Valtice

El índice del viaje está aquí.

Para saber más sobre Valtice está la entrada en Wikipedia sobre el propio Valtice y la entrada sobre el paisaje cultural de Lednice-Valtice.
La Unesco tiene una página en su área de espacios protegidos como patrimonio de la humanidad. En esta página hay un par de fotos interesantes para hacerse a la idea de lo que hay dentro del castillo, que no dejaban hacer fotos.

Esto yo creo que era el ayuntamiento de Valtice, pero tampoco apostaría.

La entrada principal del castillo. Para hacerse una idea de lo que representa el castillo de marras tiene un jardín de 27 Ha que también es patrimonio de la humanidad.

En el jardín hay árboles como este, japonés, de más de 100 años. No me explico cómo han sobrevivido a todo lo que ha pasado por ese castillo en los últimos 50.

Lednice-Valtice era de los Lichtenstein hasta 1945. Uno de ellos “se hizo” esta iglesia (no hay más que ver la furgoneta para hacerse idea del tamaño). Humilde él puso su nombre en letras bien grandes de lado a lado de la fachada.

Como dato curioso, en esa misma plaza (no tan grande como la de Banská Bystrica pero bastante grande de todos modos) hay una tienda llevada por vietnamitas, una de esas tiendas en las que lo mismo te compras un tiesto de plástico que un abrigo que pasta de arroz que tiene frescos en el techo. En este país como quieran arreglar todo lo que tienen lo llevan claro.

Para hacerse una idea del tamaño de la plaza puede valer esta foto. No se ve ni una tercera parte de la extensión de la plaza (a la derecha está la “capillita” del Lichtenstein). Digo yo que esa barbaridad que hay enmedio de la plaza será un “Mayo”. Sin duda el más alto que he visto nunca.

En Lednice-Valtice hay una cantidad enorme de edificios que merece la pena visitar, pero decidimos andar, ver menos y vivir más. El plan de no correr, de no agobiarnos por ver más en menos tiempo nos funcionó bastante bien y decidimos seguir con él.

Decidimos ir andando al Rendezvous, que resultan ser unos arcos clásicos que un Lichtenstein se cascó para recordar a su padre y sus hermanos. Nos vendieron un mapa fotocopiado donde solo venían bares y penziones y ahí nos marcó la trabajadora de información (o así) la ruta (o así, again) hasta el Rendezvous. Digo o así porque la ruta era aproximadamente la que nos dijo. Cuando el camino se acercaba a los viñedos (que hay miles y miles y miles de cepas) nos encontramos a nuestra suerte, así que tiramos para arriba (habíamos visto el Rendezvous desde el pueblo, rodeado de bosque y viñas. Avanzando por caminos sin ver demasiado cielo ni horizonte llamaba la atención que sonaban como disparos. Me extrañaba que anduvieran cazando por ahí y menos con la vendimia tan cerca, que podían poner las uvas buenas de perdigones pero los petardazos estaban ahí. Al fin, al borde de un camino nos encontramos con un cañón de aire comprimido que a intervalos regulares dispara un petardazo por encima de las viñas para evitar que los pájaros lien una gorda. Este mismo:

Nota: ojo los zambombazos que mete.

Tras andar otro kilómetro o así llegamos al Rendezvous. Se puede subir arriba (y subimos). Es así de grande:

Este monumento no se pudo visitar hasta entrados en la década de los 90 porque está tan cerca de la frontera austriaca que estaba en una zona de seguridad. Aún quedan restos como este de la foto, que tiene pinta de barrera para coches.

Visto el Rendezvous volvimos a Valtice y visitamos el castillo.

Los suelos del castillo (palacio más bien) están hechos por los mejores artistas del ramo, igual que los espejos, cuadros, mesas, techos, puertas y todo lo que hay allí. Tanto es así que para visitarlo te pones patucos. Hoy dia no es ni sombra de lo que fue. Cuando llegaron los rusos a Valtice usaron los sótanos para ejecutar un montón de prisioneros de guerra rusos que encontraron sirviendo al lado de los alemanes: soldados de Vlasov, miembros del ROA o simples hiwis, unos voluntarios y otros no. Parte del castillo fue usado como campo de trabajos forzados para mujeres e incluso hubo planes de usar el castillo como fábrica.

Volviendo a los suelos, la entrada principal tiene el suelo de roble. Creo que de aquí salen unos bonitos fondos de escritorio. Si quieres alguno pídeme los originales; son de 2272×1704 y entre 2’1 y 2’9MB.

Visto el castillo y con una mezcla de sobredosis de lujo, de arte extremo en el esmero y también un tanto escandalizados de cómo unos pocos tenían tanto; acabábamos de saber que un Lichtenstein apodado El Creso de Austria había comprado el señorío de Schellenberg y el condado de Vaduz, lo que pocos años después se convirtió en lo que sigue siendo: ese país llamado Lichtenstein.

Nos sentamos delante de esta fuente a que se nos pasara el sobresalto.

En los alrededores del pueblo (aquí también dimos unas pocas vueltas) vimos estos artilugios que yo creo que son barreras antitanque portátiles, pero no sé si son de la guerra fria o de antes.

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