Malacky

El índice del viaje está aquí.

Para podernos mover a nuestra bola cuando nos convenga alquilamos un coche. Pedimos uno de los baratos, pero nos dieron un Opel Astra nuevecito. Este:

El aeropuerto de Bratislava es bien chiquitito, pero bien señalizado.

Para ir haciendo boca nos vamos a Malacky. Gracias al enlace de la wikipedia que he puesto me he enterado de qué eran todos los bosques vallados y llenos de carteles en eslovaco pero muy amenazantes incluso para ignorantes como nosotros: terreno militar. Antes de ir a ver la singular sinagoga de Malacky hacemos una foto llena de pies rojos (la noche antes llovió tanto en Bratislava que si llegamos a ver katiuskas en alguna tienda nos las compramos fijo).

Gracias a la colaboración de un muchacho que estaba en el restaurante conseguimos comer algo; todo muy rico pero con la carta en eslovaco nos daba un poco de reparo lo que nos pudiera tocar, una precaución innecesaria porque en Eslovaquia se come de puta madre y lo digo desde el estándar vasco, que no es bajo. Dimos una vuelta y he aqui una muestra de lo que hay por el pueblo:

En Centroeuropa llama la atención la cantidad de cables que hay por encima de la calle: a veces para el tranvía, para el alumbrado público, y luego todos los que para nosotros serían lo habitual. Incluso en zonas no muy pobladas como esta de la periferia de Malacky tienen un pisto de cables de cuidado.

Como soy un turista japonés para esto de hacer fotos aquí muestro uno de los autobuses rosas que había por todas partes y una calle residencial de Malacky. Y sí, a esa muchacha a la que seguía todo el rato por Malacky.

El caso es que vinimos a Malacky a buscar una sinagoga bastante curiosa (incluso si uno no ha visto muchas, como es nuestro caso), pero aun yendo con una guia más o menos completa y el TomTom en el móvil el caso es que nos hicimos un poco de lio así que entramos a un bar, así tipo el de Cheers pero rural y eslovaco. Otra vez había que hablar en eslovaco o alemán, y eso solo con la camarera, una chavala muy maja pero a la que no entendíamos nada pero que nos enseñó a pedir té y cerveza en eslovaco (conmigo intentó incluso que aprendiera a decir 33 en eslovaco, algo un tanto difícil aunque se ponga interés) le ¿preguntamos? por la sinagoga, le enseñamos la guía y la muchacha, ni corta ni perezosa nos hizo un mapita (dicen sinagoga casi igual que nosotros, algo poco sorprendente pero que fue una buena noticia) y nos explicó en eslovaco cómo llegar. Íbamos a ir andando pero al final cogimos el coche porque eran un par de kilómetros y vuelta. El primer contacto con las muchachas eslovacas. Los chicos, o mejor dicho muchos de ellos, tienen una pinta de machote rapado con pantalón de camuflaje que a mí me daba un poco para atrás. Luego ya ví que tienen ropa de camuflaje incluso para los bebés, algo que no se si quita hierro al asunto o es que están todos colgados. Bueno, como hay tanto “machote” es lógico que también haya mucha muchacha que vaya muy en plan “hembra”: escotazos, taconazos (y con esas cuestas adoquinadas tienen mérito, no te creas que no). La viajera decía que no era para tanto pero a mí me parecía que había un montón de muchachas bastante aparentes. Igual es la falta de costumbre de tanta rubia con el pelo casi blanco o los ojos de azul o verde claro. Que mu’ majas, vamos, aunque si preguntaba yo mucho más secas. No me extraña, seguro que tienen tres o cuatro hermanos rapados y con pinta de legionario cada una vigilando su virtud.

Esta es la preciosa sinagoga de Malacky. En toda esta región había una gran cantidad de judíos desde el siglo XV (el incremento supongo que se debe a que por esas fechas los reyes católicos les estaban echando de sus dominios) y por todas partes hay restos de su presencia. La barbarie nazi se encargó de dejar tanta sinagoga sin nadie que la use, así que o se hunden, o las usan como centros culturales polivalentes. Al menos lo que vimos en Eslovaquia y Chequia, en otros sitios (como Polonia) no lo quiero ni pensar.

Esta sinagoga es de las que se usan como centro cultural, pero está en un entorno que, en fín, juzguen ustedes mismos.

Detalle de las cúpulas.

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