La juventud es un estado mental; y la viejetud también

Una amiga mia ayer habló por teléfono con su madre y con su abuela. En adelante me referiré a estas dos señoras como “madre” y “abuela” para facilitar un poco la comprensión lectora de quienes visitan este lugar de recreo. “Madre” es una maestra que todavía trabaja. “Abuela” es una señora que tiene los 80 añazos bien pasados ya.

Mi amiga pasó el fin de semana en Pirineos (en Piris, para los iniciados) con un montón de amigos, dejando a su pareja en casa con un amigo de toda la vida que le venía de visita. Esto fue lo que le contó mi amiga a su madre y horas después a su abuela cuando la una y la otra le preguntaron que qué tal había sido el fin de semana.

“Madre” le dijo: “¿y no te ha echado de casa todavia? Porque eso de hacer cosas a tu aire y dejarlo ahí en casa… tú tienes que estar con él”.

“Abuela” le dijo: “Ah, pues muy bien. Tú allí no pintabas nada y mejor habrás estado en Pirineos, que me han dicho que es precioso”.

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