Yo pensaba que mi padre estaba loco y resulta que es que era vasco

Cuando emigras a una cultura que no conoces bien y además emigras a un sitio donde hay gente de todas partes al despiste natural del que está fuera del tiesto se le añaden varias capas muy interesantes. Muy interesantes para el que le gusten estas cosas, claro.

Hay gente que lleva aquí desde niño (algunos aprendieron la lengua de sus padres en Suecia), hay mucha gente que está aquí tras ir dando tumbos más o menos voluntarios por uno, dos o siete países anteriores. Hay gente que está aquí porque su pareja es de aquí o decidió vivir aquí por la razón que fuese. Así a bote pronto estos son tipos muy habituales de gente que uno se va a encontrar en Estocolmo entre gente que es de otras partes de Suecia y luego esa gente extraña, la gente de Estocolmo de toda la vida.

De lo que yo quiero hablar es que a veces no sabes si estás ante un choque cultural o estás ante alguien que hace algo raro para ti porque es raro para todo el mundo y punto. A santo de esto viene el título de esta entrada. Anécdota al canto:

Un amigo cubano es hijo de vascos de Markina (Bizkaia). La típica historia: Pelotari de Markina viaja por el mundo debido a su oficio, pelotari de Markina juega en Miami, pelotari de Markina juega en Cuba, pelotari de Markina se encuentra con que en Cuba hacen la revolución, pelotari de Markina que dice “mira, para como están las cosas con el hijo de puta de Franco allá me voy a quedar en Cuba y ya iremos viendo. Lo típico.

Mi amigo siempre había pensado que su padre estaba loco; él y toda la gente que trabajaba con él. El pelotari de Markina acabó convertido en mecánico de helicópteros militares y se tomaba su trabajo a lo vasco. A tope. Trabajar es excelente, es lo mejor del mundo, soy responsable de que estos aparatos y van a volar mecaguendios que si van a volar.

Total, víctima de esa manía de trabajar que yo llamo enfermedad mental y me miran raro allí cuando lo digo, el padre de mi amigo tenía fama de raro, de muy raro, de loco. Y su propio hijo estaba convencido también hasta que visitó Euskal Herria y se dio cuenta de que su padre no estaba loco, que resultaba que era vasco.

Esto me pasa a mí: a veces no se si son formas de ser influídas por el origen o es que el frisio es un bobo, la lituana es más cerrada que un huevo, el mongol no sabe decir que no y el húngaro es un adicto al trabajo que me va a buscar la ruina.

Nota: no trabajo con nadie de Frisia, de Lituania, de Mongolia ni de Hungría, pero intento poner un ejemplo colorista.

En fin, diariamente tengo situaciones de este estilo, pero me he dado cuenta de que es mejor esperar un poco a comprender qué carajo ha pasado, así que ya iré contando las que pueda contar.

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