Mi precio es de lo poco que decido yo

La negociación de los sueldos es algo en lo que la mayoría de la gente que conozco es desastrosa y yo no lo soy menos.

En realidad hay un momento en el que no se me da mal: cuando tengo que defender el sueldo de otro; ahí se me da bien. Es por esto que más de una vez he pensado llevarme a algún amigo que sí es bueno hablando de cuartos a esas reuniones tan habituales en este gremio infame de la informática en las que te dicen lo bueno que eres, lo contento que están contigo, todo lo que has aprendido y mejorado, todo lo que vas a hacer que no sabías que podías hacer (eso de los nuevos retos que no sé si definir como martingala, monserga o mojiganga, pero que da por el culo igual-igual) para pasar sin anestesia al hecho de que este año tampoco hay subida.

En la última entrevista de trabajo en la que me cogieron me interesaba el horario, el calendario y la falta casi total de responsabilidades, así que el hecho de que no esté muy bien pagado (otra vez, y van… ) queda sobradamente compensado. La sensación general que se me ha quedado es como de haberme apeado de un autobús repleto de gente y tener tiempo de sobra para llegar andando sin prisas a donde iba. Tiempo para pensar un poquito.

Entre pitos y flautas conozco a unas cuantas personas que se dedican profesionalmente a las artes. Con profesionalmente no hablo de seriedad, hablo de oficio, de cobrar por trabajar. Los gremios, entre mis conocimientos, se dividen por género: las mujeres artistas que conozco se dedican a las artes plásticas y los hombres a la música. Muchos de los problemas endémicos de un gremio lo son también en el otro, pero en lo relacionado con el dinero (que es de lo que estoy hablando, aunque parezca que me he ido por los cerros de Úbeda) parece estar todo mucho más claro entre los artistas hombres que conozco. Y no creo que sea porque sean hombres; lo que son es más viejos y por lo tanto más perros.

Yo estoy a medio camino en edad y perrería entre ambos grupos (músicos y artistas plásticas, treinta y pocos y cincuenta y tantos) y a veces me llama la atención cómo metemos todos la pata en los mismos sitios.

Estabamos el otro día tomando unos refrescos en un bar lleno de humo pero con la música bajita (un sitio para hablar, vaya) y salió a relucir esto del precio: el valor y el coste del trabajo de uno. De una, en este caso. De todas, más bien. Una de estas artistas me contó una historia muy reveladora:

Un tipo quería su salón decorado en blanco y negro. La parte que le tocaba a mi amiga, a la que vamos a llamar Laura Baides porque me lo acabo de inventar, era llenar toda una pared con un cuadro. Laura se tiró en el piso (desocupado aún) una semana a sus anchas, pintando -cito- como si fuera mi estudio. Al final le cascó al tipo un cuadro de varios m2 (3×2, 4×2 o algo así, algo bastante grande y con bastante trabajo). El cuadro hace no demasiados años (ya era en euros, pero hace tiempo) le reportó a Laura pocos, poquitos cientos de euros.

Bien. El otro día el del piso le llama y le dice que va a redecorar el salón y va a cambiar absolutamente todo, así que va a quitar el cuadro. El sujeto se lo ofrecía a Laura -cito otra vez- por si le podía valer para alguna exposición, pintar encima o algo“.

Ese zopenco tiene una obra de arte de pared a pared. Seguramente una obra de arte firmada. Una obra de arte, además, que debido a su tamaño no va a ser fácil de sacar (intacta) del sitio donde ha estado estos últimos años. Pero va a salir. Vaya si va a salir. Aunque haya que llamar al sr. Rotaflex y convertir el cuadrazo en un icono ortodoxo.

Es por estas cosas por las que los artistas (da igual el gremio) suelen necesitar la figura del representante manager,, el marchante. Un comercial, vamos. A los que trabajan en las cosas que les gustan mucho no les suele faltar el trabajo. Otra cosa es el dinero. Los informáticos suelen recibir ofertas muy tentadoras para pasar una o más tardes trabajando en el ordenador de alguien con quien posiblemente no tengan siquiera relación por la sencilla razón de que no solo saben de eso sino que les gusta.

Con los artistas es incluso peor.

Otro ejemplo. Le ofrecen a otra de estas artistas profesionales (que también se llama Laura y también me lo acabo de inventar, pero en vez de Laura Baides es Laura Embid y es igual de alcarreña que la otra o más) pintar el cabecero de una cama. Mejor aún, el hermano de Laura Embid (que casualmente es pintor también, pero a brocha) tiene un amigo que quiere que le pinten el cabecero de la cama. Yo por cabecero lo que entiendo es algo como esto:

Pero no, lo que el intermediario quiere para su amigo es que le pinte la pared que está sobre la cama. Donde se apoyaria el cabecero, para entendernos.

