Cómo explicarle Sarri a un lector de El Mundo

Joseba Sarrionandia ha vuelto a ganar un premio importante. Esta vez ha sido el Premio Euskadi de ensayo en euskara, pero cualquiera que rebusque un poco verá que Sarri escribe novela, cuentos, ensayo, poesía y con una nota bastante alta en todos los casos.

Como es lógico mucha gente ha puesto el grito en el cielo con el premio porque el premiado lleva fugado de la cárcel desde 1985, cárcel en la que le metieron porque estaba en ETA. Entre la gente que ha puesto el grito en el cielo hay muchas personas que no conocen suficientemente a la persona y los hechos (la inmensa mayoría) pero no todos son como un guardia jurado que trabajaba en un almacén donde me mandaba una ETT a mediados de los 90.

Este tipo era miembro de Ultrassur y me contaba con mirada soñadora una ocasión en que no pudo estar en un importante partido celebrado en casa contra unos italianos porque le tocó trabajar. Se tiró desde las 4 de la tarde a las 10 de la noche dando porrazos a los italianos sin parar. Rompí la defensa decía con el mismo tono que un antropoide ligeramente más evolucionado diría Mientras sonaba esa canción conocí a la que hoy es mi mujer.

Para gente como este primate no tengo explicación, pero quizás la tenga para uno que lee, aunque sean periódicos. Aunque sea El Mundo.

Que Sarri lleva desde 1985 fugado y que estaba en ETA es innegable. Pero quien no conoce la cultura vasca mínimamente no sabe que de Sarri se habla con reverencia en ambientes en los que no se percibe tal cosa hacia otros miembros pasados o presentes de ETA. Quiero decir con esto que Sarri es reverenciado porque es Sarri. Es uno de los grandes de la pequeña literatura vasca, pequeña porque somos pocos. Cualquiera que lea a Sarri se encuentra con pasajes que se corresponden muy poco con una mentalidad militarista y mucho menos militarista y marxista leninista. Sarri es un tipo que, junto con Mitxel Sarasketa, aprovechó parte de su estancia en la prisión de Herrera de la Mancha para traducir a euskara una antología de cuentos de humor negro (Hamairu ate, Trece puertas) donde aparecen otros tantos relatos de Ambrose Bierce, Munro, Kafka y Gabriel García Marquez entre otros. Al lector avezado quizás le pueda parecer que no estamos hablando del típico action man, salvo que esté uno dispuesto a creer que el action man vasco, a diferencia de sus congéneres de otras latitudes, gusta de traducir textos y compilar antologías nada menos que de humor negro mientras cumple condena en un penal.

En el poema Herri proiektua (Proyecto de país), decía más o menos (que lo estoy traduciendo a vuelapluma): Alfabetizaremos Euskal herria con gramáticas innovadoras y transformadoras / y con ejercicios pornográficos. , y dice también Y cuando al fin hayamos pasado las pruebas de verdad-mentira de San Agustín y seamos un pueblo verdadero nos dejaremos de sueños. / Dejaremos de lado el estado técnico / y convertiremos las ikurriñas en trapos de cocina / para tener las ventajas y las desventajas de ser Euskal Herria.

Mas o menos eso es lo que decía ahí.

Es posible leer a Sarri traducido al castellano, pero yo lo leí por primera vez en euskara, cuando ya lo había oído muchísimas veces en boca de muy diversos músicos. Todos estos músicos han cantado con letra de Sarri: http://www.badok.info/hitzak.php?id_musikatua=20. Yo creo que en castellano no habrá tantos grupos y solistas que hayan musitado textos de gigantes como Machado, por poner un ejemplo. Pero no nos desviemos.

Cuando aprendes un idioma nuevo llega el momento en el que lees algún libro de verdad. No uno infantil, o nivelado. Un libro normal que la gente que lee en ese idioma se compra. Es uno de los hitos del que está entrando en una nueva lengua, una nueva forma de ver y describir el mundo. Antes de leer a Sarri había leído cuentos, relatos, alguna novela y una obra de teatro en euskara y con unos me había apañado mejor que con otros. De Sarri me habían contado muchas cosas, por ejemplo que más de uno de sus lectores tenía que tener cerca un diccionario porque usaba un vocabulario muy especial. Lo mismo tiraba de palabras su abuela o de uso frecuente en su Iurreta natal que aprovechaba el rico léxico de Iparralde, en muchos casos incomprensible para un lector del sur del país. Qué decir de un lector foráneo que de puro foráneo se iba a leer ese libro yendo y viniendo de Madrid pero siempre viajando por la meseta castellana.

A Sarri se le entiende muy bien. Recuerdo perfectamente la sensación de captar palabras por el contexto un montón de nuevas palabras, palabras que a veces no aparecían siquiera en mi diccionario. De esto me di cuenta porque las iba apuntando y para después buscarlas en el susodicho diccionario o pregunta a algún nativo y asegurarme así de mi intuición, claro, porque una cosa es la sensación y otra enterarse de verdad.

Sarri es un tipo que escribe muy bien y aunque algunas veces no me ha interesado demasiado lo que contaba me fascinaba cómo lo contaba. Si eso no es una buena razón para leer a alguien, bueno, será porque a uno no le interesa leer o prefiere leer manuales técnicos. Todo tiene su momento.

En casa había unas obras completas (que no se lo completas que serían, pero se llamaban así) de Camilo José Cela y me las apreté enteritas. Cela era un chivato voluntario, un tipo del que su primogénito habló largo y mal, un escritor de esos que se echó una segunda esposa que luego pudiera ser una furia perseguidora… pero al menos con la mitad de lo que leí de él me lo pasé como los monos. Me fascinó, me obligó a pasar horas enganchado al libro, me reí a mandíbula batiente e incluso llamé a amigos para leerles los pasajes más divertidos.

Y eso sabiendo a ciencia cierta que esa persona, como persona, era alguien con quien difícilmente hubiera pasado yo cinco minutos sin acabar tirándonos los trastos a la cabeza por cualquier cosa. Pero escribía que te cagas por la pata abajo.

Señor lector de El Mundo: le recomiendo que se tome usted la molestia de descubrir la obra de Sarri. Es un escritor al que adora el público. Por algo será.

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