirantillo), en DVD y supongo que a no mucho tardar en Stage6, que se ven las pelis que es una gloria.

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