El dibujo tiene tela: el fondo es el dibujo de una camiseta que él tiene y que le gusta mucho. Cuando oí lo de la camiseta me acordé del meme de la camiseta de los tres lobos y la luna:

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El meme de la camiseta de los tres lobos y la luna consiste en esta hermosísima camiseta y el revuelo que se ha montado con ella (y la transformación que según todos los testimonios produce en quienes la usan) desde el momento en el que un sujeto que estaba buscando libros para la uni se encontró con esta joya textil y escribió lo siguiente:

This item has wolves on it which makes it intrinsically sweet and worth 5 stars by itself, but once I tried it on, that's when the magic happened. After checking to ensure that the shirt would properly cover my girth, I walked from my trailer to Wal-mart with the shirt on and was immediately approached by women. The women knew from the wolves on my shirt that I, like a wolf, am a mysterious loner who knows how to 'howl at the moon' from time to time (if you catch my drift!). The women that approached me wanted to know if I would be their boyfriend and/or give them money for something they called mehth. I told them no, because they didn't have enough teeth, and frankly a man with a wolf-shirt shouldn't settle for the first thing that comes to him.

I arrived at Wal-mart, mounted my courtesy-scooter (walking is such a drag!) sitting side saddle so that my wolves would show. While I was browsing tube socks, I could hear aroused asthmatic breathing behind me. I turned around to see a slightly sweaty dream in sweatpants and flip-flops standing there. She told me she liked the wolves on my shirt, I told her I wanted to howl at her moon. She offered me a swig from her mountain dew, and I drove my scooter, with her shuffling along side out the door and into the rest of our lives. Thank you wolf shirt.

Pros: Fits my girthy frame, has wolves on it, attracts women
Cons: Only 3 wolves (could probably use a few more on the 'guns'), cannot see wolves when sitting with arms crossed, wolves would have been better if they glowed in the dark.

(Cachondeo a santo de la camiseta para un rato largo (pero largo, largo, largo) aquí: http://www.amazon.com/Mountain-Three-Wolf-Short-Sleeve/product-reviews/B002HJ377A/ref=dp_top_cm_cr_acr_txt?ie=UTF8&showViewpoints=1). Hay hasta un video, que no todo es de boquilla: se ve y todo.

La cosa no acaba ahí. Esto es el fondo, porque al frente lo que tiene que verse es a él mismo cuando era un bebé con su madre al ladito. El hermano-intermediario le manda la foto que hay que inmortalizar en la pared. Yo he visto esa foto. Lástima porque no la puedo poner. Aunque la tuviera.

Laura Embid me cuenta todo esto y me dice que el trabajo es muy fácil. Yo en estas me suelo poner rápidamente en el papel del abogado del diablo (principalmente porque me indigna que la gente no pida pasta digna por el trabajo) y le digo que cuánto le piensa cobrar. Me lo dice. La cifra, como era de esperar, me indigna. Monto en cólera, echo espumarajos por la boca, sufro convulsiones, rompo varios caballitos de porcenala y provoco varias contusiones en las pantorrillas de las personas que tomaban refrescos a mi alrededor (y no necesariamente conmigo) porque hago involuntariamente la croqueta hasta que Laura Embid me pregunta que cuánto creo yo que tiene que pedir por ese trabajo.

Le cuento lo que me contó un amigo pocos días antes sobre lo que cobra la cuadrilla de albañiles con la que él trabaja. El tipo que maneja el martillo neumático cobra 27 euros/hora y además bajo estas premisas:

  • Si hay que viajar, esas horas desde casa (Madrid) a donde haya que ir son a 27 euros/hora
  • Desayuno, comida y cena a tu costa
  • Si te lo llevas a comer perfecto, pero él elige dónde comer y la horita y media de comida es a 27 Euros/hora
  • Él estira las manos y ya tiene que tener el martillo neumático. Para acercarle el chisme y volver a guardarlo al acabar hay un chavalito que cobra 17 euros la hora y también come todos los días

Las artistas flipan. No me parece gente muy, muy buena con los números (al menos en euros) pero flipan. Yo también flipo, pero yo por lo menos no he ido a la universidad para que luego me paguen mal. A mí me pagan mal (entre otras cosas) porque no tengo título de lo que trabajo; porque no trabajo de lo mío. Pero no nos despistemos.

Se me ocurre que para cobrar ese trabajo hay que tener unos cuantos indicadores, indicadores que debe pedir al destinatario del trabajo (quizás valga su intermediario, que para eso es amigo suyo). Estos son:

  • ¿Tiene trabajo ese muchacho?
  • Si lo tiene ( o si ahora no tiene, cuando lo tiene) ¿hace rebajas o más bien saldos a amigos y parentela?
  • Seguro que tiene coche ¿Cuántos años tiene su coche y cuántos millones vale nuevo su coche? La relación años que tiene el coche y precio en kilos pesetiles es muy reveladora y tratándose de un tio de 24 años más. O dicho pronto y bien: no es lo mismo el BMW de 7 kilos y 3 años que el Ibiza de 14 (años).
  • ¿quiere que el dibujo vaya firmado? Porque si va firmado eso se paga pero bien pagado. Sin firma vale igual pero cuesta la mitad.

Lo que no puede ser es que rasear y volver a dejar una pared con gotelé de una casa se pague mucho mejor que pintar un dibujo único, a mano y bien grande. Eso no puede ser.

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